Renzo Leon Velarde

Emprendedor 2.0: Con Todo y Contra Todo

Los emprendedores hemos sido siempre el motor silencioso y masivo que ha movido al país para salir de diferentes crisis y esta vez no será la excepción.

Yo recuerdo cuando se decía que el emprendedor le tenía miedo a la bancarización, al uso de tecnología, a que no le paguen en efectivo. Cuando se decía que el emprendedor evitaba la formalidad a toda costa y que los impuestos, las comisiones de tarjeta y costos de este tipo, mataban el emprendimiento. Yo recuerdo cuando se decía que eso nunca iba a cambiar.

Eso nunca ha sido verdad y es faltar el respeto a los emprendedores decir que no tienen voluntad de ser formales, deseos de aportar a un mejor país, interés por crecer y mejorar con el uso de la tecnología. Lo cierto es que nadie ha hecho los esfuerzos de incentivar, fomentar, difundir y avanzar en un verdadero esquema de formalización moderno y eficiente en el que no se asuman cosas ni se pretenda solo sancionar por sancionar, poniendo rompemuelles al emprendedor mientras trata de avanzar. En lugar de darle buenas pistas por donde circule su emprendimiento, donde pueda crecer y aprender, sintiendo que vale la pena todo lo que hace, aporta y desarrolla.

¿Cómo saber si eso es posible? Bastó una pandemia para lograr lo que ningún gobierno logró. Masificar la tecnología, la bancarización y fomentar crecimiento. Lo triste es que no se aprovechó esto para de igual manera, generar formalidad y dinamizar a la sociedad. Todo lo contrario, el sector informal creció de 70% a 80%.

Entonces, ¿qué tenemos? Un híbrido que refuerza la capacidad de resiliencia, transformación y crecimiento del emprendedor, pero que además desnuda la total ausencia de creatividad, interés y apoyo de parte del Estado hacia lo que motiva a alguien a ser formal. Formal = Impuestos es la percepción general. Eso es todo, no hay más valor agregado para el emprendedor. Impuestos = Corrupción es la otra igualdad que ya es parte de la excusa general y vaya que ahí si se hacen los esfuerzos para reforzar esa idea.

Pero destacando lo positivo, ante el riesgo que trajo la pandemia en contraste con la necesidad de seguir haciendo negocio, el emprendedor no se quedó y se transformó. Así nació en 2020 el EMPRENDEDOR 2.0. Hoy en día, es normal ir al mercado y que la casera de la verdura use con total seguridad y confianza más de una billetera móvil. Ella al hacerlo, ha tenido que romper la barrera del temor hacia no recibir efectivo, romper la negativa a que su venta pase por el banco, superar el bloqueo que sentía cuando le decían que debía gestionar su negocio desde el celular. Hoy, la casera entendió que su negocio sigue siendo el mismo pero la forma de pago ya no. Que ahora es mucho mejor, más ordenada, sin riesgos ni errores y le deja más tiempo para vender más. La casera es una EMPRENDEDORA 2.0 y, como ella, millones de emprendedores alrededor del país también lo son. Lamentablemente, el Estado no es un Estado 2.0 ni lo será hasta que entienda que debe ser parte de la solución y no solo poner rompemuelles a cada paso del emprendedor.

¿Qué debe hacer quién? El emprendedor ya hace su parte. No solo produce para si mismo y para una sociedad que no puede parar, sino que además lo hace adaptándose al cambio, usando tecnología, entendiendo que su negocio es inevitablemente parte de una cadena donde participa la tecnología, la salud, el sistema financiero, sus proveedores y sus clientes. Si falla alguien en la cadena, pierden todos. El Estado, sin embargo, no hace su parte y, por lo tanto, no es parte de la cadena. El 80% del país productivo se mueve en una cadena sin presencia del Estado. ¿Qué hacer? Dejar de asumir que, por tener negocio, tiene que pagar impuestos y punto, sin mayor acercamiento, explicación, acompañamiento y, por lo tanto, tenderle trampas al emprendedor, buscar que caiga, que “pise el palito” para cerrarlo, multarlo, acosarlo.

En resumen, dejar de ponerle rompemuelles y empezar a ayudarlo a entender los beneficios de ser formal, de tributar de acuerdo con su tamaño y acompañarlo en ese proceso de crecimiento. Fomentar mediante espacios de negocio, que el EMPRENDEDOR 2.0 quiera participar, que sienta que el Estado es un aliado más que lo ayuda. El Estado tiene que verse a sí mismo como un proveedor que tiene que fidelizar al cliente para que le siga comprando. Tiene que mostrarse como un aporte de valor a cambio de esos impuestos que espera recibir. Que el pago sea una consecuencia de un buen servicio y no una obligación que se castiga sino se cumple.

Ya tenemos un EMPRENDEDOR 2.0 productivo y aportando todos los días a mejorar como sociedad, falta que el ESTADO 2.0 nazca, madure y se sume a la cadena productiva. Esa parte lamentablemente no se ve venir, pero no por eso vamos a parar. Los emprendedores hemos sido siempre el motor silencioso y masivo que ha movido al país para salir de diferentes crisis y esta vez no será la excepción. Emprender no es solo una forma de ganar dinero, es una forma de vida y nos seguiremos abriendo paso con todo y contra todo.

Hoy cuando pases un rompemuelles, piensa en tu rol en la sociedad para hacerlo desaparecer.

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