Tatiana Bejar

La amenaza no es Ortega, es la hegemonía de EEUU

“El triunfo de la revolución sandinista, considerada como la “más humana” por el bajo nivel de violencia y la influencia profunda de la iglesia católica, continúa siendo una herida abierta para EEUU, como lo es la revolución cubana.”

El presidente de EEUU, Joe Biden, dijo hace unos días que “no hay diferencia entre la familia de Somoza y la de Ortega” ante la reelección de Daniel Ortega como presidente de Nicaragua. 

Esta frase está siendo repetida por sectores progresistas que rápido se han alineado con EEUU, y a la vez cuestionan a Ortega por su alianza con una parte de la oligarquía nicaragüense, cuando le proponen lo mismo a Castillo por la «gobernabilidad». 

El gobierno peruano, a través de Cancillería, emitió un comunicado señalando que las últimas elecciones nicaragüenses no cumplen los criterios mínimos de “elecciones libres, justas y transparentes que establece la carta interamericana”, confirmando su derechización al apoyar la política intervencionista de EEUU contra países hermanos.

Las sistemáticas intervenciones militares y financieras contra proyectos alternativos al capitalismo tiene décadas en toda la región, y con Nicaragua empieza en 1856 cuando EEUU usurpa el poder, establece el inglés como idioma oficial y reestablece la esclavitud negra. La larga historia colonialista imperial ha sido dirigida tanto por demócratas como republicanos. Recordemos que Biden como senador y vicepresidente apoyó estas políticas imperialistas. 

El triunfo de la revolución sandinista en 1979, considerada como la “más humana” por el bajo nivel de violencia y la influencia profunda de la iglesia católica, continúa siendo una herida abierta para EEUU, como lo es la revolución cubana. 

Por más de 40 años, EEUU ha utilizado todos sus recursos para sabotear el proyecto sandinista. A través del narcotráfico financió el ejército mercenario de los CONTRAS en los 80s, lo cual significó también sembrar el comercio de la cocaína en barrios pobres y racializados en EEUU. Más recientemente, el bombardeo mediático y la desinformación sobre la política interna en Nicaragua tiene como objetivo detener el proceso y dar una lección a quienes osan salir de su ámbito de influencia. En 2018, EEUU financió con millones de dólares una oposición golpista que dejaron decenas de muertos, a la vez que USAID le entregaba dinero a los medios de prensa a través de la Fundación Chamorro, para que periodistas como Miguel Mora, director de 100% Noticias, pidieran la intervención militar estadounidense.

¿Quién define qué son los derechos humanos?

Lo importante y trascendental para los pueblos es la conquista de derechos humanos por la lucha social y liberadora contra el colonialismo y la opresión, no por una agenda de derechos individuales, legales y jurídicos. La legalidad de los derechos humanos es parte de la narrativa elitista de ONGs internacionales, en su mayoría dirigidos por abogados blancos y privilegiados.

Nicaragua, siendo uno de los países mas pobres de la región, ha garantizado un 80% de seguridad alimentaria, expansión de la salud, educación y vivienda a su población. En los últimos años el gobierno sandinista ha entregado territorios a pueblos originarios y afrodescendientes que abarcan más de dos millones de hectáreas. Por el lado de la paridad de género, uno de los temas favoritos de las ONGs, el parlamento de Nicaragua está en primer lugar en el mundo con más mujeres en el gabinete y ocupa el cuarto lugar con mayoría de mujeres en el parlamento.

EEUU está en crisis y las élites lo saben 

EEUU es el primer violador internacional de derechos humanos como lo es también contra su propio pueblo. La vivienda, salud y educación no están garantizados. El alto desempleo, el aumento de la pobreza y la mortalidad materna (la más alta en un país industrializado), 1 de 30 niñxs no tienen vivienda, y millones dependen del refrigerio escolar para sobrevivir, exponen un sistema político corrupto donde solo acceden al poder real las élites o aliados del poder económico dominante. 

Su riqueza se basa en el poder colonial imperialista y capitalismo racial, la explotación laboral, exclusión de la clase trabajadora en el proceso electoral, apropiación de territorios, una prensa monocorde neoliberal donde se persigue a periodistas como Julian Assange, y por si fuera poco, mantiene cerca de cien presos políticos en cárceles inhumanas más tiempo que en ningún otro país.

La alta inflación también demuestra la crisis capitalista. La propuesta de recuperación económica es el Build Back Better, propuesta inicial de 3.5 trillones de dólares para infraestructura, creación de empleo, inversión en el cuidado, pero después de negociaciones, los progresistas del partido demócrata sucumbieron y aceptaron la reducción de este paquete a 1.5 trillones de dólares, dejando nuevamente fuera, como sucedió con la crisis de 2008, a los sectores más oprimidos sin cobertura de salud ni educación universal, sin salario justo y sin reforma migratoria.

Mientras que Biden le aseguraba a los ricos que “nada cambiará”, el Congreso aprobaba con mayoría demócrata y republicana, y oposición de la izquierda, el Acta RENACER. Esta acta establece más sanciones y propone el bloqueo económico a Nicaragua, así como recoger información sobre negociaciones con Rusia. RENACER es otro de los instrumentos de EEUU para reforzar su poder hegemónico violando el derecho a la soberanía y la autodeterminación de los pueblos.

Países soberanos con otros modelos al capitalismo opresor, que quieren decidir con qué otras potencias comercializar como China o Rusia, se convierten en otra amenaza para el imperio en decadencia. En política no hay ángeles, pero no perdamos perspectiva, el capitalismo imperialista colonial de EEUU es la mayor amenaza para su propio pueblo y todos los pueblos en todo el mundo.

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