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Patrañas | Sudaca - Periodismo libre y en profundidad
Lerner, Roberto

Patrañas

“Un poco de turismo por el mundo desarrollado no deja lugar a muchas dudas: elecciones robadas, conspiraciones pedófilas en pizzerías, chips que alteran el código genético… la lista es demasiado larga.”

Acaba de producirse una evidente transgresión de los protocolos democráticos, un intento de trasgredir sus reglas básicas. Quien ejercía el más alto cargo de la Nación sufre las consecuencias de lo que, además, fue un acto desconcertante que alteró el curso esperado de nuestras vidas. Hay quienes se congratulan, quienes celebran, quienes respiran aliviados, quienes se indignan y quienes se apenan. Todos se rescan la cabeza. Eso no estaba en el libreto de nadie.  Por ahí alguien sentenció que, cualquiera haya sido la causa, en buena hora, la guerra ha terminado. Jajajajaja, como escribimos en los chats.

¡Qué pesados! Algunas horas más tarde comienzan a esbozarse relatos inconcebibles que tuercen lo absolutamente evidente, acompañados de iniciativas legales y administrativas, de emprendimientos políticos y de expresiones de animo colectivas que interrumpen el recreo que el país había ganado para dedicarse a gobernar y ser gobernados en serio. Es francamente enternecedor ver a gente inteligente tratando de demostrar me recuerda a esos debates formato Naciones Unidas que preparan a las futuras elites en los últimos años de la educación secundariaque se trata depatrañas.

¿Lo son? Pues, claro, sin duda. Pero ese no es el punto cuando se trata de la lucha política. La pregunta es si son eficaces y si quienes están al frente son capaces de oponer mejores patrañas. Porque, no fastidien, todas las acciones significativas en la historia, individual y grupal, se han basado en patrañas y se han convertido en patrañas. Prefiero no mencionar ninguna de las más notables y significativas para no herir sensibilidades.

Lo que pasa es que antes las patrañas demoraban más en cuajar y se mantenían más tiempo. Además, eran patrañas grandiosas que agarraban tracción y terminaban convertidas en sagradas escrituras y cruzadas de gran envergadura. Hoy se inflan y desinflan al ritmo de trinos, pero, sobre todo las más extremas, contagian rápidamente a colectividades mentales que juran por ellas y actúan alrededor de ellas. ¿Problema tercermundista atribuible a cerebros malnutridos? Un poco de turismo por el mundo desarrollado no deja lugar a muchas dudas: elecciones robadas, conspiraciones pedófilas en pizzerías, chips que alteran el código genéticola lista es demasiado larga.      

El problema de nuestro país, de nuestra sociedad, es que no somos capaces de articular patrañas funcionales compartidas que integren a un suficiente número de peruanos y les hagan sentir que están forjando, cada uno a su manera, un destino razonablemente común. Hay demasiados grupos que se dedican solamente a demostrar que quien tienen al frente en la competencia por cualquiera de los poderes que definen la actividad humana, son la encarnación de la patraña, mientras que ellos ofrecen un relato que refleja la realidad y la razón.

La guerra continúa, mejor dicho, se renueva. Al final corremos el riesgo de que todo quede en un choque de patrañas disfuncionales que se cancelan en el caos o corren el riesgo de ser barridas por el reino de la patraña única impuesta por la fuerza.

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