Juan Carlos Tafur

¡Renuncie Béjar!

“No hay contexto alguno en el que sus opiniones sobre los orígenes de Sendero Luminoso y la presunta participación ominosa en ello de nuestra Marina de Guerra, puedan ser admisibles”.

La inteligencia de Béjar parece haberse subordinado a los disfrutes del poder. No se halla otra explicación a que se aferre a un cargo, en el que, a pesar de la breve estancia, le ha generado un problema político mayúsculo al recién estrenado gobierno.

No hay contexto alguno en el que sus opiniones sobre los orígenes de Sendero Luminoso y la presunta participación ominosa en ello de nuestra Marina de Guerra -que tantas víctimas tiene en sus pasivos históricos por obra y gracia del terrorismo-, puedan ser admisibles.

Es un disparate y es un agravio. Y no estamos hablando de declaraciones de hace veinte o treinta años, sino de apreciaciones efectuadas hace pocos meses, es decir, pareceres que el Canciller debe mantener en ristre y seguir sosteniendo en su fuero interno.

Pues resulta claro que alguien con ese pensamiento, propio del infantilismo de izquierda que se apreció cuando recién apareció Sendero Luminoso en el Perú (y sobre lo cual, dicho sea de paso, la izquierda peruana no ha dado cuenta histórica y en lo que no abunda, como debiera haberlo hecho, el Informe de la Comisión de la Verdad ni, por ende, el Lugar de la Memoria), no puede ser Canciller de la República.

Probablemente, Béjar provenga de la cuota de poder ministerial de Vladimir Cerrón. Un motivo más para que el presidente Castillo recapacite respecto de la capacidad de influencia que le está permitiendo al secretario general de Perú Libre.

Los grandes problemas del presente -salud y economía- requieren una mirada pragmática de parte del régimen. En ese sentido, los nombramientos de Hernando Cevallos y Pedro Francke, dentro de lo factible, parecen acertados. Pero muchas de las otras designaciones ministeriales y en particular la del canciller Béjar, generan un ruido político gigantesco, que afecta directamente la marcha de los dos programas esenciales de gobierno mencionados.

La bajísima aprobación del gobierno se debe no a la campaña de la derecha mediática o el acoso político de la oposición congresal. Se debe básicamente a los enormes desaciertos cometidos por el Presidente en la designación de su gabinete ministerial, la percepción de la influencia de Cerrón, y la terquedad en insistir con la Asamblea Constituyente. Tiene que corregir ello si quiere mantener niveles de aceptación ciudadana mínimos para sobrellevar un gobierno con alguna credibilidad (ya vimos cómo se ha reactivado el conflicto en Las Bambas, a despecho de la intervención del propio Premier Bellido).

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Héctor Bejar, Pedro Castillo, Vladimir Cerrón

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