Alonso Rabi

Delirio editorial

Los últimos años en el Perú han sido testigo de un crecimiento significativo de editoriales independientes, algo que sin duda habla de buena salud en medio de un entorno que parece haber normalizado la crisis y la confrontación como formas de vida. Fundar una editorial, en tal sentido, es una apuesta por recuperar la capacidad de diálogo, es propiciar encuentros, espacios de libertad, reflexión y goce tan necesarios para todos.

Con estas palabras quiero saludar la reciente aparición de un nuevo sello editorial peruano, De Lirio Ediciones, que dirigirá sus esfuerzos sobre todo a público infantil y juvenil, desde ya un plausible propósito. Sus impulsores son Jéssica Rodríguez, experimentada editora y autora en este segmento etario y el escritor –y recordadísimo profesor de Literatura– Carlos Garayar, que ha incursionado también con éxito en el mencionado nicho de lectores.

Delirio Ediciones ha comenzado sus actividades lanzando tres volúmenes primorosamente editados. El primero de ellos reúne dos famosos poemas de Rubén Darío: “Sonatina” y “Margarita”, ilustrados por Eduardo Masías. Dos asuntos resaltan aquí: en primer lugar, rescatar a un autor clásico que constituyó un puente crucial hacia la definición de la literatura latinoamericana; de otro lado, algo no menos importante: ofrecer la poesía como género de iniciación o refuerzo del hábito lector.

El segundo es un cuento de la autoría del propio Garayar, La niña que no sabía soñar, con ilustraciones de Jéssica Valdez. La historia es sencilla, pero tiene un profundo trasfondo poético: el personaje es una niña, como dice el título, que “no sabía soñar”, que era incapaz de establecer ese contacto fantástico y asombroso con otras dimensiones de la experiencia que ocurre durante el sueño. El problema se resuelve, pero no espera que se lo cuente. Lea.

Finalmente, del propio Garayar, una fábula inspiradora, ilustrada por Natali Sejuro: Hip Hip, el hipopótamo. La estructura del cuento, brevísimo, recuerda un poco a las muñecas rusas, pero no puedo contarle más ni decirle cómo ni por qué. Le toca a usted pasar la vista por las páginas de este delicioso relato, hipo mágico incluido.

Interesante notar la autonomía de estas historias, que supera largamente aquel malentendido que dicta que los textos destinados a estas edades deben tener un propósito o fin moral. Lo más importante en estas lecturas es precisamente lo contrario: ayudar a desarrollar habilidades interpretativas más allá de lo literal, identificar formas y patrones narrativos, estimular la imaginación.

Que De Lirio haya llegado casi al mismo tiempo que el cierre del año debería ser un augurio de un 2023 con más títulos y un catálogo en movimiento. Así sea.

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