Juan Carlos Tafur

Las pilas de la centroderecha

“Está en juego el futuro del país y cansa realmente ver la estulticia de nuestros presuntos dirigentes políticos y empresariales, fabricando la soga con la que serán ahorcados”

Si la derecha o el centro no se ponen las pilas pronto, van a ser avasallados por la destrucción del Estado y el colapso de la economía que el gobierno de Castillo va a producir y que, lejos de favorecer a un candidato de ese sector ideológico, va a coadyuvar a que el 2026, o cuando se produzcan las elecciones generales, nuevamente un antisistema se alce con el triunfo.

Si los empresarios no se avivan y en lugar de gastar recursos en iniciativas inconducentes, como el rechazo a la Constituyente (que es una batalla ganada de antemano, ya se archivó en el Congreso y jamás se va a reactivar), no apoyan proyectos conducentes a revertir la influencia ideológica de la izquierda antiempresarial en buena parte del país, van a ver pronto, frente a sus ojos, desfilar victorioso otra vez a un enemigo del libre mercado.

Hay confusión, se entiende, no se sabe qué hacer, también se entiende, pero peor que no hacer nada es hacer tonterías. Y la clase política y empresarial de centro y de derecha del país, está cometiendo serios errores, derrochando energías y alimentando esfuerzos que no van a conducir a nada efectivo.

Y lo que subleva es que una izquierda tan mediocre, tanto en su versión radical (Vladimir Cerrón) como moderada (Verónika Mendoza), se hayan hecho del país tan fácilmente. Y eso no es producto inevitable de la izquierdización de la sociedad. Por el contrario, todas las encuestas confirman que la mayor parte de la ciudadanía se identifica de centro o de derecha. Es producto de la pobre representación política y de liderazgo de opinión de nuestra clase política y empresarial, la llamada a ser la clase dominante en el sentido de difundir valores, impregnar ideas y establecer actitudes.

Se libra una batalla ideológica y hay que ganarla. Está en juego el futuro del país y cansa realmente ver la estulticia de nuestros presuntos dirigentes políticos y empresariales, fabricando la soga con la que serán ahorcados. El Perú debería estar llamado a ejercer un liderazgo diferenciado del resto de la región que, lamentablemente, parece girar a la izquierda, para desgracia de sus pueblos, que en algunos casos -como Chile o Colombia- ya parecían estar cerca del desarrollo capitalista irreversible.

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