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En el fondo, ¿qué queremos? | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad
Mauricio-Saravia

En el fondo, ¿qué queremos?

"Continúa con una política de nombramientos de perfiles increíblemente poco idóneos para los puestos que los convoca, se habla permanentemente de la “cuota” de Perú Libre y no se logra corregir nada a tiempo ni con gente idónea."

Ayer domingo, día de cierre de esta columna, salió publicada la encuesta de mayo del IEP para La República¹. Al ser la última del mes, trae información de valor que vale la pena discutir y contrastar.

En primer lugar, la aprobación. A diferencia de los últimos meses, Castillo cae significativamente en su aprobación, obteniendo un indicador neto (aprobación menos desaprobación) de -50 puntos porcentuales nada menos. Por cada persona que aprueba su gestión hay prácticamente 4 que la desaprueban. La tendencia a la baja viene desde enero, pero recién vemos una fluctuación mensual que es significativa. Son 7 puntos que aumenta su indicador neto de desaprobación entre abril y mayo.

Más allá de las fluctuaciones por segmentos de las que podemos hablar mucho, pero que no explican nada, consideramos desde esta esquina que el principal tema que se mueve en la aguja es la percepción de corrupción del gobierno. Si en diciembre y marzo sólo el 21% consideraba que este gobierno terminará siendo más corrupto que otros gobiernos anteriores, hoy ese indicador sube 11 puntos y alcanza el 32%. Por el contrario, hoy solo un 20% considera que este gobierno será menos corrupto que gobiernos anteriores mientras que a fines del año pasado marcaba 39%.

La corrupción percibida en el gobierno de Castillo y su percepción de que no llegaba a niveles de otros, por ejemplo del aprismo o del fujimorismo, podría haberle generado una tabla de salvación o una calma chicha en la que sólo tendría que demostrar (no discursear) que el compromiso con ello era genuino. Tras las múltiples denuncias de las últimas semanas, muchas de ellas serias y válidas sobre las que se deben explicaciones concretas, e incluso el caso Villaverde, ya la credibilidad de Castillo en el tema corrupción ha llegado a niveles de credibilidad casi inexistentes.

En la encuesta también de mayo de Ipsos² para El Comercio, la percepción de corrupción como principal problema del país sube 7 puntos porcentuales con respecto a abril y le saca 10 puntos a la delincuencia (54% contra 44%). Claramente la percepción de corrupción en el gobierno y la aprobación presidencial se relacionan. Se conjugan el problema más grande que se tiene en el Perú con la acción del primer mandatario.

El problema es que el presidente no lo comprende. Continúa con una política de nombramientos de perfiles increíblemente poco idóneos para los puestos que los convoca, se habla permanentemente de la “cuota” de Perú Libre y no se logra corregir nada a tiempo ni con gente idónea. La presencia y deliberación constante de Vladimir Cerrón y su gavilla, confrontando al presidente y con amenazas directas a la gobernabilidad, también influyen en esta percepción de corrupción que ya superó a cualquier cálculo.

Mientras tanto, Castillo se refugia en los consejos descentralizados y en los discursos de candidato. La estrategia de “bypasear” la política de Lima y tratar directamente con los gobiernos locales del interior, sencillamente no le está funcionando. Suena interesante, pero sin oficialismo allí donde realmente pueden ponerle freno a cualquier convocatoria que tenga es una margen de acción bien estrecho el que tiene. Y él sabe de la política del bloqueo, por su pasado sindical, no de la política del consenso y de la búsqueda de aliados. Sombrío panorama.

Los números del premier son iguales, 70% de desaprobación, 21% de aprobación. Hoy, la figura del premier deja de darle algo de aire al presidente y pasa a ser una especie de siamés. Si escucha con atención los discursos de Torres y los de Castillo, se asombrará de los niveles de similitudes que tienen. Son dos voces resonando de la misma manera. Por eso su aprobación es exactamente igual como se ve en el cuadro siguiente. Así es muy difícil de conseguir resultados positivos frente a la opinión pública.

Con este preámbulo, el IEP por fin logra incorporar la pregunta que todos esperábamos que se hiciera: la aprobación al anuncio del presidente Castillo de convocar a una Asamblea Constituyente.

Los resultados fueron enormemente comentados el domingo y seguramente lo serán durante la semana. Porque luego de muchas predicciones por fin se conoce que cerca de la mitad de la población nacional sí quisiera ver tangibilizada esta alternativa.

De pronto empezaron los argumentos absurdos: no es la mayoría, no se debe considerar que eso es apoyo, o del otro lado: constituyente ya, con el margen de error ya validamos su convocatoria.  Desde luego que esto no es algo que se resuelva con una encuesta. Pero lo que no debe confundirnos es que la idea no ha caído en saco roto y tiene un asidero importante que hay que tomar en cuenta.

Nuestra interpretación para este fenómeno, que no deja de ser paradójico, pues el presidente va en caída libre y la idea fuerza que más puede identificar a su gobierno va subiendo en su respaldo, es que la idea de cambio sigue allí en la cabeza y el corazón de los peruanos. Ese cambio que el presidente Castillo no logra concretar, ni siquiera iniciar, ni siquiera atisbar, ese cambio por el que fue electo pese a sus grandes dudas y limitaciones evidentes, no está sintiéndose.

La idea de cambio es dinámica. Creo que estamos aprendiendo que no solo significa dirigentes o cabezas, sino también acciones efectivas y concretas. El cambio también puede estar encarnado en la modificación de la Constitución, lo que sea, que se cambie. Si no funciona, que se cambie. Porque algo hay que cambiar. Así no sea claro qué es lo que se debe cambiar.

No importa ya, probablemente, el que se cambie a Castillo o a Alva o a todos. Queremos que se vayan todos, pero ya hemos perdido la capacidad de entusiasmo con lo que venga. Entonces si no cambiamos a las personas, podemos empezar a soñar con cambiar aquello que nos da forma. Tal vez, es sólo una hipótesis.

Por eso tampoco debe asombrarnos que más del 40% diga abiertamente en una encuesta que no ha leído la constitución. Me atrevo a decir además que se trata de una pregunta que debe tener una carga de deseabilidad social importante, con lo que ese porcentaje debe ser más alto. El discurso de “quieren cambiar algo que ni siquiera conocen” debe tratar de ser algo más analítico. Consideramos que justamente eso es algo que le da forma: queremos cambiar algo porque queremos cambiar algo. En el fondo, tenemos que considerar la importancia del cambio antes que pensar que se trata de una idea vacía. Por eso Castillo se siente tan seguro a veces. Y la oposición es capaz de ser tan torpe y falta de inteligencia. Porque en el fondo, ellos ya no importan para el imaginario colectivo. Han empezado a ser más relevantes otras lógicas de cambio. Cómo tome forma ello, lo tendremos claro con el tiempo.

Parece que los peruanos estamos en plena crisis adolescente. Sabemos lo que no queremos pero no tenemos una idea muy clara de lo que sí queremos. Mientras eso no se clarifique, muy posiblemente tendremos elecciones como las que tuvimos, presidentes y congresistas como los que tenemos y la constitución siga siendo un terreno de lucha más que algo que regule nuestra vida colectiva. Que claramente no existe.


  1. En: https://iep.org.pe/noticias/iep-informe-de-opinion-mayo-2022/
  2. En: https://www.ipsos.com/sites/default/files/ct/news/documents/2022-05/6980522INF_V5_26May22%20%28EL%20COMERCIO%20PUBLICADO%29%20%28002%29.pdf

Tags:

Gobierno, Pedro Castillo

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