fabrizio Ricalde

NOP es la película de terror y ciencia ficción del año

"Jordan Peele firma una imperdible obra maestra del terror y la ciencia ficción. Entérate por qué debes ir a verla desde mañana en cine."

Tras la misteriosa muerte de un padre, dos hermanos totalmente diferentes se reencuentran para decidir qué hacer con el negocio familiar. Son entrenadores de animales para videos, comerciales y películas. Ella sueña con triunfar como actriz, él solo quiere ganar algo de dinero. Viven en las afueras de Los Ángeles, en los ranchos, entre cerros apenas verdes, alejados del mundanal ruido de la ciudad meca del cine, aunque perfecto lugar para ese peculiar negocio.

Lo que le sigue a esa premisa es una épica historia de ciencia ficción que derrama amor por el cine de género y de artista. También por la historia del cine underground norteamericano en sí mismo. La muerte del padre es una locura, y al aparecer en los primeros cinco minutos de la historia, sienta el tono al resto de disparates sinsentido que, aun así, adquieren verosimilitud. Si te compras ese primer estravagante ‘asesinato’, entonces estás dispuesto a consumir lo que venga. A partir de allí, el incontrolable espiral de irrealidades es, por decirlo menos, de una potencia voraz. 

Y el poder de convencimiento recae en el storytelling visual de esta película. No hay una lógica narrativa, pero hay caracterizaciones convincentes. Hay un Daniel Kaluuya extraodinariamente dirigido, cuyos ojos abiertos como platos y su actitud calmada pero firme, le dan un sentido diferente a lo que acaba de pasar. Parece como si, dentro de la imposibilidad, hay alguien al cuál creerle la locura. La doble capa permanente de su personaje le dan una creíble condición humana.

Luego aparece su contraparte emocional, la hermana, Keke Palmer. Débil en caracter pero más expresiva, está hilarante su interpretación de una mujer desarticulada y carente de estrategia, pero determinada a conseguir lo propuesto a todo costo. Quizás ese es un común denominador de las personas en la industria del cine. Ese Hollywood donde hay que dar el todo por el todo, o el otro camino es el inevitable fracaso. Y resulta particularmente simbólico como lo explica ella misma, cuando le recuerda a un director de publicidad que el primer actor de Hollywood fue un hombre negro sobre un caballo, “mi bisabuelo… creo”.

En medio del festival de contrasentidos, entre los dos hermanos se convencen que hay algo sobrenatural ocurriendo en el rancho. Una aparente presencia extraterrestre. No vale realmente contar nada más sobre la trama. Lo importante es saber que esto se trata de una aventura de supervivencia a contra reloj, de obsesión territorial y de ambición. Es una analogía perfecta a la avaricia, el pecado capital más reinante de la cultura del consumo actual, en mi opinión. Y quizás, la explicación a grandes carencias en el mundo entero.

El director Jordan Peele juega un partido aparte al poner la avaricia como la gran premisa de NOP. Ya se venía convirtiendo en un maestro promotor del cine de terror, y sin embargo, aquí da una vuelta de género, permitiéndose navegar entre las narrativas de una versión oscura de Spielberg y el cine de vaqueros modernos de Tarantino. NOP está cargada de referencias narrativas y copias a productos anteriores. Hay múltiples recursos técnicos que son copias, pero utilizadas a un favor en el que uno se da cuenta por qué realmente no vale la pena estar siempre inventando la pólvora. 

A parte de sus múltiples musas creativas, Peele está obsesionado en contar la historia de ‘los otros’, los desposeídos, los vulnerados. De cómo el consumo hace que explotemos la realidad de ‘los otros’ y cómo revolucionar la perspectiva de la narración cuando el enfoque deja de ser el conquistador y la mirada se posa en los ojos del conquistado. Es como un intento de vuelta de tuerca a la narrativa histórica al poder, y poner el ojo en David y no en Goliat. 

Toda esa lucha entre sociedades podría ser un cine aburrido y soso, o incluso ridículo. Peele logra darle un robusto, entretenido y cautivador giro a su cine. Hay, en principio, un enorme respeto por la audiencia al producir una película fastuosa, con una calidad basada en el preciso detalle, como Kubrick o Scorsese. La fotografía y la edición de sonido en particular están impecables. Y aún más, Peele no está todo el tiempo tirándote en la cara titulares llamativos; más bien se toma los tiempos ondulados de la comedia para dejar espacio a la reflexión y la contemplación.

El gran logro del cine de Peele es que sus películas poseen dos capas. La profunda y analítica interpretación de la realidad, cargada de crítica social y deconstrucción de estereotipos. Esa visión es poderosa y se convierte en una línea narrativa presente en toda la convulsión de elementos característicos del uso de géneros como la ciencia ficción o el terror. Y está la menos profunda óptica de una avalancha de acciones y sucesos originales, nunca antes vistos en el cine. Esa exploración por el vértigo, para entretener a pesar que uno entienda poco o nada el rollo filosófico encubierto.

Aún si tu intención es la reflexión profunda, o si más bien quieres simplemente pasarla bien, Peele es el artista de masas para todos los públicos. Y está aquí, y es contemporáneo, y ha venido para ser una realidad. 

 

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