Oído a la música

"Uno de los mejores y más recordados periodistas que ejerció su profesión en el Perú, qué duda cabe, fue don Emilio Lafferranderie."

Poseedor de un estilo y una mirada singular sobre el fenómeno deportivo, ‘El Veco’ se ganó el cariño del público y obtuvo el justo reconocimiento por lo distinguido de su trabajo y su prolífica trayectoria.

Periodismo televisivo, radial y escrito: en cada uno de ellos supo desempeñarse de una manera notable. Y es que, en sus propias palabras, ser periodista era ejercer el oficio “más apasionante que se haya inventado”; muestra de ello, del goce con el que se dedicaba a la escritura, hace catorce años se publicó Fútbol es pasión (2009, Planeta), un libro que recoge una serie de variadas notas que, si bien está articulado por el balompié como eje, da cuenta del abarcador y ameno enfoque con el cual don Emilio se aproximó al deporte. 

Cada nota de Lafferranderie trasluce una búsqueda por encontrar un ángulo original para contar el juego desde sus protagonistas, al mismo tiempo que una cuidadosa dedicación escritural. En ninguna de ellas puede dejar de estar presente el empleo de recursos literarios, en especial de metáforas. Sea la evocación de un crack de antaño, el comentario sobre la actuación de un futbolista destacado en aquel presente o la introducción de una anécdota personal, sus textos conjugan de manera elaborada lo que, en principio, parece sumamente difícil: concisión, ideas y un tratamiento poético. Por ello, podría decirse que, para ‘El Veco’, las restricciones propias del género no representaban limitación alguna a su propuesta periodística; antes bien, ayudaron al perfeccionamiento de su fórmula y de su estilo. 

Un estilo, vale decirlo, que se forjó en la amplia experiencia y en la inteligente observación de la realidad deportiva. Sobre el fútbol peruano dedica memorables páginas en las que se detiene no solo figuras de la talla de Héctor Chumpitaz, Juan Joya Cordero, Teófilo Cubillas o Percy Rojas, sino también en la feliz aparición de Jefferson Farfán en Alianza Lima, en el «brillo prolongado» de Nolberto Solano en el Newcastle United, en el triunfal regreso de Claudio Pizarro al Werder Bremen en el 2008, en las grandes campañas de Cristal en la Copa Libertadores de 1997, de “Los Jotitas” en el Sudamericano Sub-17 del 2007, de Cienciano en la Copa Sudamericana del 2003 y la  Recopa del 2004, entre otros acontecimientos. A modo de ilustración, el de una redonda actuación del ‘Checho’ Ibarra en el 2007 defendiendo la camiseta del Sport Boys, donde un doblete suyo le dio la victoria a los rosados sobre Alianza Lima. Una muestra de la nota: 


“El lápiz y el papel, la suma. Un objetivo simple, jamás pretencioso. Un tenaz albañil del gol que levantó su cartel con mochila de fatiga, sin huachas cachacientas ni pisadas para el engaño. Tiene alma de cazador y también la paciencia estirada al arrojar el anzuelo sin mirar el reloj, convencido de que regresará con algo. No hay receta ni libro que trace el camino. Olfato, intuición y la búsqueda pareja, indeclinable. El lápiz y el papel. Nada más. Volver a sumar […] Un cabal peregrino de las canchas que ha dejado alrededor de 200 goles por la capital, ciudades pueblos y aldeas de la geografía peruana. Por abajo, de aire, en el rebote o en el cabezazo, siempre está ahí. Sin artificios, solo apegado a la simpleza. Cree en el error del zaguero, en las manos blandas del arquero, y no afloja. Ese miércoles Alianza exigía, las papas quemaban. Asomó él y a cobrar. Y después, como siempre, pidió lápiz, papel y anotó dos más. Un coleccionista distinto.

Este párrafo es claro en cuanto a la peculiar voz que está presente en los textos de ‘El Veco’. Su experiencia en El Gráfico, en ese sentido, fue determinante. Tal cual lo remarca Carlos Salas y el mismo Lafferranderie, Ricardo Lorenzo Rodríguez —«Borocotó»— ejerció un papel decisivo, en tanto le transmitió la idea según la cual la nota deportiva siempre debe incidir en el terreno emocional. Ese fue un principio que se complementó de manera natural con su «sensibilidad futbolística». Ello lo podemos observar cuando escribe sobre los protagonistas del «deporte rey» más afines a esta, como Didí, Zinedine Zidane, Lionel Messi y Juan Alberto Schiaffino. A propósito del gol maradoniano del actual campeón del mundo al Getafe en el 2007, por ejemplo, ofrece un expresivo relato:

“Y de pronto aparece Lionel Messi, «pulga» atómica que todo lo puede, que patea pizarrones, tacha bisectrices, destroza libros de teoría, borra ángulos rectos con un despliegue de quiebres y gambetas, de velocidad pegada a la pelota, de zigzag eléctrico, de fútbol fiesta para finalmente —no se le cruzo ni siquiera un perro suelto— no tener más remedio que enviarla adentro. ¿Cuánto tiempo había pasado desde que Messi inició la jugada? 11 segundos. El alemán Schuster, técnico del Getafe 2007, dejó un reproche a su defensa: «Faltó una patada». Quizás bajo su punto de vista, aunque yendo a un plano ideal, creyendo en la pureza del juego y las buenas artes de sus cultores —¡qué hermoso sería!— se produjo un fenómeno muy especial: los rivales se extasiaron tanto con la demostración de magia y talento de Messi que se limitaron a mirar cómo culminaba su creación para sentirse parte de ella. 

Con los pies en la tierra, con una voz que surge de nuestra vieja raíz de hincha que precedió y dio base al periodista de hoy, sólo nos queda decir lo siguiente: loado sea el fútbol, único deporte que en 11 segundos, en tan brevísimo tiempo, puede montar cada tanto una obra de arte tan perfecta”

La introducción del «yo» que aparece en las últimas líneas la podemos notar más nítidamente en el homenaje que le rinde —a propósito de su fallecimiento— al que, a su juicio, fue el mejor futbolista uruguayo: Juan Alberto ‘Pepe’ Schiaffino. En aquella nota se remite a su adolescencia, época en la cual iba al Estadio Centenario a verlo jugar desde el Talud —entrada que valía 25 centavos y le permitía al espectador observar el juego parado detrás del arco— para elaborar su ‘despedida’. No solo destaca su excelso juego; introduce, para completar la semblanza, episodios inéditos de su vida y un recuerdo personal en una cena junto a los campeones del A.C Milan en 1981. “Y al poner el punto final seguimos viendo al crack, pasando entre forzudos con quiebres de cintura, como si estuviera patinando sobre el verde y obligándonos a pensar en los 25 centavos del Talud para el partido que viene. ¡Nos vemos el domingo, Pepe!”, concluye ‘El Veco’.

Fuente de la imagen: El Gráfico.

En cuanto a las piezas dedicadas a deportistas que supieron brillar e imponerse en sus respectivas disciplinas como Luis Horna y Sofía Mulánovich o aquellas donde muestra sus conocimientos sobre automovilismo —especialmente la última de la obra, en la que rememora su entrevista a Juan Manuel Fangio en 1962— y boxeo —otra de sus especialidades— tampoco pierden interés. Aquí nos hemos centrado principalmente en lo futbolístico, pero no deja de ser sugerente la posibilidad de una recopilación de artículos que sea más equitativa en cuanto a la temática. Más allá de este último punto que puede ser un proyecto editorial futuro, Fútbol es pasión reluce lo señalado por Pedro Ortiz Bisso, a saber que ‘El Veco’ “era dueño de una pluma irresistible, generosa en imágenes y colores”, que “podía ser agudo sin necesidad de estridencias o entrañable sin suplicar por la lágrima fácil”; es un libro que, en definitiva, merece se retomado por haber reunido y presentado verdaderas notas antológicas en las que queda desplegado todo el talento de don Emilio Lafferranderie, maestro del periodismo latinoamericano.


*Fotografía perteneciente a tercero

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Emilio Lafferranderie, Periodismo

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