Pie Derecho

La DBA saca las garras

“Lamentablemente, la derecha peruana, no alberga espacios liberales en su seno. Es una derecha conservadora, negacionista, obtusa y que hace honor al calificativo de bruta y achorada”

Se pensaba que las tesis fraudistas habían sido derrotadas por los datos empíricos que demostraban con claridad que no hubo ningún fraude el 2021 y que lamentablemente la mayoría, por pocos miles, de la ciudadanía le dio el triunfo electoral al inefable Pedro Castillo.

Esa tesis contaminó los primeros meses del periodo postelectoral y algo del primer tramo gubernativo porque hasta comisión investigadora del Congreso se formó y, por supuesto, no pudo concluir nada. Fue efectiva la campaña, sin embargo, para desprestigiar a las instituciones electorales (Reniec, ONPE y JNE) y sembrar la tesis de que algo turbio se manejó en esa jornada electoral.

Hoy, la derecha quiere tirarse abajo el tinglado institucional electoral, recortando el mandato de sus titulares y seguramente nombrando en su reemplazo a gente dúctil, esta vez sí, a las presiones políticas que puedan surgir en el futuro si vuelve a darse una elección reñida, como la que hubo el 2021.

Mientras esto sucede en el Congreso, en el ámbito municipal hemos visto al flamante alcalde de Lima, Rafael López Aliaga, arremeter ignorantemente contra el Lugar de la Memoria, un espacio que tiene muchos defectos (un relativo sesgo antifujimorista, edulcoramiento de ciertos hechos, etc.), pero que no peca de parcialidad respecto de la grave responsabilidad que en los hechos de violencia ocurridos entre 1980 y 2000, básicamente, cupieron a los movimientos subversivos de la época: Sendero Luminoso y el MRTA.

Lo que la ultraderecha quiere esconder es que, terriblemente, nuestras fuerzas del orden cometieron graves excesos y justamente un lugar dedicado a rescatar la memoria de lo sucedido tiene como misión esencial recordárnoslo para que no se repita ello, en caso volviesen a aparecer, cosa que nadie quiere, fenómenos subversivos en el país, porque además de violatorios de los derechos humanos, solo sirvieron para alentar la subversión, la cual fue derrotada justamente cuando se cambió de estrategia y se optó por un trabajo mancomunado con los pueblos afectados y con inteligencia policial.

Lamentablemente, la derecha peruana, no alberga espacios liberales en su seno. Es una derecha conservadora, negacionista, obtusa y que hace honor al calificativo de bruta y achorada. No aprende, no le interesa hacerlo, y en ese plan constituye una grave amenaza a las libertades democráticas frente a la que hay que estar advertidos y no transar con ella.

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Derecha, política peruana

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