Según ha trascendido, el presidente Castillo no hará cambios en el gabinete ministerial hasta el día 100 de su gobierno. Una vez más cede ante Vladimir Cerrón, quien ya le ganó la pulseada cuando conformó el gabinete (que, en principio, tenía otros nombres convocados), y luego con el intento de Castillo de cambiar a Bellido y alguno más, en la famosa reunión en la casa del titular de Justicia, Aníbal Torres.

Cerrón lo ha vuelto a hacer. Supuestamente, Castillo, a su retorno del periplo que lo llevó por México y Estados Unidos, venía con el sable desenvainado dispuesto a tomar varias decisiones: alejarse de Cerrón, sacar a Bellido, Maraví y varios otros del gabinete, romper con el Movadef y amenguar los ímpetus de una Asamblea Constituyente. Al parecer, eso se ha postergado, sabe dios por qué extraña razón política.

Lo cierto es que este hecho nos ratifica en la percepción de que estamos en medio de la peor de las situaciones políticas: con la de un Presidente incapacitado para tomar decisiones difíciles o controversiales, si ello le va a suponer algún costo. Un holograma nos gobierna.

Entre tanto, el país se ve sumido en la creciente desesperanza. A la crisis política permanente que vivimos se sumará pronto la económica. El BCR ha pronosticado un crecimiento de 0% en la inversión privada el próximo año. Algunos economistas estiman que podría, inclusive, ser negativa. Y a ello pronto se le agregará un grado ascendente de conflictividad social, producto de la frustración de las sobreexpectativas generadas entre sus propios votantes.

En tales circunstancias, se espera que el Congreso tome las decisiones correctas pronto y las sepa ratificar, más adelante, si el proceso social, político y económico del país se deteriora en medio del pasmo presidencial.

Por lo pronto, sería extremadamente grave que el Legislativo no censure a un ministro denunciado por filosenderista como Iber Maraví, primero, y que luego no vaya a la carga contra otros impresentables (léase, por ejemplo, el ministro de Cultura, autor del papelón internacional que hemos hecho como país en un evento como la Feria del Libro de Guadalajara).

Y luego, el Parlamento deberá estar atento, si es que la degradación política del gobierno continúa y nos lleva a una situación de ingobernabilidad, que empiece a complicar los principios mínimos básicos de convivencia social. No se pueden tolerar cinco años de destrucción impune del país.

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Congreso de la República, Iber Maraví, Presidente Castillo

Este 30 de setiembre acude al Congreso, a ser interpelado, el ministro de Trabajo, Iber Maraví. Su caso, sin embargo, es tan contundente, que el desenlace a anticipar es que el Legislativo lo censure y lo saque del gabinete, tarea que en verdad debió ejecutar el propio Presidente, pero ya conocemos de las deficiencias de carácter de las que adolece nuestro primer mandatario.

No es admisible ni un milímetro de concesión al filosenderismo que exhiben algunos miembros allegados al gobierno y, en este caso, un ministro de Estado, que ha sido denunciado en sinfín de ocasiones por medios como La República o Beto a saber, mostrándose serias denuncias de haber sido partícipe de Sendero Luminoso y de haber perpetrado, directa o indirectamente, atentados terroristas. Figura su nombre, en ese sentido, en atestados policiales de la época.

No se puede normalizar la presencia de exsenderistas activos o filosenderistas, como los del Movadef, en el entorno del gobierno. Puede llegar a ser, inclusive, causal de vacancia por incapacidad moral que un Primer Mandatario nombre o se vincule a gente con ese pasado o presente.

Ojalá no seamos testigos en esta ocasión de la claudicación moral de las bancadas del centro, en particular, las de Acción Popular y Alianza para el Progreso, quienes le extendieron el voto de confianza a un gabinete impresentable, el peor consejo de ministros que se recuerde en toda nuestra historia republicana, por lo menos desde los 80 hasta la fecha.

Frente a un gobierno, que hasta que no se defina internamente, conforme lo trascendido (sin Bellido, Cerrón, Maraví, Constituyente, ni Movadef), lo correcto, en términos de la oposición, es ser intransigente, dura y enérgica, sin concesiones ni contemporizaciones, que lo único que hacen es envalentonar al régimen y reforzarlo en su idea, si acaso la tiene, de que puede gobernar los cinco años restantes albergando en su seno la morralla descrita.

La censura a Maravi, sobre quien, parece, el gobierno no hará cuestión de confianza, es una prueba de moralidad del Congreso. La primera valla no la pasó, al darle la confianza al gabinete Bellido. Esta segunda, si la transita con probidad y consecuencia, debería ser el inicio de una tendencia de fiscalización extrema a un régimen que, probado está, solo parece funcionar a punta de ajustes y presiones.

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exsenderistas, filosenderistas, Iber Maraví, Movadef

El reciente incidente político, que ha comprometido al premier Bellido y a la Cancillería, donde el primero le ha llamado la atención a su colega ministerial a través de un tuiter, invitándolo a renunciar si no sigue la presunta “línea” del gobierno en materia de política exterior, solo corrobora la inmensa precariedad política con la que se maneja este gobierno, con la anuencia silente del holograma que tenemos de Presidente, el profesor Castillo.

Tiempos muy difíciles, signados por la inoperancia y la mediocridad, se avecinan, si el presidente Castillo, no se empodera del cargo, no asume su investidura, y no toma decisiones radicales respecto del guiso indigesto que ha armado de gabinete.

Tienen que salir Bellido, Maraví, tres o cuatro más, tiene que romper definitivamente con el cerronismo, expectorar al Movadef y adláteres, tiene que bajarle los decibeles al absurdo tema de la Constituyente, y luego de eso dedicarse a gobernar un periodo que, si no fuera por su propia medianía, se ofrecería como propicio y promisorio.

¿Lo podrá hacer? Habría que guardar un pequeño atisbo de optimismo. Esperar a que reaparezca el Castillo líder de la huelga magisterial y que se imbuya de ese mismo ánimo beligerante, que entonces puso en jaque a todo un gobierno, y que con ese talante sea capaz de tomar las decisiones referidas, que no son fáciles, pero que son imprescindibles si se quiere construir un escenario mínimo de gobernabilidad.

Si no lo hace, serán cinco años de espanto, donde a la crisis política en curso se le sumará pronto una crisis económica, producto del desplome de la inversión privada, y seguramente crisis social, con protestas en las calles, producto de la frustración de las sobreexpectativas que ha generado un gobierno surgido de abajo.

Mantener el statu quo es condenar el país a perder cinco años, en medio de una situación externa económica que debería, por el contrario, convertir este lustro en un ciclo de prosperidad. Se espera que al regreso de su periplo por el exterior, Castillo tome las decisiones necesarias. Si, por el contrario, cree que puede seguir postergándolas, “jugando a la casita” en Palacio, simplemente se confirmaría, para desgracia del país, que elegimos a un inepto crónico, muy por debajo de la talla mínima para ejercer algún rol de mando.

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Crisis política, crisis social, Inversión privada, Presidente Castillo

El proyecto de ley presentado por el congresista Abel Reyes, de Perú Libre, que propone declarar de necesidad pública “la justa y equitativa distribución del espectro electromagnético y radioeléctrico” de la radio, la televisión y otros medios de comunicación, es claramente un intento de amordazar a la prensa y controlar los contenidos periodísticos.

Bajo el pretexto de que se despliegan en frecuencias del espectro electromagnético, que son propiedad del Estado, es una vieja aspiración de la izquierda controlar los contenidos de los medios y hacer así “más democrática” la información.

¿Quieren crear desconcentración en la radio y la television y que de ese modo no haya oligopolios? Pues, que se acelere el apagón analógico, que se abran las señales abiertas al mercado digital, que las nuevas frecuencias se subasten (no que se asignen a dedo, como se hizo con los actuales canales de señal abierta) y que de esa manera se multiplique por diez o veinte el número de medios de comunicación radiales y televisivos.

¿Quieren evitar que la publicidad estatal se convierta en “mermelada” que acalle voces críticas y afecte directamente la independencia empresarial y periodística de los medios? Pues creen un organismo autónomo, que centralice toda la publicidad del Estado y bajo estricta supervisión de la Contraloría, que distribuya las partidas millonarias de publicidad del Estado en base a criterios objetivos de medición de lectoría o rating, no de acuerdo al arreglo bajo la mesa del jefe de Comunicaciones del ente estatal, coludido con un medio en particular a cambio del favor del buen trato posterior.

En esa medida, no hace falta disponer por ley que un porcentaje de la publicidad estatal vaya a los medios regionales. Si existiese el organismo señalado, por mandato imperativo deberá colocar parte importante de su pauta en los medios locales, que en todas las regiones del Perú, tienen más lectoría o sintonía que los medios limeños (ese sí es un hecho de justicia. Es absurdo que el 99% de la publicidad del gobierno central vaya a medios limeños, cuando éstos tienen nulo impacto en otras regiones fuera de Lima).

Por allí es el camino correcto, no por proyectos de ley adefesieros, a los que se les ve el fustán censor a la legua y que, felizmente, de acuerdo a lo que han declarado los voceros de diversas bancadas de oposición, no será aprobado.

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Libertad de prensa, Perú Libre, radio, Televisión del Perú
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