Juan Carlos Tafur

A ver si la guardería se despabila

“Es tiempo difícil y recio, pero es allí cuando se ve la templanza y entereza moral de quienes están en el momento preciso en el lugar debido. Ese es el preciso sitio en donde están ahora sentados los congresistas electos por el pueblo”

Todos aquellos congresistas cooptados delictivamente por el Ejecutivo y todos aquellos que simplemente no quieren irse por presuntas razones de honor político, ojalá se den cuenta de que ante la perspectiva inminente de un gobierno que está jugándose la carta extrema de la disolución del Congreso, o son ellos o es Castillo y que no valdrán ninguna de las promesas que les hayan efectuado, una vez que estén expectorados del Legislativo.

Castillo, en grado extremo de irresponsabilidad, está llevando la confrontación a niveles irracionales, inclusive para sus propios objetivos y beneficio (el nuevo Congreso que sobrevendría, de prosperar el cierre del actual, probablemente lo vacaría el primer día por haber disuelto el Congreso inconstitucionalmente).

Y si los militares, dada una circunstancia extrema de divergencia entre el Ejecutivo y el Legislativo, se ponen de lado de Castillo, sometidos el poder palaciego, correrán la suerte penal que les correspondería por ser cómplices de un delito penal, como es dar un golpe de Estado, porque eso es lo que ocurriría si Castillo disuelve el Congreso inconstitucionalmente (interpretar la improcedencia de la anterior cuestión de confianza como negatoria a la misma es una leguleyada que, lamentablemente, un jurista como César Landa ha terminado, humillantemente, por avalar, de acuerdo a las actas de la última sesión de consejo de ministros).

Pero todo esto pasa, bueno es recordarlo, porque el Congreso se ha dejado estar, acomodado entre los intereses y la conveniencia. Nunca intentó en serio una vacancia, tomó de soslayo el asunto del adelanto de elecciones (no se querían ir), la denuncia constitucional de la Fiscalía de la Nación no ha tenido el eco suficiente, los planes de inhabilitación naufragan sin coordinaciones debidas (ni siquiera ahora que el presidente, al haber cometido infracción constitucional, les pone la pelota en el punto de penal para ser inhabilitado con mayoría simple).

Hoy, que el gobierno parece empecinado en ahondar la crisis y llevarlo a niveles terminales, es hora de que el Legislativo haga política en serio, que la cosa no está para tafetanes ni para aguas tibias. Se viene, según todos los indicios (salvo que Palacio esté jugando con una irresponsabilidad de polendas con el tema, solo para atarantar al Legislativo), un golpe de Estado perpetrado por Castillo, y el mayor poder democrático de contención radica en el Parlamento. Es tiempo difícil y recio, pero es allí cuando se ve la templanza y entereza moral de quienes están en el momento justo en el lugar debido. Ese es el preciso sitio en donde están ahora sentados los congresistas electos por el pueblo.

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Castillo, Congreso, Fiscal

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