A pesar de la incertidumbre se ensayan diversas proyecciones respecto al comportamiento de la economía para el 2022.  ¿Cómo se hacen las proyecciones y por qué suelen fallar?

Todos queremos saber qué ocurrirá en el futuro. Es una condición innata del ser humano. Y de alguna manera todos pensamos sobre el tema. Imagínese a un médico que va a operar a un paciente. ¿Puede asegurar que todo saldrá bien?   Dentro de ciertos límites sí, pues antes ha hecho una serie de análisis que le brindan un grado de seguridad, que de hecho no es total. Y eso ocurre porque durante la operación pueden presentarse hechos imprevisibles que nadie hubiera contemplado antes de la misma.

Ahora pasemos a un economista. Suele ocurrir que cuando uno se encuentra con amigos en una reunión, surja la pregunta inevitable: ¿Cuál será el futuro del empleo? ¿Cuándo se recuperará?  ¿Qué pasará con el precio del dólar en las siguientes semanas? En primer lugar, lo único cierto es que no sabemos con precisión. En segundo lugar, lo anterior no quiere decir que no tengamos una idea, pues vivimos pensando en lo mismo; en tercer lugar, si la pregunta se hace a dos economistas lo más probable es que uno diga que bajará y el otro que subirá. En cuarto lugar, las respuestas opuestas merecen una explicación.

La economía no es un acto de fe ni de magia. Por ello, los economistas no predicen, pues en ese campo la respuesta de cualquier persona puede ser igualmente válida. Entonces, ¿qué diferencia a los economistas de los demás analistas profesionales? Pues que los economistas proyectan sobre la base de modelos.

Un modelo es una simplificación de la realidad. Primero hay que establecer una relación entre el comportamiento de la economía y las principales variables que inciden en su determinación, como por ejemplo la evolución futura de los contagios debido a la nueva variante y la situación política. Si suponemos que los contagios se controlarán, entonces no aumentarán las restricciones y la economía tendrá determinado comportamiento. Sin embargo, otra variable clave será el temor al futuro, pues quedará una especie de trauma que hará que la opción sea ahorrar y no gastar, con lo que las empresas no venderán como antes. Este último es otro supuesto con el que podemos estar o no de acuerdo. Alguna suposición se hará respecto a la política en 2022. Listamos todos los factores. Como son muchos, tomamos en cuenta los que a nuestro juicio son los más relevantes. Y asumimos que se comportarán de cierta manera. Y con eso proyectamos.

La clave está en comprender que las proyecciones que hagamos dependen de los supuestos de los cuales partimos. Si asumimos que los contagios están bajando y mantendrán la tendencia, que el empleo se recuperará a lo largo de todo 2022 y que los precios de los insumos alimentarios importados bajarán a partir de julio de 2022, entonces el resultado será tal.

Desde luego que esto no descalifica el uso de modelos y sus proyecciones. La llave está en incorporar aquellos factores más importantes tratando, en lo posible, de dejar de lado cuestiones ideológicas, para no forzar el resultado que queremos que ocurra.

La insistencia en un nuevo modelo económico supone responder dos preguntas: primero, ¿qué modelo tenemos ahora? Y segundo, ¿cómo sería el nuevo modelo? Se entiende que un modelo son solo los lineamientos generales y los problemas están en los detalles.

Tanto en la constitución de 1979, como en la de 1993, se define al modelo económico como una economía social de mercado. Ambas dieron resultados económicos distintos. Sea como fuere, la estrategia se basa en dos pilares: por un lado, está el mercado, en el que actúa el sector privado; ¿qué hace? Produce riqueza, genera empleo y paga impuestos; por el otro, está el estado, que actúa como redistribuidor y como regulador. Una cosa es lo que está escrito y otra, lo que pasa en la realidad. Ni todos los privados pagan impuestos ni el estado cumple sus roles. Entonces, ¿qué queremos cambiar?

Sin duda, la estrategia ha dado resultados positivos en las cifras macroeconómicas y en la reducción de la pobreza monetaria o por ingresos. Sin embargo, está claro algo que cualquier ciudadano sabe: que el Estado no funciona, lo que se refleja en la creciente inseguridad, los bajos niveles de educación y salud públicas, el exceso de tramitología y la baja credibilidad en las instituciones como el Poder Judicial, Jurado Nacional de Elecciones, Congreso y la policía nacional, además del cáncer que representa la corrupción. La bonanza macroeconómica no se ha conectado con el bienestar microeconómico.

Cuando se alude al cambio de modelo, lo que se está pidiendo es que el Estado funcione y enfrente los problemas que son su chamba y que nos afectan en nuestra vida diaria.  Las posturas difieren en cómo hacerlo, pero no en el hecho de que haya que hacerlo.

Hacer que el Estado funcione no es de izquierda ni de derecha, como tampoco lo es la lucha contra la corrupción; no hay modelo económico posible que funcione sin un Estado que actúe de acuerdo con sus obligaciones. Si entendemos que lo anterior es el modelo, sin duda alguna todos estamos de acuerdo con la necesidad de un cambio.

Sin embargo, cualquier estrategia alternativa a la que se ha descrito no puede ir en contra del crecimiento económico ni de la apertura hacia el exterior. Basta ver, en los últimos diez o quince años, la evolución de los países que optaron por un camino diferente, como Venezuela.

Muchos señalan que en Bolivia todo funcionó. Dos puntos: primero, funcionó mientras los precios de los productos primarios que exportaba estaban altos; segundo, si hubiera sido así, entonces, ¿por qué la población obligó a Evo Morales a renunciar después de 13 años? El tema no pasa por tener o no tener recursos naturales. De lo contrario, ¿cómo países como Noruega y Australia, que ostentan la mayor calidad de vida del mundo, son exportadores de bienes primarios?

El asunto no es tan simple como parece. ¿Cambiar el modelo, matizarlo o completarlo? ¿cambiar el modelo y parecernos más a Venezuela o mejorar la economía social de mercado con una reforma del Estado? El Estado no puede abandonar a la población. ¿Implica eso cambiar todo o mejorar lo que tenemos?

Mi posición personal, y respetando todas las opiniones en contrario, es que la estrategia requiere ser completada con una reforma institucional, donde la del Estado sea la pieza clave. El gobierno deberá trabajar en la construcción de un Estado al servicio de los ciudadanos, que otorgue seguridad, respeto a los derechos de propiedad, acceso a servicios básicos de calidad en igualdad de condiciones, etc. Ese es el Estado que necesitamos, sin que ello implique alterar las piezas básicas de la estrategia económica.

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Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, Modelo económico

Hoy más que nunca está claro que la política influye en la economía; no voy a caer en el deporte nacional de buscar culpables como si eso arreglara algo. Aquí no se trata de culpar a unos o a otros; el problema es que no confiamos en nadie ni en nada y en ese contexto es imposible que progresemos como sociedad.

Veamos a los países exitosos, entendiendo por exitosos aquellos que brindan altos niveles de bienestar a todos sus habitantes. Son países con alto nivel de confianza interpersonal. Entonces todo fluye. El gran reto que tenemos como sociedad es volver a confiar, si es que alguna vez lo hicimos.

Lo que pasa es que la economía no funciona en un vacío, sino en una realidad concreta. Y esa realidad se caracteriza por una desconfianza casi total. Entonces nos dedicamos a insultar y agredir a todos aquellos que piensan diferente. No somos una sociedad deliberante, en la que el debate alturado y basado en evidencia empírica nos lleve a lo más cercano a la verdad. La mitad quiere convencer a la otra mitad y si no lo logra, entonces la insulta.  No nos damos cuenta que así nos alejamos más unos de otros.

La cooperación puede hacer en economía que 2 más 2 sea 5. El conflicto hace que la misma suma sea 3. Vean como funcionan las sociedades con alta calidad de vida. Funcionan tanto el mercado como el estado, tanto el sector privado como el público. ¿Cómo así? Pues el mercado produce riqueza y beneficia directamente a través de buenos empleos a aquellos que tuvieron la suerte de estudiar, entre otras ventajas que les brindó la lotería de la vida. El estado cobra impuestos y con el dinero invierte en aquellos que no se pueden integrar tan fácilmente al mercado, a través de una educación de calidad, salud de primer nivel, seguridad ciudadana, acceso a agua potable y desagüe, etc. Son sociedades libres de corrupción. No se busca lograr cosas con trampa, sino se espera el turno. Son estados que usan bien el dinero que tienen en beneficio de todos.

Nuestra pregunta creo que tendría que ser, ¿cómo hacemos para que el entorno dentro del cual funciona la economía sea conducente a elevar el bienestar? Cada cinco años creemos que lo logramos en una en elección, para luego desilusionarnos. Los mismos que apoyaron a la persona que ganó se le voltean. Es historia vieja. Para desarrollar debemos crecer y reformar, pero por encima de todo, volver a confiar.

Lo que rodea a la economía es tan importante como la economía misma. Necesitamos mejores instituciones y aumentar el capital social, que simplemente se refiere a la confianza, tanto interpersonal como a aquella que tenemos en nuestras instituciones. Es urgente volver a creer para volver a crecer.

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Carlos Parodi, Credibilidad, Entendiendo de Economía

La creación de empleos es la principal necesidad ahora. Para lograrlo se necesita reactivar la economía. ¿Cómo hacerlo? Reactivar significa producir más. Las empresas, de todo tipo y tamaño, producen más cuando les compran más. Y cuando lo hacen, también crece el empleo. De ahí que reactivar implica que antes aumente la demanda. En primer lugar, la demanda tiene dos grandes componentes: la demanda externa (exportaciones) y la demanda interna, que tiene cuatro componentes: el consumo privado, el consumo público, la inversión privada y la inversión pública. Los aumentos en cualquiera de ellos elevan el PBI y por ende reactivan la economía. Por lo tanto, hablar de reactivar abre el abanico de cinco opciones que no son excluyentes entre sí; algo así como los motores de la economía.

Sin embargo, es crucial tener en cuenta los límites de utilizar cualquier combinación de cada una de ellas. Un aumento del consumo público o de la inversión pública está limitado por lo que el gobierno tiene y puede gastar. El gobierno tiene un exceso de gastos sobre ingresos. Esto impide que la reactivación se haga “desde el gasto público”, pues habría que financiar la diferencia con mayor endeudamiento. Y aunque nos podemos endeudar un poco más, no alcanza para el nivel de gasto que tendría que hacerse para mover la aguja de la economía. Además, la inversión pública representa solo 20% del total de la inversión.

La alternativa es reactivar por inversión privada. La experiencia internacional demuestra que es la única manera de lograr un crecimiento sano y sostenible; pero, ¿cómo hacer para aumentar la inversión privada? A veces es fácil decirlo, pero no se le puede obligar a nadie a invertir. Imagine que es su dinero; la pregunta es, ¿qué necesitaría para invertirlo? Un ambiente adecuado para que los proyectos puedan implementarse; marco tributario estable, reglas de juego claras, burocracia mínima, etc. El riesgo lo corre el inversionista y lo mismo vale para un pequeño emprendedor como para un gran proyecto. Nadie invierte si no confía. Insisto: colóquese en el caso que sea su dinero.

El camino es así: aumentar la inversión para que así se eleve el empleo, los ingresos y el consumo. La evidencia empírica avala la afirmación anterior. Lo que pasa es que las buenas intenciones no bastan. Si fuera una cuestión de buenos deseos, hace rato que seríamos una sociedad avanzada.

¿Y si además agregamos el motor exportador? Del total de las exportaciones peruanas, cerca del 80% son tradicionales, dentro de las cuales está minería. Los precios están determinados en los mercados internacionales, por lo que Perú puede hacer poco para alterarlos. Ahí hay que aprovechar los ciclos de auge de los precios de las materias primas.  Quedan las no tradicionales como, por ejemplo, agroindustria, textiles, joyería y calzado. Ellas requieren de una economía mundial en movimiento para que el resto del mundo demanda lo producido dentro del país. Y eso no depende del Perú.

El empleo no se crea por decreto. Nunca fue así. No es un tema de más leyes. Veamos la evidencia empírica mundial. La economía es una ciencia y no una creencia.

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Carlos Parodi, empleo, Entendiendo de Economía, Trabajo

En los últimos meses hemos valorado más que nunca la estabilidad monetaria: en 2021 la inflación anual fue de 6.99%, aumento sostenido básicamente en el crecimiento de los precios de los alimentos y la energía, en ambos casos causado por factores internacionales. Hoy, la inflación es un fenómeno mundial. Los precios internacionales del maíz amarillo duro, trigo, aceite de soya, petróleo y en especial los fletes marítimos experimentaron aumentos rara vez vistos.

El BCRP es un ente independiente del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) y es el encargado de las políticas monetaria (control de la inflación) y cambiaria (reducir las fluctuaciones bruscas en el tipo de cambio o precio del dólar). Su objetivo es preservar la estabilidad monetaria, definida como el logro de una meta anual de inflación de entre 1% y 3%. En 2021 la inflación superó la meta.

BCRP no tiene una meta con respecto del tipo de cambio, aunque sí interviene en el mercado, comprando o vendiendo dólares para evitar fluctuaciones bruscas. Por eso, vemos que cuando el precio del dólar sube o baja, lo hace de manera suave. El BCRP no fija el tipo de cambio, sino que reduce lo que los economistas llaman volatilidad, pues el precio del dólar depende del mercado.

Muchas veces asumimos hechos como obvios. Uno es la estabilidad monetaria, resultado al que a veces no damos, hasta ahora, el mérito real. El concepto se refiere al control de la inflación por parte del Banco Central de Reserva del Perú (BCRP). En los años 80, los aumentos casi diarios de los precios eran algo normal. En 1990, el incremento llegó a 7,650% solo ese año. Entre 2001 y 2020, el promedio anual fue de 2.4%; en 2020 ascendió a 1.9%. El problema ha sido 2021.

En su momento, lograrlo fue difícil. Una de las reformas clave fue independizar al BCRP de las presiones que recibía del Poder Ejecutivo. Eso se mantiene. Además, desde 2002 se estableció un objetivo único: la estabilidad monetaria, entendida como una meta anual de inflación de 2.5% +/- 1%, es decir entre 1.5% y 3.5% al año. En 2007 se ajustó la meta a 2% anual +/- 1%. El sistema se denomina metas explícitas de inflación. Si revisamos en cualquier país la relación entre estabilidad monetaria y crecimiento económico, esta es clara: a mayor estabilidad monetaria, mayor crecimiento.

¿Todos los bancos centrales del mundo tienen los mismos sistemas y metas? No. Por ejemplo, el de EE.UU., llamado sistema de Reserva Federal (FED), no tiene una meta explícita de inflación ni un objetivo único, pues tiene hasta tres metas: estabilidad monetaria (sin meta numérica), crecimiento económico y pleno empleo.

El BCRP es autónomo. Está prohibido de prestarle dinero al Poder Ejecutivo, entregar dinero a entidades de fomento o establecer distintos tipos de cambio. Las tres eran características de la década de los 80, que terminaron en hiperinflación y en una de las peores crisis económicas de nuestra historia. La autonomía le otorga al BCRP libertad para establecer su política monetaria sin presiones del Ejecutivo. Y eso ha sido respetado por todos los presidentes de los últimos 30 años.

El compromiso con la estabilidad monetaria y la independencia del banco central debe ser asumido por todos. Es una lección de nuestra propia historia económica.

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2021, Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, Inflación

La población tiene dos necesidades urgentes: salud y empleo. En paralelo atravesamos una turbulencia política e institucional y una tercera ola. Por un lado, tenemos que evitar el crecimiento de los contagios y por otro, volver al diálogo y dejar los insultos y las agresiones. Si no tratamos de entendernos, perdemos todos, pues la vida no mejorará para nadie. Hoy más que nunca el entorno que rodea a la economía es fundamental, pues no se crece ni se desarrolla en un vacío.

Para que el empleo aumente es necesario crecer. Y para crecer se requiere antes aumentar la inversión privada, pues esta representa el 80% de la inversión total. Sin embargo, ¿es suficiente el crecimiento? Claramente no. Lo que sucede es que el crecimiento es un medio, que puede servir para aumentar el bienestar. Y digo “puede” porque hay muchas economías que atraviesan por una fase de crecimiento, medido por los aumentos en el PBI, pero no desarrollan. El crecimiento significa producir más, mientras que el desarrollo está vinculado con el bienestar.

Se requiere elevar la inversión privada.  Negarlo es ponerse de espaldas a toda la evidencia empírica e histórica. También es fundamental tener instituciones creíbles, algo que se observa es difícil de lograr, pero indispensable.

¿Por qué es necesario crecer? Porque es un paso intermedio para apuntar hacia el desarrollo. Existen dos razones por las que es necesario crecer: por un lado, si las empresas producen más, el Gobierno recauda más y por lo tanto, aumenta la capacidad de gasto del Estado; por otro, genera empleo. Ya no podemos engañarnos: fue la caída del PBI de 2020 la que originó el aumento del desempleo. Y fue el mal funcionamiento del estado, tanto antes como en 2020, lo que impidió que estemos preparados en salud y en educación para afrontar una situación como la vivida.

Entonces, ¿qué ocurre?; en primer lugar, el hecho que el Estado tenga dinero como consecuencia del crecimiento, no significa que sepa cómo gastarlo; una de las grandes reformas ausentes en lo que va del siglo es la del Estado; en segundo lugar, los efectos de las políticas sociales no se ven en el corto plazo sino en el mediano y largo plazo, suponiendo que hayan estado bien diseñadas e implementadas y no alteradas por los nuevos gobiernos; en tercer lugar, existe un alto nivel de desigualdad, no solo de ingresos sino también de oportunidades y regional; este último problema es una característica histórica de América Latina. En cuarto lugar, el Estado no está garantizando un acceso a servicios básicos de calidad; educación y salud de baja calidad son centrales para sostener el crecimiento y cruciales para elevar el bienestar. En quinto lugar, la infraestructura es deficiente, en especial en la conexión entre sectores rurales y los mercados. En sexto lugar, la corrupción en instituciones básicas, como el poder Judicial. En séptimo lugar, el gran ausente es la reforma institucional. No pretendo ser más extenso en la lista, pero así no es posible desarrollar.  Sólo crecer, no alcanza, aunque es indispensable para poder desarrollar.

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Carlos Parodi, crecimiento, Desarrollo, Entendiendo de Economía

Crecer significa producir más, tanto de bienes como de servicios y se mide a través del aumento en el Producto Bruto Interno (PBI). En el Perú, la economía cayó 11.1% en 2020 comparado contra 2019 y en 2021, aunque todavía no hay cifras cerradas, se espera crezca entre 11% y 13%. Ahora, aunque parezca un trabalenguas, en la cifra de 2021 solo implica un crecimiento de 0.5% comparado con 2019.

Más allá de ello, ¿por qué es importante crecer? Primero, crecer no es igual a aumentar el bienestar, aunque pueden estar relacionados. Segundo, si se produce más, puede intuirse que se generará más empleo. Eso es parcialmente cierto al menos por dos razones: por un lado, las empresas para producir más no siempre contratan más personas, sino que pueden invertir en tecnología, pues baja costos. Esto significa que se produce más porque se usan más máquinas. Por otro, ¿existen siempre disponibles ciudadanos que tengan la educación y capacitación que las empresas necesitan? Pese a ello, el crecimiento suele venir acompañado de un aumento del empleo.

Segundo, otra razón por la que es importante producir más es porque se eleva la recaudación tributaria, a pesar de la informalidad existente (78.2% de los trabajadores). Los años de mayor crecimiento coinciden con aquellos en los que el Estado ha recaudado más. Y con ese dinero, el Estado, en sus tres niveles (central, regional y municipal o local) tiene los recursos para gastar, en especial en aquellos aspectos relacionados con el bienestar de los ciudadanos, como educación, salud, seguridad ciudadana, etc. Con las necesidades que tiene el país, es lógico preguntarnos cómo puede ser que los ministerios, gobiernos regionales y municipales, entre otras entidades públicas, no gasten todo el dinero que tienen. La falta de capacidad de gestión y la corrupción son características y no anomalías.

Note, estimado lector, que no es un problema de falta de dinero, sino que simplemente no se usa. Queda claro entonces que la economía puede crecer, pero si no se crean los empleos adecuados y/o no se usa todo el dinero disponible, entonces no se sienten los beneficios del crecimiento.

Tercero, otro tema que está empíricamente probado es que para reducir la pobreza y la desigualdad, asumiendo que se gaste bien, se necesita crecer a tasas de 5% o más cada año de manera sostenida. Y ese es el reto. Lograr esos ritmos de crecimiento solo es posible con mayor inversión y/o aumentos en la productividad, definida como la eficiencia con la que una economía combina sus recursos de producción. Además, como siempre en la vida, se requiere algo de suerte, reflejada en este caso en un entorno económico externo favorable.

Por lo tanto, las preguntas a nuestros gobernantes pueden plantearse así: ¿qué van a hacer para que la inversión, pequeña, mediana y grande, aumente? ¿Qué medidas van a tomar para elevar la productividad de toda la economía? Las respuestas a estas preguntas serán el punto de partida para las que sigues: ¿cómo piensan hacerlo? ¿Tenemos el marco institucional adecuado? Preguntas concretas para las que requerimos respuestas. Me queda claro que se trata de una tarea compleja, pero para eso, al menos quiero creer, es que un candidato se presenta a una elección, gana y asume la presidencia. ¿Cuál es la agenda para 2022?

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Insistir en algunos de los principios básicos de la economía es fundamental en los momentos actuales. No son de izquierda ni de derecha.

En primer lugar, las personas, empresas y gobiernos toman decisiones, sean buenas o malas, acertadas o no, pero no hay duda de que deciden. Lo hacen porque tienen algún objetivo, sea este personal, grupal o de cualquier índole y al hacerlo, comparan los beneficios y los costos de cada decisión. Por ejemplo, si alguien quiere pasarse un semáforo en rojo, compara los beneficios (avanzo más rápido) con los costos (es poco probable que me ampayen o si lo hacen, lo arreglo).

En segundo lugar, todo lo anterior ocurre porque una característica central de la economía es el reconocimiento de que los recursos son escasos. No podemos hacer todo al mismo tiempo. Si tenemos una determinada cantidad de dinero, usarla en una alternativa significa dejar de hacerlo en otra. Si el gobierno decide gastar más en, digamos, salud, tendrá que sacrificar dinero que iba a ser usado en seguridad ciudadana, y así sucesivamente. Lo mismo ocurre con cualquiera de nosotros.

En tercer lugar y como consecuencia, a lo largo de nuestras vidas, sea desde el punto de vista familiar o laboral, lo cierto es que enfrentamos disyuntivas y tenemos que escoger por alguna de ellas y en esto no hay discusión. Podemos discrepar en por qué elegir una opción sobre otra, pero no en el hecho de que tenemos que escoger.

En cuarto lugar, el dinero no crece en los árboles. Los gastos se financian con ingresos; lo mismo es válido para una familia, una empresa o un gobierno. Supongamos que está pensando en que el gobierno desea aumentar los sueldos a los maestros. Suena bien para todos los maestros, pues sus sueldos son muy bajos. Pero, ¿de dónde saldrá el dinero? Es muy fácil decir que hay que gastar sin que se explique de dónde sale el dinero. Cualquier propuesta que no cuente con esa información es un deseo, pero no una propuesta seria. ¿A quién le están quitando el dinero para el aumento de sueldos? Si el dinero sale de deuda, entonces tengamos claro que mañana pagaremos más por concepto de impuestos para poder financiar ese gasto de hoy. El populismo, en economía, significa no entender que la economía tiene límites. No es posible gastar por encima de los ingresos de manera indefinida.

En quinto lugar, el costo de oportunidad es el costo de la mejor alternativa dejada de lado y está presente en toda decisión. Veamos un ejemplo. Si el gobierno decide gastar, siguiendo con el ejemplo, en aumentar los sueldos a los maestros, entonces se tendrá que reducir el gasto en otros rubros, por ejemplo, agricultura. 

En sexto lugar, las decisiones deben tomarse sobre la base de evidencia empírica. De lo contrario, son solo opiniones. Y todos podemos opinar lo que nos plazca en cualquier área. Siempre que escuchemos propuestas, debemos hacernos dos preguntas: ¿quién paga?, ¿cuáles son los efectos no visibles de cada decisión?

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Carlos Parodi, Entendiendo de Economía, Principios básicos

Desde que comenzó el gobierno actual, el tipo de cambio ha tenido una tendencia hacia el alza. Subió luego del nombramiento del gabinete Bellido y, con su salida y el nombramiento de Mirtha Vásquez como primera ministra, de a pocos tendió a bajar, pero luego de pocos retornó a los 4 soles. De ahí que convenga analizar cómo se determina el precio del dólar en el Perú. Flotación administrada o sucia es el sistema cambiario que usamos. Mercado más intervención del BCRP.

El tipo de cambio se determina por el libre mercado; esto significa que, cuando existe abundancia de dólares, su precio tiende a bajar y, en situaciones de escasez, aumenta. La caída del precio del dólar se denomina apreciación del sol y su subida se llama depreciación del sol, pues el sol vale menos con respecto del dólar cuando el tipo de cambio sube.

Sin embargo, y a diferencia de otros mercados, el banco central (BCRP) interviene en el mercado para evitar fluctuaciones bruscas, pero no para alterar su dirección. Si por razones de mercado, el tipo de cambio sube, el BCRP no evitará que ello suceda, pero sí hará que la subida sea suave.

¿Y cómo lo hace el BCRP? Pues si observa que el tipo de cambio está subiendo de manera brusca, entonces vende dólares hasta asegurar que su aumento sea lento. Los dólares los toman de las reservas, más específicamente de la posición de cambio, que es una parte de las reservas. Si el precio del dólar bajara muy rápido, entonces el BCRP compraría dólares hasta que la caída sea lenta.

Se entiende, entonces, que el precio del dólar depende del mercado. Hagamos un poco de historia reciente. Entre 2003 y 2011 el enorme crecimiento de las exportaciones, en especial mineras, a China le generó un fuerte ingreso de dólares. El tipo de cambio bajó por esa razón y, cada vez que el BCRP consideró que la caída era brusca, compró dólares y así aumentó la posición de cambio, que es una cuenta del BCRP en la que se acumulan los dólares así comprados.

Luego de la primera vuelta electoral, ocurrieron dos hechos: por un lado, las personas (naturales y jurídicas) compraron dólares pues tenían la expectativa de que subiría más. El temor generó el aumento de la demanda. Por otro, una buena cantidad de dólares, por la misma razón, salió del país, reduciéndose así la oferta. Mayor demanda y menor oferta solo pueden resultar en el aumento del tipo de cambio. Muchos analistas criticaban al BCRP. Sin embargo, y a pesar de la incertidumbre política, el BCRP logró estabilizarlo a través de la venta de dólares.

¿Y por qué el BCRP no fija el tipo de cambio? Los controles de precios generan daño a la economía. Y el tipo de cambio es el precio del dólar. Nadie puede adivinar en cuánto tendría que estar el tipo de cambio. En la década de los 80 teníamos un tipo de cambio fijo, llamado dólar MUC (mercado único de cambios), y lo único que se logró fue un enorme mercado negro en el que el dólar se transaba a un precio muy alto. En ese sistema, el BCRP asignaba los dólares al tipo de cambio indicado por él mismo y la corrupción por el favorecimiento de malos funcionarios a algunos con los que tenían conexiones terminaron con las reservas. Además, el exportador estaba obligado a entregar los dólares que recibía al BCRP, que le entregaba intis (la moneda de esa época) al tipo de cambio fijado. Las exportaciones se desplomaron. Ya es historia antigua.

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Carlos Parodi, Dólar, Entendiendo de Economía
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