Voluntad de poder

"Es cierto que el Estado no cumple con proporcionar los servicios básicos que la población requiere. Pero esto sucede no porque la constitución no lo permita sino porque tenemos gobernantes corruptos e ineptos."

Friedrich Nietzsche describió a la «voluntad de poder» como un impulso humano innato de búsqueda de afirmación, de ejercicio de poder y control sobre su entorno.

Nietzsche creía que esta “voluntad de poder” es parte fundamental de la naturaleza humana y que subyace a todo comportamiento humano, incluida la moral, la religión e incluso el conocimiento. 

Para Nietzsche, la “voluntad de poder” no es simplemente el deseo de controlar a los demás, sino también el impulso de superar las propias limitaciones.

Nietzsche postula que los individuos y los grupos quieren superar la resistencia, en sí mismos, en los demás y en el mundo, no necesariamente para alcanzar un estado predeterminado, sino porque el proceso de superar la resistencia es inherentemente valioso.

También creía que la moralidad tradicional, que a menudo enfatizaba la abnegación y la subyugación de la voluntad individual, es una forma de debilidad y que la verdadera fuerza y grandeza solo puede lograrse a través de la “voluntad de poder”.

Sin embargo, también advirtió que la “voluntad de poder” puede conducir a un comportamiento destructivo, incluso violento, si no está atenuado por un sentido de autosuperación y creación, en lugar de dominación sobre los demás.

Por otro lado, Karl Marx propuso la teoría de la “lucha de clases”, la cual se basa en la creencia de que la sociedad está dividida en clases en función de su relación con los medios de producción. La clase capitalista, o burguesía, posee los medios de producción, como las fábricas y la tierra, y explota a la clase obrera, o proletariado, pagándoles salarios que son inferiores al valor de los bienes que producen. Esta explotación crea un conflicto fundamental entre las dos clases, que se conoce como “lucha de clases”.

Marx creía que la “lucha de clases” conduciría inevitablemente a un derrocamiento revolucionario del sistema capitalista por parte de la clase obrera, lo que resultaría en una sociedad socialista en la que los medios de producción serían de propiedad y control colectivo. En esta nueva sociedad, las distinciones de clase y la explotación de la clase obrera desaparecerían, dando lugar a una sociedad sin clases.

Se podría decir que la «voluntad de poder», al ser un impulso humano innato por el poder y la autoafirmación, es la fuerza impulsora fundamental detrás de todo comportamiento humano, incluida la “lucha de clases”. La “voluntad de poder” puede ser considerada como una fuerza que también puede dirigirse hacia la acción colectiva y revolucionaria.

Sin embargo, es importante diferenciar que Nietzsche creía que la “voluntad de poder” es un impulso que no necesariamente conduce a ningún resultado social o político específico y enfatiza la autosuperación individual y la creación, mientras que el marxismo se asocia con la acción colectiva para derrocar el orden social y económico existente. 

Las protestas en el Perú son sin duda una expresión de “voluntad de poder” de una población étnica, cultural y económicamente relacionada en el sur del Perú. También pueden ser interpretadas como parte de la “lucha de clases” que enfrenta a una clase social de bajos recursos contra el Estado central que de alguna manera representa el statu quo.

La pregunta es ¿qué objetivo se quiere lograr con esa “voluntad de poder”? 

Siguiendo la línea marxista, probablemente algunos lideres de la protesta querrían implantar un socialismo del siglo 21 a lo venezolano, nicaragüense o cubano. Algunos otros proponen liberar al encarcelado expresidente presuntamente golpista, corrupto e inepto. 

Estos objetivos claramente son desatinados y serían desastrosos en caso de ser realizados.

La consigna que más se escucha es la del pedido de renuncia de Dina Boluarte, cambio de la mesa directiva del Congreso, adelanto de elecciones y referéndum para asamblea constituyente. 

Analicemos uno por uno. ¿Porque tendría que renunciar Dina Boluarte? 

Varios argumentarán que debe renunciar por ser responsable de las victimas fallecidas a manos de las fuerzas del orden. Pero para esto tendría que probarse que ella dio la orden de disparar y que no fue responsabilidad individual de miembros específicos de las fuerzas del orden.

Para Boluarte dar la orden de disparar sería una decisión claramente contraproducente, dado que las víctimas fatales solo añaden más leña al fuego de la protesta y también se convierten en una contingencia legal complicada para ella ante una eventual investigación fiscal. 

También hay una razón práctica importante para que Boluarte no renuncie y es que en caso renunciara, el actual presidente del congreso seria aún menos popular que ella y tendría menor legitimidad, lo cual derivaría en mayores protestas y en una lucha por que cambie la mesa directiva lo cual a su vez generaría mayor caos y protesta, lo cual finalmente podría derivar en una guerra civil o un golpe de estado.

Lo que corresponde ahora es que Boluarte se mantenga en su puesto y el congreso cumpla con adelantar las elecciones y entregue el cargo al presidente electo. Todo dentro de la ley y del proceso democrático.

La razón por la cual los lideres de la protesta quieren que Boluarte renuncie no es porque consideren que sea moralmente necesario sino porque quieren utilizar el vacío que se generaría, para poner a un presidente afín que inicie el proceso para una asamblea constituyente o continue la línea golpista de Castillo. 

¿Se justifica un referéndum para una asamblea constituyente? 

Los lideres de la protesta piden una asamblea constituyente no porque vaya a resolver nada sino porque les proporciona dos cosas: primero la posibilidad de obtener mayor poder y segundo les permite ofrecer una pretendida solución de sus problemas a la población.

Sabemos bien que los problemas del país no están en la constitución sino en las personas que lo gobiernan, en nosotros mismos. Una nueva constitución no va a mejorar la situación de los peruanos, por lo contrario, va a detener la economía y generará expectativas de solución en la población que se convertirán en una gran desilusión. 

Es cierto que el Estado no cumple con proporcionar los servicios básicos que la población requiere. Pero esto sucede no porque la constitución no lo permita sino porque tenemos gobernantes corruptos e ineptos.

Si el problema de fondo que aborda la protesta realmente fuera que el Estado no cumple con proporcionar los servicios básicos, ¿porque no se protestó durante el gobierno de Castillo cuando ya estaba claro que había tremenda corrupción e ineptitud? ¿Por qué no se protestó durante el mandato de todos esos alcaldes y gobernadores regionales que también son corruptos e ineptos? 

La realidad es que la población asume que lo normal es que el Estado central, las municipalidades y los gobiernos regionales no cumplan con sus responsabilidades. 

La protesta no tiene tanto que ver con que el Estado cumpla o no cumpla, sino con que este grupo étnico, cultural, económico y social haya perdido su representante en la mesa del poder.

No importa si este representante es golpista, corrupto e inepto, al fin y al cabo, la mayoría de los políticos son considerados corruptos e ineptos, lo importante es que su “su” representante tenga un sitio en la mesa del poder y que su “voluntad de poder” se vea expresada.

Y esa “voluntad de poder” no necesariamente tiene un objetivo constructivo, solo es “voluntad de poder” expresándose.

@rafaelletts


*Fotografía perteneciente a terceros

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