Alonso-Rabi-Do-Carmo

Arte de mirar

"Mirarse a la cara nos ofrece un universo dramático intenso, plasmado en una expresión limpia, que huye de cualquier barroquismo porque prefiere exponer narrativamente las diversas situaciones que afectan a sus personajes."

Alicia del Águila es una distinguida socióloga y parte activa de la vida académica, a través de sugerentes trabajos que abordan distintas problemáticas del país, como cuestiones de género, el análisis de asuntos relacionados al desarrollo de la inclusividad (algo que en un país altamente discriminador como el nuestro podría parecer incluso un gesto de heroísmo), la gobernabilidad y distintas facetas de la ciudadanía. Al mismo tiempo, Alicia del Águila tiene una presencia en el campo de la literatura peruana, primero a través de poemas publicados en varias revistas y e poemario Los planos de la casa de agua (2008); y, en segundo término, por varias incursiones en la narrativa. Fruto de ellas, acaba de aparecer Mirarse a la cara, un libro suyo de siete relatos breves (unos más que otros para ser precisos) y que presentan un rasgo en común: las siete historias son narradas por una voz femenina.

Y no es que traten exclusiva o exhaustivamente de problemas de género –aunque siempre hay un lugar para ellos–, se trata más bien de relatos en que el personaje central, una mujer, está siempre en una situación de inminencia, situada en el umbral de un cambio profundo o de una confirmación grave. Son cuentos de sutil patetismo, algunos de ellos de expresionismo controlado, que obligan a estas mujeres a enfrentar su destino. El libro como conjunto presenta una arquitectura muy sólida. Hay un estilo, consistente más en la exposición de un conflicto que en eludir sus resortes; el inicio y el final del libro están marcados por la presencia de la enfermedad, representada por ese tiempo de espanto, encierro y silencio que fueron los primeros tiempos de la pandemia. Hay pues, un universo cerrado, aun cuando cada relato se abre a sus propias posibilidades.

El universo referencial es igualmente de interés. Varias de estas mujeres tienen una relación con la escritura, incluso una de ellas escribe una novela y otra le lee y, quienes conocemos algo de la historia personal de la autora, no dejamos de sospechar –gratamente– que hay, acaso, un guiño autobiográfico en ello y que adivinamos la presencia transmutada de su hermana, Irma del Águila. De entre los siete relatos, destaca con nitidez “Mirarse a la cara”, según mi entender el más emblemático del conjunto. Este relato reúne de alguna forma los temas centrales de todo el libro: motivos como la inminencia, que ya mencioné; el encuentro esperado o inesperado; la mirada hacia el pasado; la turbación por el presente y la posibilidad siempre latente de descubrir o revelar algo que de sentido a la existencia del personaje o haga más profundo el pathos que la acecha de manera permanente. Está también otro motivo recurrente: el desplazamiento. Estas mujeres viajan, migran, desenmascaran, acciones fundamentales en el entramado de los relatos.

En su brevedad, Mirarse a la cara nos ofrece un universo dramático intenso, plasmado en una expresión limpia, que huye de cualquier barroquismo porque prefiere exponer narrativamente las diversas situaciones que afectan a sus personajes. Desde ya, uno de los libros de cuentos más interesantes aparecidos en lo que va del año. No demores lector, ve por él.

Mirarse a la cara
Alicia del Águila. Mirarse a la cara. Lima: Peisa, 2022.

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Literatura

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