Juan Carlos Tafur

Que tanta mujer no sea por gusto

Es una feliz conjunción la presencia de autoridades mujeres en altas instancias del poder, tales como Marianella Ledesma en el Tribunal Constitucional, Elvia Barrios en el Poder Judicial, Zoraida Ávalos en la Fiscalía de la Nación, Violeta Bermúdez en la Presidencia del Consejo de Ministros y Mirtha Vásquez de Presidenta del Congreso de la República, amén de diversas ministras, sumadas a la también inédita presencia de mujeres en las cabezas de importante gremios empresariales (María Isabel León en la Confiep, Leonie Roca en AFIN, Claudia Cooper en la Bolsa de Valores, Elena Conterno en IPAE, Cayetana Aljovín en la Sociedad Nacional de Pesquería, Elena Torriani en la Cámara de Comercio de Lima, y por añadidura Carmela Sifuentes en la CGTP).

Por supuesto, es indicador del permanente avance del empoderamiento de la mujer en la sociedad peruana, pero no puede destacarse esta presencia significativa si no va a la par de la puesta sobre el tapete de sinfín de puntos de agenda que es menester atender. Se debe pasar de lo femenino a lo feminista. Y allí hay mucha tela por cortar.

Por ejemplo, desde el sector mujer, implementación y presupuesto para la política de igualdad de género, reforma del Programa aurora, programa que busca prevenir y erradicar la violencia contra las mujeres, pero que tiene muchísimas quejas sobre atención.

Desde salud, seguimiento a la aplicación del protocolo de aborto terapéutico y garantizar que se distribuya la AOE (anticoncepción oral de emergencia). A la postre, el país ya debería incorporar desde el más alto nivel la posibilidad de aprobar el aborto de libre albedrío (¿alguna de las mujeres citadas lo pensará y estará dispuesta a promoverlo? Sería de inmensa ayuda).

Se debe, asimismo, garantizar el enfoque de igualdad de género e intercultural en el sistema de búsqueda de personas desaparecidas e impulsar un protocolo interinstitucional para la atención e investigación de casos de mujeres y niñas desaparecidas.

Debe haber asimismo una estrategia nacional para erradicar la política de sueldos diferenciados que existe en el sector público y privado dependiendo de si el trabajador o ejecutivo es hombre o mujer.

Estas son tareas que corresponden a la gestión de Sagasti. Ya es hora de que la agenda feminista se instale como política pública y qué mejor que la grata circunstancia de tener a tantas mujeres en cargos de influencia para propender a ello y para exigirle al gobierno que haga al respecto.

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