fabrizio Ricalde

Men: un retrato de la violencia de género

"Men es imposible de olvidar. Es una película cruda y honesta, aunque demasiado surrealista, sobre la violencia machista. Llega mañana a las salas de cine del Perú."

James se tira de la azotea del edificio donde vive en el centro de Londres. Su esposa, Harper, lo mira caer desde la ventana de su departamento. Grita. Luego baja y lo ve destruido sobre la vereda. Este suicidio la lleva a embarcarse en un exilio. Huye para sanar a una casa rural a las afueras de la ciudad, entre los bosques, donde no hay nada más que castillos viejos y muchos árboles.

Al llegar, es recibida por Geoffrey, un parlanchín y amistoso caballero. Es el rentero. Le enseña los alrededores de la casa, le explica el uso de las cosas dentro, y la prepara para esos quince días de alquiler. Desde ahí ya parece todo mansplaining. Su objetivo es alejarse del trauma que acaba de vivir, pero rápidamente queda claro que algo anda mal en esa casa de campo y sus alrededores bosques, donde parece haber más que solo árboles. 

Como se ve incluso en el trailer, todo el pueblito alrededor de la casa de campo está compuesto por hombres. Allí a dónde ha ido a parar, sí, solo hay hombres, dominándolo todo. Esparciendo su ser de hombres en cada rincón. Y reaccionan a la presencia de Harper de diversas formas, todas hostiles. Mientras ella intenta pasar desapercibida descubriendo el lugar, una iglesia, los jardines, el castillo aledaño e incluso un pequeño bar local, se va acordando de a pocos las razones, también conectadas al machismo, por las cuáles se mató su esposo.

Y este es el ángulo central de la película. Men es un moraleja y un retrato sobre la violencia hacia las mujeres. Es un repaso escabroso por la toxicidad de incriminar y hacer responsable a la mujer de cosas que, en realidad, no son su culpa. Aunque muchos crean que sí lo es, por la ideología que sea. Como, por ejemplo, cuando van a una fiesta y son violadas porque estaban con ropa corta. O cuando les pegan porque no saben hablarle ‘bien’ a los hombres.

Harper sufre variables de acoso y gaslighting en su intento de alejarse de la ciudad para recuperarse de un trauma. Por más paradójico que suene, la película es un símbolo de la incapacidad de huir del machismo. Y me pregunto mientras veo estas situaciones si todos los espectadores podrán comprenderlas y rechazarlas, o quizás no. Los agresores son desde un stalker hombre pelado y desnudo, hasta un adolescente con cara de pervertido, y un cura en un confesionario que le sugiere ser la responsable de la muerte de su esposo, porque simplemente no lo supo comprender y amar. 

El director y guionista Alex Garland elige un camino intermedio entre la ciencia ficción, fantasía, terror y mucho cine Gore para retratar toda esta agresión, toneladas evidentes de esta misoginia en pantalla. Pero mis reparos están en que realmente no existe ningún comentario claro, efectivo, en la misma película, hacia estas acciones deplorables. Solo ocurren. La representación es toda alegórica y surrealista en extremo, donde las acciones de los hombres parecen ser una reconstrucción del propio dolor interno de la mujer y la realidad de sentirse totalmente discriminada en un mundo, pues, de hombres.

¿Es eso suficiente para una película de género en pleno 2022? Probablemente no. No me basta que sea tan honesta y tan directa en su temática. Si se logran interpretar bien, las alegorías son exquisitas. Tal vez haya que ver la película un par de veces antes de comprenderla del todo. Sin embargo, sin un acompañamiento narrativo idoneo -nada de esto existe-, parecen solo cosas extrañas ocurriendo y la distracción invade a la audiencia. Ahí está una secuencia de hombres dando a luz a otros hombres como un ciclo de la repetición de la violencia machista, como una idea intensa y potente, pero demasiado distópica. El asco de la crudeza gráfica también distraen demasiado. 

También es un problema del trabajo narrativo la falta de profundización en el personaje de Harper. Solo le pasa una cosa realmente, la muerte del esposo, y no se sabe quién es en la vida más allá de la esposa de este hombre que murió. Quizás eso haya sido parte de la decisión de toda la temática, que ella no sea más que eso. Pero si el personaje ancla de la película no cuenta con una historia atractiva hacia la audiencia, pasa a simplemente no ser importante para nadie. Y el suspenso generado alrededor suyo, el estar pendientes de que no le pase nada a esta víctima, no se logra con facilidad porque no se trabaja el vínculo emocional hacia ella.

En tanto avance el metraje con mucha sangre y terror sin suspenso, uno se da cuenta que la película no hace honor a la complejidad de su temática. Quizás sea la primera obra de Alex Garland que muestra al mundo más simple de lo que realmente es. Eso no es un cumplido, es una tragedia. Quizás él mismo no entienda bien el problema de fondo real y concreto, a pesar de haber elegido esta temática para su tercer largometraje. Parece una película hecha para iniciar conversaciones y argumentos, pero no logra ser significativa en su análisis. 

Men -que cuenta con un trailer muy cautivador- pierde todas las oportunidades de tener la creatividad y el talento en servicio de una interpretación contundente sobre el terror permanente que viven las mujeres en una sociedad aún manipulada por los hombres. La película parece no tener ninguna historia real entre bambalinas, ninguna idea de cómo ser contada con efectividad. Es más bien un momento de trauma y un viaje a las pesadillas. Y eso, aunque parece un espectáculo complejo y superproducido, resulta muy poco.

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Cine, Películas

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