Opinión

El film de Jacques Rivette, sin duda la mejor y la más fina de las adaptaciones, fue objetado desde su rodaje por círculos de la Iglesia católica, que lo consideraban blasfemo. Lo cierto es que la película obtuvo dos veces la requerida “visa d’exploitation”, es decir, el permiso para proyectarla en cines, y las dos veces el Ministro de Información Yvon Bourges bloqueó esta decisión. Otro Ministro de Información posterior, Alain Peyrefitte, argumentó que el film hería de manera grave los sentimientos y la conciencia de una gran parte de la población. Intelectuales como la periodista Françoise Giroud y el cineasta Jean-Luc Godard protestaron contra la censura, y finalmente el escritor André Malraux, quien había asumido el cargo de Ministro de la Información, dio permiso para que el film fuera exhibido en el Festival de Cine de Cannes, donde obtuvo una nominación a la Palma de Oro. Este hecho le abrió la puerta a las exhibiciones cinematográficas en Francia, que se iniciaron en julio de 1967, obteniendo el film un relativo éxito.

La adaptación de Joe D’Amato es la que más libertades se toma respecto al texto original de la novela. Pero también es la versión más escabrosa y sórdida. Pues la cinta se ubica dentro del subgénero de explotación de monjas en conventos, dirigido al público adulto que acudía a los cines de segunda donde se ofrecían filmes cargados de violencia, sexo y sensacionalismo. Y si bien D’Amato sabe utilizar muy bien los códigos del lenguaje cinematográfico con una exquisitez que no encontramos en otros cineastas más pedestres y vulgares, su cinematografía está plagada de películas sensacionalistas sin restricciones, que van desde el terror sanguinolento hasta el erotismo e incluso la pornografía. Y eso se nota en este film que, si bien no es pornográfico, en ocasiones se le va la olla. Suzanne es violada por su padrastro en la primera escena, la afección de la Madre Superiora es gráficamente lesbiana, no hay reparo en mostrar desnudos de monjas e incluso una monja masturbándose frente a la estatua de un santo, se ve el sadismo de las monjas cuando azotan con crueldad manifiesta a Suzanne, se hace hincapié en la falta de control que algunas monjas tienen sobre su sexualidad. No obstante, ninguno de estos hechos aparece como inverosímil y se evidencia la crítica a la hipocresía y la doble moral del estamento religioso y clerical de la Iglesia, sobre todo en la impactante escena final del juicio, donde casi todos los testigos mienten a fin de salvaguardar la imagen de la institución eclesiástica, aunque tenga que ser condenada una inocente.

Parece que en la década de los 80 los tiempos ya habían cambiado, pues el film de D’Amato, a diferencia del de Rivette, no sufrió ningún tipo de censura, no obstante que tenía un enorme potencial para herir la sensibilidad de más de un católico mojigato.

El tercer film, de estilo clásico y académico, es quizás el más mesurado de todos, aunque se aparta al final de la trama original urdida por Diderot. Y más acorde con los tiempos actuales, presenta a Suzanne como una mujer que lucha por su derechos y al final logra escapar del convento y encontrar el lugar de residencia de su padre, quien había muerto el día anterior. No ocurre lo mismo en el film de Rivette, donde si bien Suzanne logra escapar, es acogida por una matrona dueña de un burdel y termina lanzándose por la ventana a fin de evitar una vida indigna. Y en la película de D’Amato Suzanne es condenada a muerte, acusada de haber hecho un pacto con el Diablo y ser una endemoniada.

Lo cierto es que, después de leer el libro “Siervas”, las historias que presentan estas películas ya no me parecen tan ficticias y lejanas de la realidad. Pues cada vez ocurre con mayor frecuencia que detrás de un gran ideal heroico, pero alejado de la vida de los mortales comunes y corrientes, se oculte una gran tragedia. O un gran infierno.

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mujeres, Religión, Sodalicio

Otro músico peruano de categoría mundial es Álex Acuña, que saltó de su natal Pativilca (Barranca, Lima) a las grandes ligas del jazz-rock norteamericano, como baterista de Weather Report, una de las bandas más importantes de los setenta. Con ellos grabó dos discos fundamentales de este género, Black market (1976) y Heavy weather (1977) y tocó en el Festival de Montreaux, como apreciamos en este video. Desde entonces, Acuña ha tocado y grabado con los mejores artistas del pop, R&B, rock y jazz del mundo. Acuña nunca perdió su conexión con nuestro país, al cual regresa siempre para recitales y clases maestras. Probablemente no habría alcanzado tales logros en el Perú discriminador de entonces (y de ahora).

En los ochenta, Susana Baca pasaba los días en casa de Chabuca Granda, cantando y componiendo sofisticados landós y festejos, géneros que aprendió de sus familiares, fundadores de Perú Negro. Sin embargo, nadie notó su existencia hasta que David Byrne, inquieto músico de rock (cantante y guitarrista de Talking Heads), la descubrió y convirtió en estrella internacional a través de su sello Luaka Bop. Hoy es una artista global de gran importancia e incluso en 2011 fue invitada por el gobierno de Ollanta Humala para ser Ministra de Cultura, aprovechando su fama y buenas intenciones. Duró cuatro meses en el cargo. Baca se codea siempre con las ligas mayores de la escena del jazz, como por ejemplo aquí, junto a los sorprendentes Snarky Puppy.

Otros casos: el guitarrista Lucho Gonzáles, que hizo una exitosa carrera en Argentina, donde acompañó a Mercedes Sosa y formó El Trío, junto al pianista Lito Vitale y el quenista Jorge Cumbo -después reemplazado por Bernardo Baraj (aquí su extraordinario primer álbum de 1984); los hermanos Óscar y Ramón Stagnaro -fallecido en febrero de este año a los 67 años-, solicitados músicos de sesión que han grabado con Alejandro Sanz, Yanni, entre otros. Más recientemente, es notable el trabajo de Tony Succar, joven multi-instrumentista y productor que grabó en Miami el álbum Unity (2015), catorce canciones de Michael Jackson en ritmo de salsa, arregladas por él e interpretadas por más de 100 músicos y luminarias de la escena latina como Tito Nieves, La India, Jon Secada y Obie Bermúdez.

El éxito mundial de nuestros compatriotas es, sin duda, un orgullo para el país. Pero no debemos olvidar que son casos aislados pues sus trayectorias florecieron y se desarrollaron lejos de nuestras fronteras, libres de las limitaciones del sistema educativo nacional.

A los casos mencionados, podemos añadir otros, notables artistas que en nuestro medio solo son conocidos por tres tipos de público: sus colegas o allegados, los nostálgicos que vivieron en la época en que surgieron, y los conocedores, melómanos y coleccionistas, siempre minorías frente a los públicos masivos que admiran a los jueces de La Voz Perú. Por ejemplo, la cantante chiclayana Tania Libertad, a pesar de haber desarrollado una amplia carrera discográfica en el Perú, grabando música criolla, encontró éxito internacional únicamente cuando decidió emigrar a México, donde compartió escenario con grandes estrellas de la música latina, incrementando su repertorio con boleros, rancheras y poemas musicalizados. Un ejemplo, en este enlace.

Pero esta indiferencia interna hacia el talento nacional es de larga data: en los cincuenta, la soprano vernacular Yma Súmac -nombre real: Zoila Augusta Emperatriz Chávarri del Castillo- salió del Perú siendo una desconocida y llevó su impresionante rango vocal a los mejores auditorios de Norteamérica y Europa e incluso llegó al cine, grabó cuatro LP de antología para el prestigioso sello Philips Records y hasta obtuvo una estrella en el famoso Paseo de la Fama de Hollywood. Escuchemos Bo mambo, de su tercer álbum Mambo! (1954). Ambas comenzaron a recibir atención en nuestro país solo cuando las noticias de sus triunfos llegaron, como realidades innegables y de suculento potencial comercial, desde afuera. A partir de ello sus conciertos y producciones discográficas, antes limitados a pequeños grupos de seguidores, se anunciaron con grandes titulares en los cuales una frase hecha aparecía como repetición efectista y disforzada: “orgullo peruano”.

Lo mismo ocurrió con Aníbal López (percusionista) y Lucho Cueto (pianista), músicos y arreglistas cuyas habilidades fueron apreciadas por Celia Cruz, Héctor Lavoe, Cheo Feliciano, Willie Colón, entre otros. Ambos recorrieron Latinoamérica acompañando a estas estrellas de la salsa y acá son, por supuesto, material para los clásicos reportajes de cinco minutos que, una vez emitidos, se olvidan instantáneamente. Jamás podríamos relacionar sus exitosas trayectorias al apoyo del Estado, la empresa privada o el público nacional, siempre más dispuesto a “hacer famosos” a otros personajes de la escena local, destalentados que apelan sin descaro al escándalo mediático, la chacota o el barato exhibicionismo que tanto disfrutan las masas. Un caso reciente es el joven vocalista limeño Renzo Padilla, que desde hace varios años canta en la orquesta del extraordinario pianista Eddie Palmieri en los mejores escenarios y festivales de salsa y latin jazz sin que nadie se entere en los medios locales.

Y es que la ausencia de la música en las currículas escolares no solo afecta a la formación de artistas sino también a la capacidad apreciativa del público, que termina consumiendo únicamente lo que ofrecen los medios de comunicación convencionales y no desarrollan un conocimiento integral de las principales manifestaciones musicales del Perú. Nombres como Jorge Bravo de Rueda, Miguel Ángel Hurtado Delgado o Daniel Alomía Robles, por ejemplo, son absolutamente desconocidos masivamente, a pesar de haber compuesto Vírgenes del sol, Valicha y El cóndor pasa, tres emblemáticas canciones peruanas admiradas en el mundo entero.

Como vemos, la situación de los músicos talentosos -los conocidos y los que están en formación- en el Perú no está exenta de los problemas comunes que aquejan a su situación social, política y económica. Todos estos ejemplos –y otros, más populares, como Eva Ayllón o Gian Marco- han tenido posibilidades de crecer y consolidarse por las condiciones que les brindó el mercado internacional o los contactos que lograron hacer desde muy pequeños. Solo promoviendo la educación musical desde la niñez esta situación podría cambiar y dejar de ser una colección de casos aislados.

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Música

3. ¿Te sentiste menos que un hombre alguna vez?
Me siento menos poderosa que un hombre en el aspecto de fuerza física, sin embargo considero la igualdad intelectual y la capacidad de trabajo de manera similar. Aunque si comprendo que falta mucho para que las mujeres tengan las mismas oportunidades. La lucha tiene que continuar.

4. ¿Alguna vez decayó tu autoestima?
No siento que mi autoestima haya decaído, por el contrario la disciplina del deporte y el trabajo, el alcanzar las metas y la experiencia tenida en distintas actividades realizadas a través de los años, han formado mi personalidad y fortalecido mi autoestima.

5. ¿Qué recomendarías a las mujeres del Perú?
Que no se sientan a menos en los retos que deciden tomar, que se capaciten bien y que se atrevan a incursionar en tareas o actividades que tradicionalmente han sido realizadas por hombres.

6. ¿Nos puedes contar una anécdota?
Terminé mi carrera deportiva representando al Perú a la edad de 20 años. Cuando estaba por cumplir 40 llevé a mis hijas a que aprendieran a nadar a la Academia de Walter Ledgard, mi antiguo y querido entrenador. Fue allí donde me animó a volver a entrenar y competir en la categoría Masters. Desde entonces volví a las piscinas y, lo que yo nunca había soñado, a las competencias internacionales. Ese momento cambió mi vida y hasta ahora cada mañana amanezco con la misma rutina!!!! Y también me deja una enseñanza: nunca dejes de realizar actividades porque sientes que ya pasó el momento para hacerlas. Vive la vida con nuevos emprendimientos, con entusiasmo y alegría mientras la salud te lo permita.

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Deporte, Empoderadas, Mujeres en Perú

Con un Congreso mediocre, pero opositor, ha sido posible ponerle freno a muchas tropelías que el Ejecutivo ha querido perpetrar. No queremos ni imaginar la destrucción masiva del Estado, de la institucionalidad, de la economía y de la vida ciudadana que podría ocasionar que las izquierdas se hagan de los dos principales poderes del Estado, por obra y gracia de caprichos inmaduros de la derecha parlamentaria.

Se debe lograr un gran pacto opositor y presentar una lista única, encabezada por Lady Camones, que es quien tiene mayor representación y acuerdos tomados desde hace un año, y los que no fueron partícipes de ello deben sumarse a ese esfuerzo de agrupamiento partidario para conformar un gran frente opositor centroderechista, que sirva, además, de arma disuasiva contra los desmanes que el gobierno perpetra y va a seguir perpetrando con fruición.

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Congreso de la República, Derecha, Gobierno, Izquierda, Pedro Castillo

Alejandrino Montes, un jovencito en apariencia apacible, “eliminó a sus patrones con una determinación y simplicidad que heló la sangre de sus contemporáneos. Con sus diecisiete años cumplidos, el doméstico de la casa número 8 de la calle Condesa era alguien tan insignificante que resultaba invisible” (p.12). Una espada y un martillo cegaron la vida de los dueños de casa a quienes servía.

El español Genaro Ortiz, el descuartizador del Hotel Comercio, es uno de los personajes emblemáticos de este libro. Por lo pronto le debe el título. Un relato que prometía ser la prolongación de una picaresca termina con un martillazo en la cabeza de su compatriota Marcelino Domínguez, y luego armado de espeluznante paciencia despedaza el cuerpo y lo acomoda en dos maletas.

Podría seguir, pero no quiero parecerle un aguafiestas querido lector. Son 24 historias que han renacido gracias a la tenacidad con que Luis Jochamowitz se desliza en ese océano de tinta que es, en suma, una hemeroteca. Ya nadie irá al centro de cuello y corbata, como antaño, pero el crimen no cambia. Está siempre ahí, al acecho, presto a revelar los entresijos más oscuros de nuestra experiencia.

libro el descuartizador
Luis Jochamowitz. El descuartizador del Hotel Comercio y otras crónicas policiales. Lima: Planeta, 2022.

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Literatura

Avances de la Junta Nacional de Justicia (JNJ)

La JNJ es la institución que tiene entre sus competencias nombrar, previo concurso público de méritos y evaluación personal, a los jueces y fiscales de todos los niveles. En ese sentido, como parte de su labor, esta institución convoca a concursos en base a la demanda de cobertura de plazas vacantes. Actualmente, la JNJ ha convocado a ocho concursos públicos para la selección y nombramiento de 222 plazas vacantes de todos los niveles (98 de jueces y 124 de fiscales), de los cuales dos han culminado con el nombramiento de 2 fiscales supremos y 6 jueces supremos. 

Cabe mencionar que estos son los primeros concursos que convoca la JNJ desde que se instaló en el 2019, luego de la desactivación del ex Consejo Nacional de la Magistratura. La razón principal de la demora fue la falta de presupuesto, toda vez que, para poder convocar a un concurso público de méritos se necesita de las partidas presupuestales para cubrir las plazas vacantes.  

Tal como señala la CIDH, uno los problemas más frecuentes de la región que menoscaba la independencia de las y los operadores de justicia son los nombramientos en provisionalidad, porque coloca a estos funcionarios en situación de vulnerabilidad ante la influencia que, sobre su actuación, podrían tener factores de poder. En esa misma línea, la Corte IDH ha señalado que “los nombramientos provisionales deben constituir una situación de excepción y no la regla. De esta manera, la extensión en el tiempo de la provisionalidad de los jueces o el hecho de que la mayoría de los jueces se encuentren en dicha situación, generan importantes obstáculos para la independencia judicial.”

Urge que la JNJ culmine los procesos abiertos y convoque a nuevos concursos para revertir la alta provisionalidad existente en la carrera judicial y fiscal. Para cumplir este objetivo es importante que: i) el Poder Judicial y el Ministerio Público sinceren el número de magistrados titulares y provisionales e identifiquen los ámbitos priorizados a ser cubiertos en base a la demanda existente; y, ii) el Poder Ejecutivo otorgue mayor presupuesto para cubrir las plazas vacantes que se saquen a concurso. 

El movimiento “MeToo” movilizó a las mujeres como reacción a los abusos de acoso y agresión sexual que hombres han perpetrado, en muchas ocasiones desde posiciones de poder.

Los derechos de las personas transgénero, que anteriormente no habían sido ampliamente reconocidas como objetos de discriminación, también se han convertido en una causa importante.

La globalización ha hecho que las sociedades sean bastante más diversas, creando demandas por parte de grupos que fueron históricamente desatendidos por la sociedad.

A su vez, estas demandas han llevado a la reacción de otros grupos, más establecidos, que temen una pérdida de estatus y ser desplazados hacia el margen.

La globalización ha traído un rápido cambio económico y social. Pero no todos se beneficiaron de estos cambios.

El creciente volumen de bienes, dinero y personas que se movían de un lugar a otro trajo cambios disruptivos. Enormes nuevas clases medias surgieron en China, India y otros países emergentes, pero el trabajo que hicieron reemplazó el trabajo que habían hecho las clases medias del mundo desarrollado.

La manufactura se movió constantemente desde los Estados Unidos y Europa a Asia Oriental y otras regiones con bajos costos laborales.

Al mismo tiempo, los hombres estaban siendo desplazados por las mujeres en un mercado laboral cada vez más dominado por las industrias de servicios, y muchos trabajadores poco calificados se vieron reemplazados por máquinas.

La mayoría de los votantes blancos de clase trabajadora que votaron por Trump, coincidieron con su mensaje xenofóbico y antiinmigrante, ansiando retornar a un pasado en el que su estatus en la sociedad era más seguro.

La política identitaria ya no es un fenómeno menor, que previamente solo se desarrollaba en campus universitarios o en debates promovidos por los medios.

La política identitaria se ha convertido en un esquema conceptual que explica gran parte de lo que está sucediendo en los asuntos globales.

Y esta situación genera un desafío importante para las democracias modernas.

Desde los setenta hasta la primera década de este siglo, como parte del proceso de globalización, el número de democracias aumentó de aproximadamente 35 a más de 110. Sin embargo, en los últimos años el número de democracias ha disminuido y la democracia ha retrocedido en prácticamente todas las regiones del mundo.

Una y otra vez, diversos grupos consideran que sus identidades, sean nacionales, religiosas, étnicas, sexuales, de género o de otro tipo, no reciben el tratamiento adecuado.

Este proceso está llevando a que las sociedades democráticas se fragmenten en grupos basados en identidades cada vez más estrechas, amenazando la posibilidad de acuerdo, compromiso y acción colectiva por parte de la sociedad en su conjunto.

Este es un camino peligroso que conduce hacia la ruptura del estado y, en última instancia, al fracaso de la democracia.

A menos que las democracias puedan plantear una propuesta que respete la dignidad humana de manera más universal, y que esta pueda ser compartida por la mayoría, se enfrentaran a un conflicto continuo y al riesgo de derivar hacia el autoritarismo.


Twitter: @rafael.letts

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Política identitaria, sociedad actual

De no remediarse esta tugurización del centro y la derecha, le dejarán la mesa servida a un Guido Bellido o a alguien de ese perfil -si hay elecciones adelantadas- o a un Antauro Humala, si Castillo dura hasta el 2026 (el líder etnocacerista sale libre el 2024). El centro y la derecha jugarán a favor de la izquierda, la cual, en circunstancias normales, debería quedar en un cuarto o quinto lugar en la primera vuelta.

La tozudez del centro y la derecha peruanas es de antología. La vemos hoy mismo en el Congreso, donde es gracias a los votos de algunos de sus partidos (Acción Popular, Podemos y Somos Perú) que no prospera la hoy legítima y necesaria moción de vacancia. Por unas pesetas han vendido su dignidad.

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Derecha, Gobierno, Pedro Castillo
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