Una película de terror con múltiples posibilidades es la forma de capturar la atención y mantener el suspenso. Algo parecido ocurre en la nueva entrega de La Huérfana. Esta vez es un viaje al pasado previo al clásico del cual ya ha pasado más de una década desde su estreno. Viajamos de regreso a Rusia, y ya no hay una intriga alrededor de esta niña. Ya sabemos que es más bien una mujer adulta atrapada en el cuerpo de una niña por una extraña enfermedad, y además completamente trastornada por estos traumas.
Luego de escapar del manicomio donde está reclusa, se hace pasar por una niña de nuevo y engaña a unos padres en Estados Unidos que andan buscando a su hija secuestrada hace muchos años. Hasta ahí todo es básicamente la misma película. El giro que da entonces abre una serie de posibilidades para la trama que debo decir fueron totalmente inesperadas para mi. Estaba esperando otro tostón previsible donde esta niña malota es la amenaza de una bonita familia americana. Pues aquí no hay nada de eso.
Lo que sí hay es mucha violencia gráfica y sesos saliendo de las cabezas. También hay muchas risas. Cuántas posibilidades hay de que se vea real a una actriz de 25 años haciendo de una mujer de 31 años pretendiendo por una enfermedad ser una niña de 9 años. Cuán ridículo pueden ser enfrentamiento físicos, peleas, patadas y ataques directos de esta pseudo niña hacia otros personajes adultos. Es un personaje diabólico improbable no por su naturalez aisno porque su sola existencia es totalmente absurda.
Bárbaro te da miedo, angustia y te indigna en grandes cantidad. La Huérfana te da mucha risa. Y se agradecen ambas emociones, incluso cuando no te lo esperas. En la segunda, la gran pregunta es, si nos estamos riendo de la película o con la películas. Quizás la intención de los creadores haya sido hacer el completo ridículo. Por algún motivo, lo descabellado de su premisa, y en eso se parece mucho a Bárbaro, la hace ser extrañamente interesante. Pero al final no importa por qué nos da risa. Si estamos dispuestos a experimentar angustia extrema, también deberíamos agradecer cuando algo da grandes dosis de auténtica comedia.
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