Pie Derecho

De la calma chicha a la “inestabilidad” reformista

“El horizonte del bicentenario se ha reducido a la mera sobrevivencia de los dos principales poderes del Estado, que parecen creer, confiados, que la calma que transitamos ya significa estabilidad”

El Perú político está viviendo un periodo de calma chicha, inusual, imprevisto, luego del descalabro de diciembre y enero, que amenazó con tirarse abajo al régimen, y en esa tesitura, sin embargo, no se aprecia ni de parte del Congreso ni del propio Ejecutivo, afán alguno de aprovechar este remanso temporal para emprender acciones de reformas, iniciativas políticas audaces, proyectos institucionales fundamentales.

El régimen de Boluarte es mediocre, muy mediocre y torpe; el Congreso, además de torpe y mediocre, es corrupto y profundamente desprestigiado, pero es justamente en estos momentos de calma que deberían ser capaces de emprender actos políticos que les permitan remontar la pendiente de la que no han podido librarse desde que cayó el gobierno de Pedro Castillo.

No hay, sin embargo, una sola iniciativa macro, de peso refundacional en el panorama. Todo no pasa de minucias, de escandaletes, de dimes y diretes, de proyectos fútiles, de reformas fallidas o erradas. El horizonte del bicentenario se ha reducido a la mera sobrevivencia de los dos principales poderes del Estado, que parecen creer, confiados, que la calma que transitamos ya significa estabilidad y no se percatan de que por efecto de su medianía pueden estar haciendo que esa relativa paz no sea más que el ojo del huracán.

Lo más preocupante de este escenario es el papel de la oposición centrista o derechista. La de la izquierda no interesa. Es irrelevante, inconsecuente, cínica y convenida. Pero el centro y la derecha deberían aprovechar este periodo de relativa estabilidad para exigir que el Ejecutivo actúe con mayor hondura y sentido de perspectiva.

Si se reacciona morosamente, la tranquilidad relativa de la que se goza volverá a llevarnos a tiempos de agitación y entonces será tarde para preguntarnos por qué pasó ello. Nadie tendrá autoridad moral para darse por sorprendido.

Hay tiempo suficiente hasta el 2026 para retomar el rumbo de las reformas, algunas de ellas, la política y electoral, la macroeconómica, la regionalización, la policial, que hagan que la expectativa del futuro que tienen los peruanos cambie de la valencia negativa que hoy tiene a una positiva, que destierre la desazón que, a pesar de habernos librado de la terrible gestión de Pedro castillo, subsiste. La calma chicha referida debe dar paso a la inestabilidad reformista.

La del estribo: maravilloso reencuentro cinéfilo con clásicos del cine: ¿Quién teme a Virginia Wolf?, con Richard Burton y Elizabeth Taylor, ¿Qué pasó con Baby Jane?, con las extraordinarias Bette Davis y Joan Crawford (feliz coincidencia: en Star Plus dan una serie documental sobre esta película, protagonizada por Susan Sarandon y Jessica Lange, que grafica el odio legendario entre Davis y Crawford), Lo que el viento se llevó, con Vivian Leigh y Clark Gable, Rebelde sin causa, con James Dean y Natalie Wood, Charada, con Audrey Hepburn y Cary Grant, han servido de compensación a la rala emisión de películas que mi proveedor calificado ha tenido. Todo por HBO Max Clásicos.

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centro político, Congreso de la República, derecha peruana, Dina Boluarte, Ejecutivo, inestabilidad política, izquierda peruana

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