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¡Dame tu atención! Esto es complicado

“Las redes sociales pueden agudizar la polarización. Este es un llamado a creadores de contenido y a los usuarios para aceptar el reto de empezar a abrir el diálogo sobre los asuntos complejos y fortalecer la democracia”

Quedan muy pocas personas en el Perú que no utilizan las redes sociales para informarse del acontecer nacional. Hace un buen tiempo que, en gran medida, ha dejado de ser una característica que diferencia la urbe del campo. Los que tenemos más de 35 recordamos esos años en los que teníamos la esperanza de que el acceso universal al internet solucionaría todos nuestros problemas, al reducir las asimetrías de información. Pero nos equivocamos.

Las redes sociales funcionan en base a algoritmos. Estos ponen frente a nuestras narices contenido similar a lo que nuestro comportamiento previo indica que es de nuestro interés. Están diseñadas para confirmar nuestros sesgos y para alimentar nuestro apetito constante por información rápida que capte nuestro fugaz interés. Pero todo esto ya lo sabes.

Sin embargo, lo que quizás no hayas considerado, es que es así como las redes sociales contribuyen a que nuestras posturas políticas se radicalicen y que la sociedad se polarice. Pues se vuelve más difícil encontrar perspectivas distintas a las que teníamos antes de abrir el app. Y como es imposible absorber la complejidad de un asunto en 10 segundos, nos nutrimos de información parcial e incompleta. Verás, lo que vemos en nuestras pantallas es muy distinto a lo que ven otras personas, en especial las personas con las que no estamos de acuerdo. La información que recibimos no es homogénea. Hoy, por ejemplo, un grupo está expuesto a contenido a favor de la policía y la defensa de las instituciones – dejando de lado el abuso de la fuerza. Y otro grupo está expuesto a contenido a favor de los reclamos y el derecho a la protesta – dejando de lado los actos de violencia. La realidad es que todas estas cosas suceden al mismo tiempo.

Para empeorar la situación, estos algoritmos también radicalizan a los creadores de contenido político. Pues estos ven que sus contenidos obtienen mayor interacción cuando mejor confirma los sesgos más radicales, emocionales y reaccionarios de su público. Por suerte para ellos, hacer este tipo de contenido es muy sencillo. Pues no es necesario hacer demasiada investigación, ni cuestionar la veracidad de la información que se extiende al público, se puede reemplazar la objetividad con “opinión”, e incluso se puede permanecer en el anonimato evadiendo la responsabilidad sobre lo que se publica. Lo importante es que sea exactamente lo que necesita escuchar su audiencia para reforzar lo que ya piensa. Es un ciclo constante de polarización. Vivimos entre “¿Cómo puede ser falso si es exactamente lo que pienso?” y “¿Cómo puede estar mal lo que digo si tiene muchos likes?”.

Como ustedes imaginan, esto es un problema para una democracia estable. Pues una sociedad democrática debe navegar la complejidad de los problemas que enfrenta. Pero no me malinterpreten, las redes sociales no son el problema. Son las personas; las que escuchan lo que quieren escuchar y las que crean contenido al servicio de los likes. La buena noticia es que también son las personas las que enfrentan con éxito los retos más difíciles.

Es entonces que hago un llamado a los creadores que nos sacarán de esta crisis de inestabilidad política. Quizás sea el reto más grande que esta generación de creadores de contenido pueda enfrentar: el poder hacer que la moderación y la complejidad sean emocionantes, capaces de captar la atención fugaz del ciudadano de hoy. ¡Acepten el reto! Y creen el contenido que el Perú necesita. Asimismo, el público tiene un reto quizás un poco más fácil: de vez en cuando consumir contenido que no consumiríamos normalmente, explorar la perspectiva de nuestros “enemigos” por un rato y cuestionar nuestras propias emociones y sesgos. Lograr entablar el diálogo que añoramos puede estar en nuestras manos, literalmente.

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