¿Cómo dar un ‘feedback’ transparente y eficaz?

Las organizaciones que comprenden la importancia de la retroalimentación buscan que sus jefes y líderes hagan comentarios objetivos orientados a tomar acciones de mejora, sin embargo, lo principal es aprender a recibirlos y realizar cambios en función a ello.

La retroalimentación o ‘feedback’ es una comunicación que se realiza dentro del equipo de trabajo para hacer evaluaciones y mejorar el desempeño de un área. Palabras como “es mejor hacerlo de este modo” o “buen trabajo” son ejemplos claros de que estos comentarios pueden ser positivos y deberíamos realizarlos y recibirlos con frecuencia.

Uno de los problemas con el ‘feedback’ según Galia MacKee, Consultora Senior at Cambridge International Consulting, es que es el receptor el que decide si lo acepta o no, y esta habilidad no es innata, hay que cultivarla.

“Si bien las personas estamos orientadas al aprendizaje, aprender sobre nosotros mismos no es un proceso fácil ni necesariamente placentero. Junto con nuestro deseo de aprender está nuestro deseo de ser apreciados, aceptados y respetados, tal como somos”, explicó en una columna para el portal Infocapital Humano.

Claves para hacerlo bien

En líneas generales, una retroalimentación eficaz es oportuna, porque se realiza lo más cerca posible a la acción por mejorar, es objetiva, porque apunta al comportamiento y no a la persona en sí, y su intención es positiva, no busca castigar. Como en estos casos la forma es tan importante como el fondo, Pilar Jericó, empresaria, conferenciante y colaboradora de El País, aconseja seguir estas recomendaciones:

Buscar el momento adecuado. Lo ideal es esperar a que la otra persona puede estar más receptiva, pero tampoco espere semanas, meses o años.

Escoger el mejor canal. El texto escrito es muchísimo más frío que una llamada y que una comunicación cara a cara. Si el tema es importante, es mejor quedar con la otra persona para tener esa conversación en persona.

Un mensaje que sea aplicable. Por ejemplo, decir “no me gusta tu manera de hablar” deja a la otra persona sin saber qué cambiar. Es diferente de “tu tono de voz es muy alto”, al menos ya sabe que podría descender algunos decibelios su tono de voz.

Cuidado con las palabras prohibidas. Evite palabras como “siempre” o “nunca”. Por ejemplo, “nunca sacas la basura”. Otra palabra peligrosa es “pero”. Si dice “Cuánta iniciativa tienes, pero qué mal trabajas en equipo”, seguramente, la persona recordará solo lo último.

Específico y útil. Evite dar mil y una vueltas con una gran cantidad de datos, sin hacerle ver qué puede hacer para resolverlo.

Por último, Julián Torres, administrador de empresas de la Universidad de los Andes, comenta en un artículo para Forbes Colombia que lo más sano para las organizaciones es mostrar que todos pueden dar ‘feedback’. Si esto se desincentiva, se corre el riesgo de estar en la oscuridad sobre los problemas reales de la compañía y que se produzcan fugas de talento porque prefieren irse de un lugar donde no pueden dar su opinión.

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