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Volver a Los heraldos negros

"Como su nombre indica, es un acercamiento que va desgajando con sencillez y solvencia diversos aspectos que conviene tomar en cuenta en una relectura de este primer libro de Vallejo."

Los heraldos negros (1918) es un libro importantísimo en el panorama de la obra de César Vallejo y, mas aun, en el contexto del modernismo hispanoamericano. En principio este es el libro que marca el derrotero futuro de la obra vallejiana: de la tensión permanente que existe entre la inteligencia modernista y el ánimo de trascenderla nacerá luego el rupturismo radical y el hermetismo que suponen los versos Trilce (1922), un desafío mayor en el lenguaje.

Solo esa circunstancia ameritaría volver siempre a las páginas de Los heraldos negros, suerte de hoja de ruta del futuro. No quiere decir esto que el presente de aquel texto no sea importante, todo lo contrario. Los heraldos negros es un carnet de identidad modernista, pero no al modo de Valdelomar o al de Darío, mas bien cercano al ánimo reflexivo de poetas como el uruguayo Herrera y Reissig, con quien compartió algunos elementos del espectro romántico.

Los heraldos negros es, entre otras cosas, el inicio de una poderosa gesta creativa. No se preocupa por la reescritura de escenas míticas, se funde más bien en la experiencia familiar y sus nostalgias, en las honduras del individuo en crisis, en la conciencia trágica, en el presentimiento de cosas terribles que el lenguaje del poeta sabrá expresar después de maneras muy singulares.

Por eso es necesario volver a Los heraldos negros. Y esto es algo que facilita un volumen de reciente aparición: Hacia una nueva lectura de Los heraldos negros. Como su nombre indica, es un acercamiento que va desgajando con sencillez y solvencia diversos aspectos que conviene tomar en cuenta en una relectura de este primer libro de Vallejo.

El primer capítulo se detiene en la recepción de Los heraldos negros. Por un lado se analizan los antecedentes de la poesía de Vallejo, se someten a examen las preocupaciones del poeta (su tesis sobre el romanticismo por ejemplo) y las relaciones que mantuvo con su entorno, desde el ambiente modernista hasta el grupo Norte, que lo leyó con entusiasmo.

El segundo capítulo es más bien de orden discursivo: examina las características de conceptos como metáfora, personaje y pensamiento; el tercero, manteniendo esta línea, propone una lectura de poemas como “Plafones ágiles”, “Buzos”, “De la tierra”, “Avestruz” y “El palco estrecho”; en el cuarto, bajo otros esquemas conceptuales, se leen poemas como “Nostalgias imperiales”, “Truenos”, “Canciones de hogar”, “El pan nuestro” y “Los pasos lejanos”.

El quinto capítulo sugiere un tema muy tentador, la posibilidad de establecer una comparación entre Eguren (La canción de las figuras) y Vallejo (Los heraldos negros), al igual que el sexto, donde se sopesa el siempre discutido legado de José Santos Chocano y el séptimo y último, donde se lee a Vallejo al calor de Valdelomar.

No quería dejar de mencionar la introducción del volumen, que constituye una herramienta de gran utilidad crítica: se trata de un recuento, de un “estado del arte” en la lectura de Los heraldos negros, desde los esfuerzos iniciales hasta las múltiples y complejas perspectiva teóricas que guían hoy a la interpretación literaria. Un muy buen aporte, sin duda.

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Camilo Fernández Cozman. Hacia una nueva lectura de Los heraldos negros. Lima: Fondo Editorial de la Universidad de Lima, 2022.

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César Vallejo, Literatura, Perú

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