Carla Sagastegui

Cobrizo/Criollo

"Sea como sea, en pleno siglo XXI, el discurso religioso sigue vigente en las diversas ideologías políticas del país."

La excarcelación de Antauro Humala ha generado sinceros temores y peligrosas ilusiones en el escenario político peruano. Esta doble reacción se debe a que dirigentes de partidos y movimientos políticos, tanto de izquierda como de derecha, quieren aprovechar el que su partido Frente Patriótico cuente con un número electoralmente significativo de seguidores, particularmente reservistas de las fuerzas armadas, y la posibilidad de que la población rural -que se siente traicionada por Pedro Castillo- sea atraída por su carisma. Sin importar cuál sea su real ideología.

¿Por qué ambas posturas políticas pueden percibirse afines al partido de Antauro Humala? ¿Y por qué la población rural se puede sentir atraída por su personalidad política? Ambas preguntas tienen su respuesta en la ideología y la doctrina que trabajó Humala durante los más de tres mil días que le sirvieron para disminuir un año su condena y haber podido salir libre la semana pasada. Ese trabajo se encuentra publicado en el libro De la guerra etnosanta a la iglesia Tawantinsuyana (2013) complemento religioso de su primer libro: Ejército peruano: milenarismo, nacionalismo y etnocacerismo (2001) publicado por el Instituto de Estudios Etnogeopolíticos fundado por su padre. 

El hecho de que el Frente Patriótico atraiga a la izquierda, se sintetiza en su nombre anterior, el de Partido Etnocacerista Revolucionario Unido, pues en el Perú se asume que cualquier uso de la palabra “revolución” es exclusividad del comunismo. No obstante, el tipo de revolución a la que se refiere Humala se sustenta, y así lo señala explícitamente, en ejemplos como el del general Juan Velasco Alvarado, que no son ni de izquierda ni de derecha, si no étnicos y socialistas. En el libro de la iglesia Tawantinsuyana, cuya religión se denomina Pachamakismo, queda claro que el socialismo al que se refiere no está vinculado al marxista sino a la venganza de los cobrizos que consistirá en “andinizar” todo lo que antes fue cristiano, de tal manera que todos los peruanos puedan unirse en torno a un mismo estado que llevará a cabo esa tarea, y bajo los fundamentos de una sola religión. De esa manera el DNI queda descartado como dispositivo cultural de nacionalismo criollo para ser reemplazado por el ADN cobrizo.

Este socialismo es en realidad equivalente al planteado por el Nacionalsocialismo alemán de Adolph Hitler, quien siempre subrayando que Karl Marx era judío, se oponía tajantemente a la lucha de clases, reemplazándola en su socialismo por la unión racial de todos los sectores sociales alemanes en una sola raza y una sola nación bajo el control absoluto del Estado. En el caso peruano, es el control estatal, sobre todo el del sistema productivo durante el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada, el hecho que parece llevar a Humala a imaginar a Velasco como un ejemplo de su ideología política. Algo por cierto, muy alejado del cooperativismo velasquista que surgió, al menos en el campo, como una forma de poder cumplir con la promesa de la Reforma Agraria, pues ocurrió que una vez llegados al gobierno se dieron cuenta de que el Perú no tenía la cantidad de tierra cultivable suficiente como para dar a cada campesino. Ni de lejos. De inmediato la gestión colectiva y el modelo yugoslavo de la cooperación se volvieron vías alternativas, y pronto la corrupción de los funcionarios designados por el Estado no se hizo esperar. Es interesante sí encontrar que la propuesta velasquista también tenía vínculos con una doctrina religiosa, dado que su formación militar y la de sus compañeros del Plan Inca, tuvo mucha influencia del Padre Louis-Joseph Lebret, un economista y religioso católico francés, fundador de la corriente del Desarrollo humano. 

Sea como sea, en pleno siglo XXI, el discurso religioso sigue vigente en las diversas ideologías políticas del país. Keiko culmina rezando sus mítines y en el Congreso las creencias son la base de innumerables proyectos de Ley. Quizá se ahí, en el terreno de las divinidades y la moral, donde se encuentren las verdaderas tendencias políticas de nuestro país. 

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Antauro Humala, Gobierno, Religión

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