Lo que más daño le haría al gobierno es que quien asuma la alcaldía limeña dé una demostración de manejo tecnocrático, eficiente, veloz, íntegro, de la administración municipal, que por ese solo hecho contraste con el manejo desprolijo, improvisado, incompetente del gobierno central.
En ese sentido, mucho se juega en esta elección. Puede abrir un camino de esperanza a la ciudadanía respecto de que el modus operandi de Castillo y Perú Libre (al peor estilo del más malo de los gobiernos regionales) no ha llegado a la Presidencia para instalarse por muchos años, sino que apenas se dé la oportunidad electoral del recambio, el país tendrá frente a sí opciones distintas que reenderecen la nave nacional por el camino de la sensatez. Ojalá los que postulan a Lima sean conscientes de ello.