Parodi, Aldo

De la ineptitud a la indiferencia

“ He aquí la alarma que debería estar sonando por todas partes, sin doble moral, sin doble rasero, no podemos ser indiferentes ante tanta ineptitud, discursos de odio y la normalización de la corrupción y la amoralidad.”

Desde que el Perú retornó a la democracia luego de 12 años de dictadura militar, hemos tenido 12 gobiernos, incluidos aquellos de los efímeros presidentes Paniagua y Sagasti, así como el gobierno de paso de Merino.

Centrándonos en aquellos que han tenido al menos un año, como el de Belaúnde (1980-1985), García I (1985-1990), Fujimori (1990-1995 y 1995-2000), Toledo (2001-2006), García II (2006-2011), Humala ( 2011-2016 ), PPK (2016-2018), Vizcarra (2018-2020) y Castillo (2021 a la fecha) tendremos, sin duda, diferentes opiniones sobre qué tan buenos o malos han sido.

Pero en algo en lo que quizá podemos estar de acuerdo, o al menos la mayoría, es en la ineptitud o incapacidad que los diferentes gobiernos han tenido para poder resolver los eternos problemas de la ciudadanía, que con el tiempo más bien, se han ido acrecentando. 

Desde que se unificó a las 3 ramas de la policía en la PNP, la seguridad ciudadana ha ido decayendo sistemáticamente. Las municipalidades, al ver las calles vacías de supervisión, optaron por establecer los serenazgos, pero con poca efectividad y con ello la delincuencia campante ha tomado nuestras calles sin ningún pudor y con total impunidad.

Los paupérrimos servicios de salud no ofrecieron ninguna resistencia a la llegada de la pandemia del COVID-19, ya que con 100 camas UCI y sin atención primaria, fueron, ante la indolencia de las autoridades, más bien una puerta abierta al despiadado avance del virus que causó la muerte de más de 200 mil compatriotas que ahora sus familias extrañan. 

Y, por último, para no seguir dándonos de latigazos, el sistema de educación pública está cada vez más politizado, con pésima infraestructura y menos orientado a dar una formación plural de excelencia a los alumnos.

Esta ineptitud tiene otro componente ya más moral, ético, que es la indiferencia. 

Esta indiferencia no solamente se refleja en un Estado de espaldas a las necesidades básicas de las poblaciones más vulnerables, sino, además, en una aceptación del statu quo y lo que es peor, a convivir y aceptar a la corrupción como parte de nuestras vidas.

Ya no sorprende ver a un candidato a la alcaldía de Lima, como Gonzalo Alegría, llamar prostituta a una periodista en vivo y que la gran parte de las lideresas políticas o de opinión no condenen de forma enérgica este comportamiento, normalizando así, al abuso de género y la deleznable doble moral.

Tampoco sorprende escuchar al abogado de Castillo, Benji Espinoza, decir que es “ilógico ocultar a Fray con Lay” cuando su deber como ciudadano y abogado debería ser presentar en público a este tal Lay, si realmente existe. Pero esto es tan normal como que desaparezcan las imágenes de la residencia de palacio justo cuando se encontraba la sobrina de visita. Y no pasa nada.

El presidente tiene 6 carpetas de investigación abiertas por parte del Ministerio Público por ser el supuesto líder de una organización criminal, con evidente direccionamiento de licitaciones públicas a sus familiares y amigos, y por flagrantes obstrucciones a la justicia, pero tiene 25% de aprobación.

Hemos normalizado que nuestras autoridades apelen a la división de los peruanos con discursos de odio, de resentimiento étnico, social y económico, que sabemos solo llevarán a la desunión y al surgimiento de opciones radicales violentas como la de Antauro Humala, que ahora controla el Ministerio de Defensa a través de un correligionario. “Y el cadáver ay, siguió muriendo“.

He aquí la alarma que debería estar sonando por todas partes, sin doble moral, sin doble rasero, no podemos ser indiferentes ante tanta ineptitud, discursos de odio y la normalización de la corrupción y la amoralidad.

No podemos dejar que nuestro Perú sea un moribundo olvidado por su gente, es la tierra que nos vio nacer, y tomo el último párrafo del poema “Masa” de César Vallejo, que quizá, nos llene el alma con un poco de esperanza: “Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste, emocionado; incorporóse lentamente, abrazó al primer hombre; echóse a andar…».

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Candidatos, Elecciones

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