El gobierno, mediante decreto supremo 008-2023, publicado ayer, acaba de derogar otro DS, el 009-2022, que modificaba el estatuto de la Derrama Magisterial y suponía una abierta intromisión en las actividades de una empresa privada.
Haciendo eco del magisterio radical vinculado al Movadef, el régimen de Castillo se había propuesto destruir la Derrama Magisterial, viejo anhelo del Fenate, y para ello había dispuesto cambiar los estatutos arbitraria e inconstitucionalmente, que un juzgado, por cierto, suspendió como medida cautelar.
Permitir esa bravuconada ideológica hubiera sentado un nefasto precedente. Cualquier gobierno hubiera podido modificar los estatutos de un banco, una empresa minera o una agroindustrial, disponiendo que sus respectivos directorios fueran conformados al antojo de Palacio de Gobierno. El inefable Pedro Castillo tenía una obsesión con la Derrama y el Sutep, pero su despropósito hubiera irradiado, de haber sido pasado por alto, a todo el empresariado, que hubiera tenido una espada de Damocles intervencionista encima suyo.
El gobierno de Dina Boluarte y la ministra de Educación, Magnet Carmen Márquez Ramírez han puesto fin a este legicidio al derogar el decreto intervencionista de marras, que en su momento mereció el repudio de la mayoría de gremios empresariales, que se solidarizaron con una empresa privada, supervisada por la Superintendencia de Banca y Seguros, SBS, y que funciona superlativamente bien desde hace décadas gracias a un manejo gerencial tecnocrático e independiente.
Así como ésta hay muchas bombas de tiempo dejadas por el funesto gobierno de Pedro Castillo, que deben ser desactivadas. Nos hemos librado de un desastre con la salida del Atila chotano. Hoy empezaba con la Derrama Magisterial, mañana iba a destruir todo el sector empresarial privado, envalentonado.
El Perú no puede permitir que se golpee más al sector privado, que es el que invierte y genera empleo, además de reducir la pobreza. Cientos de miles de maestros deben agradecer que el gobierno actual haya puesto fin a un profundo acto de pillería y afanes de venganza. Su lucha y protesta ha ayudado a que la sociedad aprecie los esfuerzos empresariales de un sector sindical crucial para la marcha del país en el sector Educación y que ha demostrado que hacer empresa es una responsabilidad tan delicada que merece el cuidado de los gobiernos y no su manoseo, como el que pretendieron desplegar Castillo y sus huestes radicales.
