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Tomándonos el pelo

Para anotarse unos puntos políticos, la municipalidad de Lima apoyó en la recolección de cabello destinada a ‘limpiar’ el derrame de petróleo de Repsol. Esto, sin embargo, no solo resultó siendo inútil. Según biólogos consultados por Sudaca, también podría generar más daño al fondo marino. ¿Qué hizo la gestión del fantasmal Jorge Muñoz con el colectivo que sigue usando ese método en las playas de nuestro litoral? Nada: se lavó las manos.

Uno de los episodios más vergonzosos del ecocidio cometido por Repsol fue el apoyo de la Municipalidad Metropolitana de Lima (MML) a un colectivo que proponía recolectar cabello para absorber el petróleo. Las autoridades ambientales le bajaron inmediatamente el dedo a esta iniciativa, por inútil. Sin embargo, hoy los voluntarios siguen haciendo las labores de “remediación” sin que nadie −menos la MML− les diga nada. 

“Si una entidad gubernamental se involucra en estos procesos, tiene que estar en todas las etapas, no solo abrir espacios públicos. Deben verificar que existan resultados positivos y que no incremente el impacto ambiental”, dice la regidora de Lima Jéssica Huamán. Y efectivamente: el Reglamento de Organización y Funciones (ROF) de la comuna que preside el fantasmal Jorge Muñoz los obligaba a, por lo menos, emitir opinión técnica al respecto. Pero ni siquiera eso han hecho.

LAVADO DE MANOS

Para el colectivo BioAmbientalistas los cabellos rizados, lacios y trinchudos eran claves en la limpieza de las playas de Ventanilla, Ancón y Santa Rosa, manchadas por el derrame del pasado 15 de enero. Su propuesta era elaborar “cadenas bioadsorbentes” –también conocidas como ‘salchichas’– de 10 metros a base de pelo humano, doble fibra de nylon y malla raschel. Y para ello necesitaban donaciones.

A la Gerencia de Servicios a la Ciudad y Gestión Ambiental de la MML, que encabeza Elvira Ávila Ascarruz, esto le pareció una buena idea. Y, sin hacer ninguna indagación que identificara sus posibles impactos y resultados, decidieron apoyar la iniciativa habilitando puntos de acopio durante el último fin de semana de enero.

 

Parte de la promoción que hizo la Municipalidad de Lima de la campaña de recolección de cabello para BioAmbientalistas»

El apoyo que la municipalidad de Lima le dio al colectivo BioAmbientalistas fue logístico e incluyó dos puntos de recolección: uno en el Pasaje Santa Rosa, a espaldas del Palacio Municipal; y otro en la Alameda de la Integración, ubicada al lado del Estadio Nacional. Ambos centros funcionaron el fin de semana del 22 al 23 de enero, de 10 a.m. a 4 p.m.

Como resultado, la municipalidad recolectó 30 kilos de cabello gracias a 470 donantes. Todo fue entregado a BioAmbientalistas el 2 de febrero, de acuerdo a un informe remitido a la regidora metropolitana Huamán, quien pidió información al respecto.

El documento, al que accedió Sudaca, revela que la municipalidad de Lima coordinó con BioAmbientalistas de manera informal. No se firmó, ni en servilleta, un convenio u otro tipo de acuerdo que estableciera responsabilidades entre las partes. Menos se pidió alguna prueba que anticipara resultados. Lo que sí se hizo fue promocionar el apoyo en las redes sociales de la MML. 

Según contestó la comuna, esto fue así por “la premura de la emergencia”, pero al interior del mismo colectivo señalan motivaciones políticas. “Siempre hemos trabajado de manera independiente. Las municipalidades nos contactaron a nosotros, pero querían vincularlo a su trabajo. Cuando el tema político se involucra demasiado ya no es voluntariado. Les explicamos la dinámica y dijeron que estaba bien”, asegura Tania Saboya, activista ambiental y vocera de BioAmbientalistas.

Después de recolectar cabello para el colectivo, la comuna metropolitana se desentendió de la campaña. Así se lo dejaron saber a la regidora Huamán cuando preguntó si la municipalidad intervendría en la recolección del petróleo. “El colectivo en mención se encarga de la elaboración de prototipos de cilindros absorbentes y de la limpieza”, respondieron. 

La respuesta llamó la atención de la regidora, pues el artículo 166 inciso 2 del Reglamento de Organización y Funciones (ROF) de la entidad señala que la Subgerencia de Gestión Ambiental debe, cuando menos, “emitir opinión técnica ambiental a iniciativas privadas, estudios u otras iniciativas propuestas alcanzadas por las unidades orgánicas” de la comuna. Esto incluye campañas como las de BioAmbientalistas. 

 

En el chat de WhatsApp que tenían funcionarios de la municipalidad y varios colectivos interesados en apoyar la campaña, también se lavaron las manos, según constató Sudaca. El 27 de enero, por ejemplo, uno de los biólogos voluntarios preguntó si la Subgerencia de Gestión Ambiental supervisaría la elaboración de las ‘salchichas’ y las pruebas de eficacia de estos mecanismos. Un funcionario de la municipalidad le contestó que, al tratarse de un derrame de petróleo, esto no encajaba con sus funciones.

 

Chat BioAmbientalistas
La respuesta que recibieron los biólogos de parte de funcionarios de la MML sobre porque ya no apoyarían la iniciativa de BioAmbientalistas.

“Como la MML no tiene competencias atribuidas por el gobierno central en el sector hidrocarburos, no le corresponde emitir opinión técnica sobre iniciativas relacionadas con el mencionado sector”, aseguró en el chat. Pero la regidora Jéssica Huamán lo contradice. “La municipalidad cuenta con profesionales capacitados para hacer seguimiento a este tipo de actividades”, apunta.

“Actuaron más como activistas que como gestores públicos. Se convirtieron en una ONG. Nos dijeron que no podían emitir una opinión técnica sobre hidrocarburos, pero se trataba sobre el nivel de contaminación del agua”, apunta el biólogo Diego Padilla, quien, al ver la iniciativa de la MML, decidió investigar si tenía sentido la campaña. Pronto se dio cuenta que no.

El abandono de la municipalidad ocurrió luego de que el Oefa y el Ministerio del Ambiente emitieran un comunicado conjunto el 24 de enero que señalaba que, frente a la magnitud del derrame, “el uso de cabello resulta una herramienta poco efectiva” y que incluso “su manipulación podría generar más residuos en el mar”. Antes, el Oefa ya le había hecho un desplante público al alcalde de Lima, Jorge Muñoz, luego de que este emitiera un tardío tuit. 

Al cierre de esta edición, la municipalidad de Lima no atendió nuestras consultas.

POCA EFECTIVIDAD Y MAYOR RIESGO

Sin supervisión gubernamental de ningún tipo, BioAmbientalistas ha continuado sus peludas actividades hasta hace unos días. Así lo dejan ver en su cuenta de Facebook. Y van a seguir haciéndolo, al menos por las próximas semanas. “Nosotros vamos a continuar hasta que lo que recolectamos se termine. Ya nos queda poco, luego veremos otro tipo de estudios. El mar también se contamina con otras cosas como basura”, dice Tania Saboya, vocera del colectivo.

A mitad de febrero, BioAmbientalistas difundió en sus redes sociales los resultados de un estudio propio donde señalaban que uno de sus cordones de cabello retenía 426,8 gramos de hidrocarburos en una hora. El “test”, sin embargo, fue hecho en baldes llenos de agua contaminada y no en el mismo mar afectado. 

«BioAmbientalistas ha seguido trabajando en estos últimos meses. Su última intervención, según sus redes sociales, fue hace un par de semanas».

 

“Debe existir un sinceramiento de esas cifras. Se entiende el compromiso, pero las soluciones deben ser a gran escala. Esa es una de las lecciones del derrame. El uso de skimmers [aparatos para recoger hidrocarburos en agua] y barreras deben ser aplicados por Repsol, no la ciudadanía. El cabello sigue siendo una herramienta poco efectiva”, explica Gardenia Jiménez, decana del Colegio de Biólogos del Perú. 

Insistir a estas alturas con utilizar cabello para mitigar los daños del ecocidio de Repsol es un absurdo, de acuerdo a biólogos consultados por Sudaca. El pelo sí puede “absorber” hidrocarburos, pero su eficacia se reduce rápidamente. “Matter of Trust [precursora en este método] explicó que en un máximo de 72 horas [después del derrame] el sistema funciona, después de eso ya es difícil porque no hay evidencia de que la película tornasolada de petróleo se adhiera al cabello. Lo que hemos visto es que la primera intervención recién fue después de dos semanas”, dice el biólogo Diego Padilla. La asociación también señaló que nunca se ha utilizado cabello a escalas como la del ecocidio de Repsol, añade.

Gardenia Jiménez, la decana del Colegio de Biólogos también explica que este método podría expandir el daño ambiental ocasionado en el mar. “El problema con el cabello como cualquier absorbente orgánico es que va absorber petróleo y el agua. Pero, cuando lo hace, el peso de las denominadas ‘salchichas con cabello’ se incrementa y se va hundir contaminando con petróleo en otro nivel hasta el fondo del mar”, apunta.

Y también podría afectar a la fauna marina si es que las “salchichas” están mal armadas y los cabellos se dispersan en el mar. “A eso se refiere [el Minam y el Oefa] con que las actividades no pueden hacerse de manera independiente y sin asistencia técnica o equipamiento”, sentencia Jiménez. 

Diego Padilla, junto a otros biólogos preocupados, hicieron llegar las advertencias a la comuna metropolitana en un documento que sintetizaba la bibliografía al respecto. Trabajo que les tomó dos días, pero que para la MML fue imposible de hacer. “Si vas a priorizar tu estrategia de comunicación política para una actividad que no conoces, no tienes protocolos y donde la bibliografía dice que no se sabe si funciona de la mejor forma, y además estamos a destiempo, en mi opinión no tienes idea de qué hacer con el problema”, dice el biólogo sobre el accionar de la comuna.

No hay mayor claridad sobre la potencial contaminación extra que un mal uso del cabello en el mar podría ocasionar, pero el riesgo es grande. “Es importante que la población se involucre, pero debe contar con asesoramiento estatal precisamente para no caer en irregularidades. Si esto genera residuos peligrosos, ¿dónde se disponen?, ¿quién va a encargarse de ello? Debe existir una trazabilidad en el recojo de residuos”, señala la decana Jiménez. 

“Fue una medida mediática y desesperada que se tuvo con la ciudadanía participante. Hay que acercarse al colectivo y explicarles técnicamente que esto ya no corresponde. Se les agradece la voluntad, pero en este momento podrían ocasionar más problemas sin contar con el respaldo de las autoridades”, sentencia la decana Jiménez. La municipalidad de Lima quiso tomarnos el pelo. 

 

 

**Fotoportada por Darlen Leonardo

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Jorge Muñoz, Municipalidad de Lima

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