Juan Carlos Tafur

¿Crece la derecha? Relativo

“En el sur del país -supuesto bastión rojo-, el 34% se autodefine de derecha versus el 33% que dice ser de izquierda; en los sectores D y E, 37% dice ser de derecha versus 29% que se identifica de izquierda; entre los jóvenes de 18 a 24 años, la derecha obtiene el 40% de identificación versus el 17% de la izquierda”

Según la última encuesta del IEP, en abril del 2021, un 31% de la ciudadanía se autodefinía como de derecha; en marzo del 2022, un año después, esa cifra había crecido a 39%.

En el sur del país -supuesto bastión rojo-, el 34% se autodefine de derecha versus el 33% que dice ser de izquierda; en los sectores D y E, 37% se define de derecha versus 29% que se identifica de izquierda; entre los jóvenes de 18 a 24 años, la derecha obtiene el 40% de identificación versus el 17% de la izquierda.

 

Todo parece propicio, vistas las cifras, para que en las próximas elecciones generales, la centro derecha o la derecha pura y dura coseche simpatías hacia su causa y enrumbe al país por la senda correcta de la democracia funcional y el capitalismo competitivo.

No hay, sin embargo, que confiarse en las estadísticas. En el Perú las identidades ideológicas son inestables e inciertas. Alguien que dice ser de derecha puede terminar votando por un candidato de izquierda e igual a la inversa.

Debajo de las autodefiniciones ideológicas, anidan sub-identidades. Alguien puede decirse de derecha porque quiere mano dura contra la delincuencia, pero a la vez está a favor de la estatización de las grandes empresas o del control de precios. A su vez, dice ser de izquierda porque quiere que las mineras paguen más impuestos, pero no aceptaría que le afecten su propiedad privada. La encuesta de marras, por ende, no sirve de pronóstico electoral.

 

Hay, adicionalmente, otro factor que las relativiza. Es el arraigado y profundo sentimiento antiestablishment que identifica al Perú desde hace décadas. Pesa más ese estado de ánimo que la eventual autodefinición ideológica en las categorías de izquierda-centro-derecha por las que pregunta la encuesta del IEP referida.

 

 

Y ese sentimiento va a crecer por obra y gracia del malhadado gobierno de Castillo, que, básicamente, por su pésima gestión, va a destruir las pocas islas de excelencia administrativa que existían en el Estado. El aparato público va a deteriorarse profundamente, su ausencia donde no estaba se ahondará y su presencia donde sí la tenía será mediocre e ineficiente. La población, el 2026 (u ojalá antes) votará con el mismo malhumor o mayor que en el 2021. Con mayor insatisfacción del statu quo. La encuesta del IEP no es, en ese sentido, reiteramos, un buen predictor de lo que entonces vaya a suceder. La derecha no se puede confiar ni bajar la guardia.

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