La muerte de Abimael Guzmán debe celebrarse en medio de una reflexión patriótica sobre las causas y consecuencias de un fenómeno como fue el de Sendero Luminoso en el horizonte histórico peruano.

Lo primero que debe resaltarse es la naturaleza ideológica del grupo terrorista. No fueron dementes insanos que se dedicaron a perpetrar actos violentos simplemente para divulgar ideas o generar efectos psicológicos.

Fueron eso también, pero fue su matriz ideológica la causa eficiente de esos actos: el pensamiento marxista leninista maoísta que hoy, se ve con preocupación, sigue siendo reivindicado por muchos en el país.

La radicalidad de Guzmán y de Sendero, comparable a la que inspiró el genocidio de Pol Pot en Camboya, puede haber sido un signo particular del “pensamiento Gonzalo”, pero la barbarie de la violencia que desplegó y enlutó a decenas de miles de familias peruanas, está contenida y es consecuencia lógica de un pensamiento político como el señalado. Guzmán, a lo sumo, hizo en la práctica, lo que muchos en la izquierda de los 80 pregonaban ideológicamente sin atreverse a dar el paso hacia las armas.

Debe recordarse, además, que Sendero creció y puso en jaque al Estado peruano gracias a la disfuncionalidad de un aparato estatal inoperante e inexistente, fruto de su destrucción por obra y gracia del velascato. Esto también es importante advertirlo. No fueron los rezagos oligárquicos los que explican a Sendero. Ya ellos casi no existían. Fue el Estado destruido por el fallido experimento socialista militar el que generó las condiciones estructurales predisponentes para la aparición y crecimiento de un grupo como el senderista.

Abimael Guzmán muere a un día de conmemorarse los 29 años de su captura, el 12 de setiembre de 1992. Es ocasión de insistir, una vez más, en la obligación cívica de celebrar ese día con todos los honores que se merece un hecho que cambió la historia del Perú y permitió que la democracia sea hoy, a pesar de sus insuficiencias y problemas, un sistema vigente. Debe declararse feriado nacional el 12 de setiembre y que todas las generaciones, al menos un día al año, recuerden la tragedia humana de la que el Perú se libró. El solo recuerdo de su salvajismo ideológico debiera bastar, dicho sea de paso, para interpelar a quienes hoy, desde el propio poder, relativizan el itinerario de sangre y muerte que dejó Sendero Luminoso en la historia de la República.

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29 años de captura, Abimael Guzmán

Empiezan a vislumbrarse los primeros arrebatos autoritarios de un gobierno que se ha empeñado en cometer yerro tras yerro y ahora parece haber encontrado la fórmula para no resolverlos, como correspondería, y pasa por inventar enemigos externos a quienes atacar y buscar que ello genere un efecto distractor.

Así, hemos escuchado a la primera vicepresidenta, Dina Boluarte, y al titular de Justicia, Aníbal Torres, arremeter, en uno de los dos casos agraviantemente, contra la prensa, acusándola de distraer al país de los asuntos importantes y de centrarse en menesteres de menor relevancia.

Como si la cercanía de Sendero Luminoso al gobierno (Bellido, Maraví, etc.), la incompetencia de varios ministros y funcionarios públicos, la radicalidad obtusa de Vladimir Cerrón, el silencio dubitativo del Presidente, etc., fueran, primero, asuntos menores, y, segundo, inventados por los medios de comunicación.

Es necesario advertir la eventualidad de que estemos ante los primeros pasos de una estrategia de gobierno destinada a recuperar alguna popularidad aplicando la estrategia de la confrontación autoritaria. Ya se ha hecho así en otros países de la misma órbita. La prensa, los grupos de poder y el Congreso opositor han sido las instituciones elegidas para armar un muñeco conspirativo que, ese sí, distraiga a la población de los reales problemas políticos que el país afronta por obra y gracia del propio gobierno.

Hay que estar alertas y mostrar unidad. Así como se exige a la oposición congresal democrática que se muestre coordinada, así como los gremios empresariales deben salir de su modorra y activar sus alarmas respecto de los despropósitos económicos del gobierno, la prensa en su conjunto debe entender que frente a una amenaza autoritaria debe mantener la más férrea unidad, sin distingo ideológico o afán competitivo.

La ideología del gobierno, ese indigesto guiso de maoísmo castillista y leninismo cerronista, alberga en su seno evidentes gérmenes autoritarios que ante las primeras frustraciones gubernativas -que ya deben estar sintiendo-, aflorarán y harán que se elija frentes de batalla artificiales para disimular la propia mediocridad.

No vienen tiempos fáciles para la democracia peruana. Lamentablemente, el pueblo se equivocó al elegir a su gobernante y lo hizo por alguien no solo ideológicamente descaminado sino además personalmente incapacitado para gobernar con relativa eficacia.

Son los costos de la democracia y hay que asumirlos hasta donde sea posible, pero lo que no debe ser admitido bajo ningún concepto es que a causa del paulatino descrédito en el que viene cayendo el régimen, pretenda desplegar psicosociales arremetiendo contra libertades fundamentales, como la de prensa, piedra de toque de una democracia que se precie de funcional.

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anibal torres, Dina Boluarte, Guido bellido, Iber Maraví, Presidente Castillo

“El pequeño Jesús, quien perdió a su madre hace 26 días por COVID-19, se encuentra bajo el cuidado de un albergue. Un coágulo en el cerebro lo tiene al borde de la muerte, por lo que piden ayuda para conseguir un dispositivo de S/ 5.000 lo más pronto posible. El Hogar Mantaro de la Congregación Hijas de María Auxiliadora hace un llamado a la comunidad para conseguir de manera inmediata un kit cerebral que permitirá salvarle la vida a uno de los niños que tienen a su cuidado.

Se trata del pequeño Jesús, de 4 años de edad, quien ha sido diagnosticado con un coágulo en el cerebro. En estos momentos él permanece en una cama de cuidados especiales ubicada dentro del albergue, pero necesita ser intervenido quirúrgicamente con urgencia, pues la ruptura del coágulo puede darse en cualquier momento, lo que significaría su muerte inminente”.

Me tomo la licencia de citar in extenso una nota publicada por el diario La República porque llama a la sublevación moral ver que la salud pública es una calamidad sin nombre, que explica sobradamente la anomia cívica que se extiende en el país entre los sectores populares.

Sin una salud pública eficiente y de calidad, ecualizadora de las desigualdades sociales, no seremos viables como República. En este caso en particular, el Minsa está obligado a tomar cartas en el asunto y actuar para resolver el problema. No se debería necesitar la caridad. Es una obligación del Estado brindar una salud pública como derecho consagrado. Ojalá el ministro Ceballos actúe de inmediato.

Está pocos días en el poder la administración de Castillo, pero si algo se espera, más allá de sus devaneos ideológicos y su incapacidad de liderazgo, es que al menos en salud y educación marque la diferencia respecto de gestiones precedentes que hicieron poco o nada al respecto.

Se debe construir un sistema único de salud pública. EsSalud debería ser disuelto y pasar al Minsa, sus aportes sumarse a la remuneración mensual de los trabajadores (y pronto ojalá ocurra lo mismo con los aportes a la ONP y a las AFP, haciendo voluntario el sistema) y para ello se necesita que se produzca un incremento presupuestal significativo para atender la necesidad de construir ese sistema.

En el proyecto de presupuesto para el 2022 hay un incremento del 6% para el sector Salud respecto del pliego del año en curso. Es muy poco y debiera revisarse. La viabilidad del país y el debilitamiento de opciones antiestablishment pasa por edificar una educación y una salud públicas de primer orden. El caso que da pie a esta columna no hace si no revelar cuán lejos estamos de alcanzar ese objetivo.

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AFP, ONP, Presidente Castillo

Es hora de que el Congreso vuelva a poner sobre el tapete una interpelación al gabinete Bellido en su conjunto -no solo a Maraví- y de no encontrar cabales respuestas, proceder a la censura. Nunca, en verdad, debió otorgársele la confianza cuando se presentó en el Congreso.

Hoy después de confirmarse los vínculos filosenderistas del Premier y de varios ministros, además de la absoluta incompetencia de otros, o la proliferación en otros tantos titulares de pliego de conductas reñidas con temas de equidad de género (violencia familiar, incumplimiento conyugal, etc.), sin contar con el radicalismo de la facción cerronista que este gabinete alberga, es imperativo que el Congreso ejerza control político sobre este desaguisado y gaste su bala de plata para conminar al Presidente a recomponer el gabinete y ver si así lo ayuda a salir del entrampamiento en el que se encuentra y del que aparentemente no puede escapar.

Está fuera de toda tolerancia democrática admitir que se permita a Sendero Luminoso, a través del Movadef y del Fenate, merodear Palacio de Gobierno como si fuera su casa. Eso no admite consideraciones estratégicas ni cálculos de gobernabilidad. Hay que zanjar con esas licencias ideológicas que el Primer Mandatario permite con ligereza punible. No es tema de polarización gratuita o de terruqueo ultraderechista. Es evidente el grosero papel que cumplen agrupaciones filosenderistas en las esferas del poder, con la anuencia o pasividad del propio presidente Castillo, y eso no puede permitirse.

El Congreso, baluarte de control político del poder Ejecutivo, debe ponerse los pantalones y actuar en consecuencia. Este es el momento en el que debe hacerlo, no cuando sea demasiado tarde y ya se haya normalizado la inconducta palaciega.

El pueblo que votó por Castillo no es proterrorista ni prosenderista y, como revelan las encuestas, rechaza ese comportamiento político del gobierno. Ese pueblo creciente y mayoritario requiere que el Congreso esté a la altura de su representación.

A ese esfuerzo deben sumarse todos los partidos de la oposición democrática. No solo la derecha -que ha mantenido en ristre una actitud de vigilancia- sino también el centro, que claudicó en la presentación del gabinete Bellido, pero que ahora tiene la oportunidad de reivindicarse frente a sus propios electores.

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Congreso de la República, Gabinete Bellido, Maraví, Movadef, Pedro Castillo
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