Jorge-Luis-Tineo

The Replacements: Influyentes y autodestructivos

Reescucho, después de algunos años, los tres primeros álbumes de The Replacements -Sorry ma, forgot to take out the trash (1981), Stink (EP, 1982) y Hootenanny (1983)- y me imagino a un quinceañero Kurt Cobain, echado en su cama y con audífonos, sintiendo en el estómago los desgarrados gritos de Paul Westerberg, estudiándolos y archivándolos en su cerebro para luego recrearlos a su manera con su propia banda.

A simple vista, no habría ninguna similitud entre Nirvana y el cuarteto cuya trayectoria pasó del punk melódico al rock alternativo en menos de una década. Pero en temas aurorales de estos hijos predilectos de Minnesota como Hangin’ downtown, Don’t ask why, Customer o I’m in trouble uno siente con mucha claridad la influencia que tuvieron los «Mats» -sobrenombre que surgió de una mala pronunciación de su nombre, «The Placemats»- en el malogrado líder de los reyes del grunge.

La historia de The Replacements es la de cuatro jóvenes desadaptados que intentaron sobrevivir a sus desgracias familiares a través del poder redentor del rock, en una de sus variantes más agresivas y reaccionarias, el punk. Los hermanos Bob y Tommy Stinson lidiaban, cuando tenían 19 y 12 años, con un padrastro violento, situación de la que escapaban yéndose a las calles. Bob, el mayor, aprendió a tocar guitarra escuchando rock clásico y progresivo, desarrollando un estilo personal, innovador y virtuoso. Preocupado por el destino de su medio hermano pequeño, con problemas en la escuela debido a los traumas que amenazaban con convertirlo en un delincuente juvenil, lo animó a que aprenda a tocar bajo.

Cuando Chris Mars, un vecino callejero con talento para el dibujo y la batería, se les unió en 1979, comenzaron a ensayar en el sótano de los Stinson, covers de sus bandas favoritas, sin cantante. Y escogieron como nombre Dogbreath, tomando el título de un instrumental de The Mothers Of Invention, The dog breath variations (1969). Poco después llegaría Westerberg quien, según recuerda él mismo, decidió tocarles la puerta tras escuchar desde afuera una estruendosa y perfectamente incongruente versión de Roundabout, del quinteto británico de rock progresivo Yes, de 1971.

Pronto, The Replacements desarrollaron su propio sonido, caótico y arrebatado, influenciado por Ramones y Sex Pistols, puntas de lanza del punk norteamericano y británico. En vivo eran una llamarada de energía, impulsada por enormes cantidades de alcohol y otras sustancias. A menudo sus conciertos acababan abruptamente, por alguna pelea. O el grupo se dedicaba a tocar covers antes de lanzar sus propias composiciones. Cuando apareció Sorry ma…, en 1981, el cuarteto ya tenía estatus de leyenda en su localidad, así como su amistad/rivalidad con Hüsker Dü, los otros naturales de Minnesota que armaban barullo en el circuito de locales nocturnos de la tierra de Bob Dylan y Prince. De hecho, una de las canciones del debut se titula Something to Dü, en referencia a Bob Mould y sus secuaces.

Aunque la actitud de esos primeros discos es cruda y agresiva, hubo desde el comienzo algo diferente en The Replacements. Quizás por sus preferencias musicales o por la influencia de Westerberg, una suerte de poeta suburbano, medio maldito y mordaz, incluso en sus temas más crispados, como I hate music o Shutup, uno puede intuir que sus ambiciones iban más allá del escapismo violento del punk melódico, subgénero que ayudaron a redondear con canciones como God damn job, Run it o Fuck school y del cual se alejarían poco después. Para cuando Hootenanny (1983) apareció, aún bajo el sello local Twin/Tone, de su productor y protector Paul Jesperson, ya comenzaba a notarse el cambio de estilo -en canciones como Color me impressed, Willpower, Lovelines o el instrumental Buck Hill– que se consolidó en sus dos siguientes álbumes, Let it be (1984) y Tim (1985).

Estos discos son considerados los mejores de su etapa clásica e inspiraron a una nueva generación de bandas alternativas norteamericanas, desde Dinosaur Jr. hasta R.E.M. De hecho, Peter Buck, guitarrista de los creadores de clásicos del «college rock» de fines de los ochenta como The one I love, Fall on me o So, central rain (I’m sorry), trabajó con ellos en algunas sesiones del Let it be y su banda, antes de alcanzar el estrellato, compartió varios escenarios con los muchachos minesotanos, declarándose sus fanáticos en más de una ocasión.

A pesar de contener excelentes temas de rock moderno y radialmente accesibles como I will dare, I’ll buy, Seen your video o Unsatisfied, sus hábitos dentro y fuera del escenario los mantuvieron alejados del éxito masivo. En 1986 fueron invitados al sintonizado programa Saturday Night Live. Fue su única aparición en vivo en televisión. El ex guitarrista de Hall & Oates, G. E. Smith, en ese entonces director de la banda residente -y confeso seguidor de los “Mats”-, cuenta que estaban tan alcoholizados que, poco antes de salir a tocar Kiss me on the bus y Bastards of young, Bob Stinson se cayó y rompió su guitarra, por lo que Smith tuvo que prestarle una de las suyas. A pesar de esos percances, el cuarteto tocó muy bien. Pero Lorne Michaels, legendario productor del espacio más emblemático de los estudios NBC de Manhattan, los vetó de por vida.

The Replacements, fans de los Stones y los Beatles -en Mr. Whirly, del LP Hootenanny, Bob Stinson abre el tema con los acordes iniciales de Strawberry fields forever y la banda incorpora unos compases de Oh darling!, con Westerberg sonando como un John Lennon pasado de vueltas- siempre han rendido tributo a sus artistas favoritos. En medio de la ráfaga de gritos del álbum debut, que el año pasado cumplió 40 años de su lanzamiento, celebrados con una edición especial del sello Rhino Records, remasterizada y aumentada, destaca Johnny’s gonna die, de sonido oscuro y lánguido, dedicada a otro de sus héroes, Johnny Thunders, guitarrista de New York Dolls y de The Heartbreakers, uno de los personajes centrales de la escena punk gringa. Y en Let it be sorprenden con un cover de Black diamond, clásico del primer álbum de Kiss, de 1974. Pero, si de homenajes se trata, una escucha obligada es el disco The shit hit the fans (Twin/Tone, 1985), un concierto en el que The Replacements hacen temas de Black Sabbath, los Beatles, Thin Lizzy, Tom Petty, entre otros.

Concluida la gira del álbum Tim, en 1986, Bob Stinson fue despedido por sus problemas con el alcohol y las drogas, que lo llevaron a una prematura muerte, en 1995, a los 35 años. Como trío, The Replacements editó Pleased to meet me (1987) y para la siguiente gira se les unió el guitarrista Bob “Slim” Dunlap, quien los acompañó hasta la separación definitiva, que llegó luego de dos álbumes más, Don’t tell a soul (1989) y All shook down (1990), con un sonido totalmente distinto, con sonoridades más cercanas a R.E.M. y U2, añadiendo teclados y secciones de vientos. Aunque de buena factura, esos discos finales carecen de la fuerza arrolladora de sus primeros años y también de la diversidad de su período medular, que se sostuvo más o menos hasta Pleased to meet me, donde encontramos canciones como I don’t know o Alex Chilton, otro tema-tributo, esta vez al líder de Big Star quien, además, colabora con ellos en Can’t hardly wait, en guitarra y coros.

Paul Westerberg desarrolló una interesante carrera en solitario, en la que exploró sus aristas más sensibles como letrista y un sonido mucho más accesible, en la línea del rock norteamericano confesional y carretero que representaban nombres como Jackson Browne o Tom Petty, aunque sin mayores pretensiones comerciales. Títulos como 14 songs (Reprise Records, 1993), Suicaine gratifaction (1999), 49:00… of your time/life (2008, disponible solo en formato digital) o Wild stab (2016), a dúo con la joven guitarrista Julianne Hatfield, bajo el nombre The I don’t cares, recibieron muy buenas críticas. En el 2002 participó del soundtrack de I am Sam, la excelente película protagonizada por Sean Penn, con un noctámbulo cover del himno beatlesco Nowhere man.

Por su parte, Tommy Stinson se reinventó a sí mismo como bajista en Guns ‘N Roses, reemplazando a Duff McKagan entre 1998 y 2014. Aparte de W. Axl Rose, Stinson fue el único músico estable en las grabaciones del accidentado álbum Chinese democracy (2008), cuyo lanzamiento tardó más de una década. En cuanto a Chris Mars, decidió dedicarse a su otra pasión, el diseño gráfico y las artes plásticas. El año 2013, Paul Westerberg y Tommy Stinson rearmaron The Replacements, con el baterista John Freese (ex Guns ‘N Roses) y el guitarrista Dave Minehan para una gira de casi dos años, que incluyó una participación estelar en la edición 2014 del Festival de Coachella, en la que estuvieron apoyados por el cantante y guitarrista de Green Day, Billie Joe Armstrong, quien declaró “haber cumplido un sueño al compartir escenario con una de sus bandas favoritas”.

The Replacements dejaron una huella profunda en el pop-rock no comercial de Norteamérica, en una década luminosa como fue la de los ochenta. Marginales y autodestructivos, influyeron en las siguientes generaciones por su autenticidad y esa actitud que parecía contener la receta de lo que debía ser una banda de rock, siempre al borde de la cornisa, divirtiéndose y evitando caerse mientras van cambiándole la vida a otros, sin siquiera darse cuenta, como registró el documentalista Gorman Bechard en Color me obssessed (2011), una ronda de entrevistas con personas cercanas a la banda, desde colegas músicos hasta fieles seguidores de su trayectoria.

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Cultura, Música, sociedad

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