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Mi tía, Dina Boluarte

“Estas son algunas de las ventajitas que tiene ser sobrino(a) de la Presidenta de la nación ante el silencio ominoso de algunos importantes medios de comunicación”.

Este columnista se sorprende cómo de gobierno a gobierno pasamos de los “sobrinísimos” de Pedro Castillo a los de Dina Boluarte, ante el silencio ominoso de algunos medios de comunicación, que, como pasaba con la anterior gestión, y con justa razón, alzaban el megáfono de la indignación a todas voces y ahora parecen ser ciegos, sordos y mudos contempladores de estos escándalos que muestra una vez más la impunidad con la que funcionarios del Estado aprovechan su sitio privilegiado a través del voto popular para sacar provecho. Esta historia, del que no importa el color, posición política, raza ni religión, es la de nunca acabar. Una vez llegado a un estrato del Estado, pareciera ser el mandato infaltable el de lucrar lo máximo posible con la plata de todos.

Y es que, como revelara en su última edición el semanario Hildebrandt en sus Trece, y, según otras investigaciones periodísticas ya de meses atrás, muestra como durante estos años, primero, de vicepresidenta, y ahora como Presidenta, los familiares de Dina Boluarte han alcanzado esas “ventajitas” que permite tener a alguien en un puesto importante del gobierno. Avasallando el artículo 11 de la Ley de contrataciones en la que dice que: “Ningún familiar de la jefa de Estado hasta el segundo grado de consanguinidad o afinidad puede oficiar para el sector público”. Y así, la vida y la suerte cambia de pronto para algunos, como el caso de la sobrinita, Shadia Samira Segovia Boluarte, que consiguiera un puesto para laborar con el Ministerio de Educación en el 2022 por la jugosa cifra 72.000 soles. Empero, dos años atrás, cuando nadie hubiera soñado ni en sus peores pesadillas que Dina Boluarte sería alguna vez presidenta, desaprobó un concurso público de la UGEL de San Juan de Miraflores. Quedando en el patético sitial del ¡¡último lugar!! Y sin siquiera llegar al puntaje mínimo. Pero así mismo, ese 2022 en que la tía querida era vicepresidenta, brindaría en aquel  establecimiento “servicios de asistencia técnica a especialistas de convivencia escolar en la Ugel”. Por más tragicómico que parezca.

Otro es el caso de Jhaery Emperatriz Enciso Boluarte, que durante en distintas ocasiones del año pasado, ha conformado parte de Comités de selección para licitaciones públicas en Cusco. También en la misma localidad, el antropólogo, y también sobrino, José David Ugarte Boluarte, sería beneficiado con una entidad alineada a Sedapal, EPS SedaCusco, con una oficina creada con la intención de que pueda ocupar el cargo de jefe. Todo esto en el rubro de saneamiento. Y para cerrar esta historia de los “4 fantásticos” sobrinitos, Jorge Gamarra Boluarte, contrató con el hospital regional de la ciudadela incaica, otorgando servicios de exámenes de tomografía con la cifra abundante de 170 mil soles.

Pero para colmo, no solamente aquellos querubines han sido gratos beneficiados, sino también las primas hermanas, Yorka Marina Gamarra Boluarte y Victoria Volodia Dávila Boluarte, sobrinas también. Y con cantidades exorbitantes de miles de soles. Pero esto también salpica al hermano y el cuñado, Nicanor Boluarte Zegarra y Alfredo Pezo Paredes, con relación a la Municipalidad de Pueblo Libre y la Controlaría que encontraría conflictos de intereses en contrataciones. Y para la cereza del pastel, la mismísima máxima mandataria, se mantiene como presidenta del Club Departamental Apurímac, resquebrajando el artículo 126 de la constitución, donde, a pesar de englobar a los ministros de estado, también cala al presidente: “Los ministros de Estado no pueden ejercer otra función pública, excepto la legislativa. No pueden ser gestores de intereses propios o de terceros ni ejercer actividad lucrativa, ni intervenir en la dirección o gestión de empresas ni asociaciones privadas”. Por este caso, meses atrás casi termina inhabilitada por 10 años de la función pública. Y que curiosamente, justo dos días antes del autogolpe de Castillo, sería archivado. Todos estos tenían, a priori, la restricción jurídica por las razones ya mostradas, pero poco o nada pareció importarles. Como se dice en la calle, “a la prepo”.

Estas historias nos demuestran, por enésima vez, que la meritocracia es un cuento muy romántico de nuestra democracia. Y es que como decía el brillante dramaturgo y pensador irlandés, Bernard Shaw: «A los políticos y a los pañales hay que cambiarlos seguido… y por las mismas razones». Y con estas ignominias parasitarias que abundan en el congreso y el ejecutivo nos es tan imperante. Esta casita de cartón cierra su puerta ante tanta conchudez e indignación.

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