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Golpe desde adentro - Viviana Rodríguez

El golpe desde adentro

¿Qué sucedió realmente el 7D? A las 6 de la mañana del miércoles 7 de diciembre, nueve horas antes de que se inicie la sesión plenaria del Congreso que tendría como único punto de agenda la votación para declarar la vacancia en la Presidencia de la República, y, por lo tanto, sustituir constitucionalmente al maestro Pedro Castillo por la abogada Dina Boluarte, varios celulares comenzaron a sonar en algunos puntos de la capital.

A las 6 de la mañana del miércoles 7 de diciembre, nueve horas antes de que se inicie la sesión plenaria del Congreso que tendría como único punto de agenda la votación para declarar la vacancia en la Presidencia de la República, y, por lo tanto, sustituir constitucionalmente al maestro Pedro Castillo por la abogada Dina Boluarte, varios celulares comenzaron a sonar en algunos puntos de la capital.

En el comedor de la residencia presidencial, el teléfono del primer mandatario sonó con el tono programado por la hija menor del mandatario. Al otro lado de la línea, uno de los pocos congresistas leales a Castillo le comunicó que los “golpistas” solo tenían entre 80 y 82 votos fijos. El tercer intento de vacancia iba a ser un fracaso más. Castillo, un hombre de pocas luces y escaso vocabulario, pero ducho en el arte de la conspiración permanente, le dijo a su interlocutor que les comunique a sus operadores que “ajuste” a los indecisos. “Tú ya sabes cómo”, le recalcó antes de cortar la comunicación.

Lejos del Palacio de Gobierno, en la amplia y bien amoblada casa que el presidente del Congreso ocupaba desde años atrás, el hombre acostumbrado a dormir poco, mantenerse siempre en buena forma física y comer con frugalidad cogió su celular y se comunicó con uno de sus ayudantes, comando del Ejército como él, y repasó una a una todas las tareas encomendadas a su equipo para ese día trascendental. Durante esa comunicación, José Daniel Williams se enteró que el comandante general del Ejército le había confirmado al recién nombrado ministro de Defensa que en un par de horas formalizaría su renuncia irrevocable a la posición militar más importante del país. El ayudante de Williams le dijo a su compañero de armas que el general Walter Córdova dejaba el mando del Ejército para no involucrarse en las movidas non sanctas promovidas por el ministro Gustavo Bobbio.

En una calle de Breña, a pocas cuadras de distancia de la casa de la calle Sarratea, es decir del epicentro de la corrupción chotana, la tacneña de humilde extracción pero de ambición sin límites, llamaba por tercera vez en los últimos noventa minutos al ex presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, diciéndole: “Doctor Aníbal, maestro, mis fuentes me han dicho que los cerronistas van a apoyar la vacancia. Yo ya tengo el borrador del mensaje a la Nación. Tenemos que convencer al hombre que ‘dispare antes que lo maten’, doctor”. “No solo a él, Betssy, no solo a él”, y colgó sin despedirse.

Entre ese amanecer y el mediodía que sacudió al país y asombró a muchos en el ancho mundo, Castillo, Williams, Aníbal y Betssy Betzabe iniciaron las movidas que terminarían con la destitución del golpista, la fuga y su posterior captura, la traición de todos los complotados en la aventura anti democrática y el juramento de Dina Boluarte como primera presidenta del país. 

Desde adentro 

Cuando el canal del Estado tomado por los incondicionales de Torres y Betssy interrumpió su programación para dar pase al mensaje presidencial donde Castillo, copiando al Fujimori del 5 de abril de 1992, anuncia la disolución del Congreso, la intervención del Poder Judicial, el Ministerio Público y el Tribunal Constitucional, la inmovilización ciudadana mediante el toque de queda y el gobierno del país por decretos leyes, se activan todas las alarmas en la Fiscalía de la Nación, más aún cuando los jefes policiales adscritos a la oficina del doctora Patricia Benavides le informan que Castillo había ordenado su detención y traslado a una carceleta, el equipo de fiscales decide permanecer en su sede principal para preparar la denuncia por rebelión porque José Pedro Castillo Terrones había quebrantado el orden constitucional.

“Fueron unos minutos confusos cuando los oficiales leales a la Constitución nos informaron que Castillo y Torres estaban saliendo de Palacio hacia la Embajada de México situada en una casona sanisidrina. En ese momento, la fiscal Benavides llama al comandante general de la Policía Nacional, quien estaba reunido con los otros comandantes generales y el jefe del Comando Conjunto. El alto jefe policial le dice a la doctora Benavides que podría detener al golpista en flagrancia. La titular de la acción penal le dice que proceda, que era lo ajustado a la legalidad. El comandante general de la PNP le dijo que ellos podían proceder en la medida que ‘usted lo autorice y nos respalde, porque en esos temas la legalidad la conduce el Ministerio Público’. Como en esos momentos la situación era aún confusa, la fiscal y el general deciden esperar hasta que el Congreso consiga los 87 votos para subrogar al Presidente de la República. Por eso, una vez que se consiguen los 101 votos y se lee la resolución que declara vacante la sede del Poder Ejecutivo, se le ordena a un destacamento de la Sub Unidad de Acciones Tácticas (SUAT) que detenga a la caravana presidencial, capture al ciudadano Castillo Terrones y lo conduzca a la Prefectura. En síntesis, en el momento que el presidente del Congreso lee la resolución de la vacancia, y Betssy Betzabe huye con rumbo desconocido, Castillo y Torres son detenidos por la Policía.

Una vez detenidos los golpistas, la Fiscal de la Nación se dirige a la Prefectura para realizar los actos propios de tan histórico momento”, nos dice con voz firme y perfecta dicción nuestro informante.

Finalmente, nuestra fuente nos dice: “Minutos después de escuchar el acta de detención, el expresidente Castillo mira a la fiscal Benavides y le pregunta: ‘¿cómo está mi hijita, cómo está mi Alondrita?’. Castillo sabe que ha perdido”.

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Castillo, Dina Boluarte, golpe

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