Pie Derecho

La narrativa de izquierda va creciendo

“El centro y la derecha tienen que hacer espíritu de cuerpo, abierto y desembozado, en la defensa de la Constitución del 93 y en particular de su capítulo económico, sin el que hubiera sido imposible lograr las tasas de crecimiento de los últimos treinta años”

El centro y la derecha se están dejando arrebatar la narrativa protagónica en el país. Capaces solo de enfrentar a la izquierda con el infantil y miserable terruqueo, que además de injusto es inocuo, no surte ningún efecto, soslayan que lo que corresponde es desplegar su propia narrativa de la realidad y del porvenir.

A este paso, no pasará mucho tiempo para que el hoy aún marginal tema de la Asamblea Constituyente haga carne en las mayorías y nos veamos encaminados a un proceso político cataclísmico, solo conducente a esquemas políticamente autoritarios y económicamente regresivos, como ha quedado demostrado en los países que han seguido dicha ruta.

El centro y la derecha tienen que hacer espíritu de cuerpo, abierto y desembozado, en la defensa de la Constitución del 93 y en particular de su capítulo económico, sin el que hubiera sido imposible lograr las tasas de crecimiento de los últimos treinta años, la impresionante reducción de la pobreza y la disminución de la desigualdad.

Materia prima fáctica sobra y abunda para desplegar un arsenal de argumentos de impacto popular, capaz de hacerle frente a la que la izquierda despliega demagógicamente, sin fundamento alguno, amparada tan solo en el malestar ciudadano por la incompletud de las reformas que debieron hacerse, al amparo de la propia Constitución del 93, por los gobernantes fallidos de la “transición democrática” (Toledo, García, Humala, Kuczynski, Vizcarra y Sagasti).

El fracaso de la protesta contra el gobierno de Dina Boluarte ha tranquilizado las angustias de un sector importante del centro y la derecha. Cometerían un grave error, sin embargo, si reposan en ese hecho y olvidan que la batalla ideológica se viene librando a diario en calles, plazas y medios de comunicación regionales, sin que Lima se percate de ello y viva encerrada en una burbuja que ya ha explotado varias veces, pero que, al parecer, no deja lecciones aprendidas.

La narrativa está a la mano. El centro y la derecha deben despercudirse de una inexplicable vergüenza por defender los inmensos logros alcanzados en los pasados treinta años y que ningún país de la región ha obtenido. Desde fuera nos ven como un ejemplo a seguir. Los protagonistas internos, no parecen, sin embargo, ser conscientes del activo político que tienen entre manos.

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