Pie Derecho

El diálogo como salida

"En estos momentos, ni la derecha ni la izquierda radicales quieren diálogo. Una saborea que se meta bala por doquier y la otra se ha atrincherado en pedidos maximalistas inconducentes."

En estos momentos, ni la derecha ni la izquierda radicales quieren diálogo. Una saborea que se meta bala por doquier y la otra se ha atrincherado en pedidos maximalistas inconducentes.

En medio de ese camino, el gobierno tiene que encontrar una alternativa de solución. Y frente a un conflicto social de raigambre política y de demandas estructurales, la opción del diálogo es la mejor a la mano, la más eficaz y la más democrática.

Los ánimos están caldeados, los interlocutores no quieren ver ni de lejos a los voceros del otro lado, no hay, en algunos casos, interlocutores visibles, la situación es compleja y el Ejecutivo no la tiene fácil, a lo que se agrega una torpeza comunicacional enorme (Dina Boluarte ha demostrado ser más solvente y elocuente de lo que se esperaba, pero su Premier tiene que cambiar de narrativa pronto: ni siquiera han sacado partido de la renuncia del ministro del Interior como muestra de rectificación respecto de la brutal represión de las primeras semanas).

Pero se deben buscar todas las instancias y todos los interlocutores posibles, sin cesar en el esfuerzo. Gobernadores regionales, alcaldes, líderes de organizaciones sociales, partidos (Perú Libre y Cerrón, por ejemplo, no deberían estar excluidos de una mesa de diálogo, lo mismo que el Bloque Magisterial), las iglesias, las ONGs, el Acuerdo Nacional, las mesas de concertación y diálogo ya existentes, la Defensoría del Pueblo, etc., son muchas las cartas de una baraja que el gobierno debe echar sobre la mesa, si quiere que la violencia decrezca y se pueda conducir la transición con relativa normalidad.

A ello hay que sumarle un gesto político mayor. Se asoman dos como posibles: o el cambio del gabinete o un mayor adelanto de las elecciones (si hay voluntad política, se pueden organizar para setiembre de este año). Y empezar con las regiones levantadas menos beligerantes (Cusco, Arequipa, Apurímac, para ver si así se logra persuadir a Puno de que el camino de la confrontación extrema no va a conducir a nada bueno).

Por cierto, diseñar y ofrecer un Plan Sur altoandino, con proyectos de inversión específicos y tangibles, ayudaría, sin duda, a encontrar alternativas a los pedidos políticos iniciales (liberación de Castillo, cierre del Congreso, renuncia de Boluarte y Asamblea Constituyente), que son inaceptables.

No existe el diálogo en estos momentos, capaz de lograr acuerdos semejantes. Hay que crear esas instancias con sentido de urgencia.

La del estribo: muy recomendable el libro de Dante Trujillo, Una historia breve, extraña y brutal, que detalla, con lujo de información histórica, los sucesos del golpe de los hermanos Gutiérrez y el asesinato del presidente Balta, y su final linchamiento en la plaza de Armas de Lima en 1872. Lo publica el sello Alfaguara.

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