ciudades hermanas inseguridad global

Ciudades hermanas, inseguridad global

"Las grandes ciudades hoy tienen problemas parecidos de inseguridad, retos que avanzar, pero la óptica es desde una mejor calidad de vida para los vecinos y no con engaños o ideas poco sostenibles."

[CARTAS A MANUELA SAENZ] Querida Manuela,

A veces hay que salir de lo que conocemos para avanzar. Aprender de otras realidades, ver los problemas comunes, así como los retos. Creo que tu viaje a Panamá fue preciso ya que te llevó a Lima y en Lima a unirte a la causa patriota. Hoy es más fácil viajar por el mundo.

Estuve en un evento con una ciudad hermana de Lima, Austin. Ser ciudades hermanas implica que ciudades de distintas regiones geográficas se emparejan para fomentar el contacto así como los enlaces culturales. Austin, tiene menos de un millón de habitantes pero es la capital de la segunda economía más fuerte de la unión con un PBI de $1.207.432 millones de dólares. Ahí participé en el conversatorio Justicia Criminal y Policía con expertos de la Universidad de Texas, reflexionando sobre sus retos en relación al trabajo policial. Los problemas de ambas ciudades son parecidos: desde los sociales (personas sin vivienda en situación de calle o “homeless”, que literalmente significa “los que no tienen casa”) hasta crimen organizado. La policía termina siendo responsable de una serie de trabajos que les recarga administrativamente, así como de deberes que no son de su campo, necesariamente, pero a pedido de la población terminan actuando. Es el caso de los “homeless”. Los expertos panelistas mencionaban que la policía del Estado estaba saturada, llena de trámites y formularios que llenar para los procesos penales y que se necesita constante actualización de las normas. El gran problema que se tiene en esta ciudad (y en general en los Estados Unidos) es el uso excesivo de la fuerza por parte de las policías estatales. La policía es violenta en sus detenciones y en especial contra las minorías indígena, hispana y afrodescendiente. En nuestro caso, el delito de violencia y resistencia a la autoridad es cotidiano.

En lo que se coincide entre Lima y Austin es que la policía tiene mucha carga administrativa, necesita especialización y entrenamiento.

Actualmente se está discutiendo si Lima debe tener serenos con armas o si las fuerzas armadas deben salir a patrullar la ciudad. Creo que ambas propuestas son un error por parte de las autoridades. La fuerza municipal, que sirve de apoyo a la Policía Nacional del Peru (PNP), solo pondría a ellos mismos y a los vecinos de Lima en peligro al recibir armas. Actualmente no hay una escuela de formación para serenos y con los despidos realizados por el actual alcalde de Lima Metropolitana, los serenos en su mayoría son contratados por servicios por lo que no tienen seguro de vida ni de salud, ya que no tienen contratos laborales. ¿Quién se responsabilizaría por algún error del serenazgo? En todo caso, la salida no es dar armas, sino profesionalizar la carrera de sereno a nivel metropolitano como apoyo a la PNP, así como darles la competencia de poner multas de corte administrativo. Los serenos están cerca a los vecinos porque patrullan las calles por horas, así que podrían también encargarse de los problemas de los vecinos en el barrio coordinando con las gerencias municipales de desarrollo social y fiscalización.

Otra propuesta que también carece de impacto real es que el ejército salga a patrullar. Cabe solo preguntarse qué tienen que ver los militares con los problemas de los vecinos relacionados a ambulantes, control de las mascotas, limpieza, ornato de parques y jardines, mendicidad y en el caso del crimen organizado, solo la PNP es quien tiene competencia constitucionalmente. Entonces, ¿qué planean nuestras autoridades locales con relación a la inseguridad? Cabe recordar que los alcaldes locales y provinciales presiden las instancias de coordinación de seguridad ciudadana de sus jurisdicciones. Un soldado del ejército peruano no tendría que tallar en el robo de un celular o en un caso de homicidio. La propuesta es represiva, para espantar a los delincuentes, pero estos encontrarán una forma de cometer sus delitos porque está probado que ni el derecho penal ni las penas elevadas previenen el delito. Tú fuiste Generala de las fuerzas independentistas, me pregunto si podrías aclarar qué tendría que ver el ejército con la seguridad interna.

Con respecto a los problemas sociales, el alcalde debe resolverlos, pues tienen gerencias sociales que velan por el bienestar de los vecinos. Prohibir la mendicidad o el trabajo ambulatorio no va a cambiar en nada la necesidad de mendigar de aquellos que no tienen hogar o de vender lo que pueden o de limpiar parabrisas o bailar bajo semáforos. Ellos y ellas son vecinos y vecinas que necesitan incluirse con servicios de calidad; si son jóvenes, buscarles estudios o trabajo y, si son personas con adicción, buscarles centros de salud. Prohibiendo su existencia no resuelve el gran problema de inseguridad de la ciudad ni los temas de fondo que la alimentan. 

Las grandes ciudades hoy tienen problemas parecidos de inseguridad, retos que avanzar, pero la óptica es desde una mejor calidad de vida para los vecinos y no con engaños o ideas poco sostenibles. Los limpiaparabrisas no son trabajadores ni emprendedores, sino vecinos que carecen de oportunidades y terminan en esa situación. La inseguridad no es solo un tema policial y judicial, tiene que ver con factores sociales que ponen en riesgo la calidad de vida de los ciudadanos. Las ciudades modernas llevan a retos constantes. En el caso de Austin y las personas en situación de calle se optó por agruparlas en un parque, llevarles comida y abrigo, pero eso afectó el barrio y bajaron los precios de los inmuebles. Las decisiones de nuestras autoridades deben pensar en el bien común, tanto del limpiaparabrisas como el de restos de ciudadanos. 

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Austin, inseguridad, Lima, Policía Nacional, Serenazgo

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