Cuando todo ello sea comprobado por la Misión de la OEA, deberá concluir que ha sido burdamente engañada por un presidente mendaz y taimado, que recurre a la victimización interna para subir puntos en las encuestas, pero que se ha excedido largamente, de modo temerario, comprometiendo al principal organismo continental en su propio edificio de mentiras.
Como ya ha anticipado el portavoz del Departamento de Estado de Washington, Ned Price: «Estamos dando seguimiento muy de cerca a la situación política de Perú y creemos que la rendición de cuentas es vital para un sistema político democrático«. Probablemente por allí vaya el tenor final del pronunciamiento de la OEA sobre el Perú y el gobierno habrá sumado un papelón internacional a sus dislates domésticos.