Ángela Ccanto

Todo partido político tiene un «Cantinflas» como congresista

"Tercer acto. No es culpa de Isabel Cortez verse en el Congreso y no tener idea de dónde está parada. Lo siento, congresista: esa es la imagen que está proyectando y creo que hasta ahora no se da cuenta. La culpa de esta deficiente presentación es de su partido, Juntos por el Perú, por no capacitar a sus candidatos o a sus "mejores" cuadros"

Un apreciado profesor de San Marcos solía decirnos en clase que en el Congreso hay tres tipos de parlamentarios: los que hablan, los que no hablan y hacen lobby, y los que hablan tonterías. En cada nuevo periodo legislativo, nuestro Congreso nos sorprende con la «calidad» de parlamentarios que diversos partidos decidieron poner como sus «mejores alfiles políticos», pero que, cuando abren la boca, incluso para defender a su partido o a sus aliados, nos generan la desoladora idea que nuestros impuestos sirven para pagarles un sueldo mensual que no merecen.

En este irónico escenario, ningún partido se salva. Todos y cada uno ha contribuido para que el Congreso reciba el apelativo de «circo». El problema e ironía de la situación es cuando el típico doble rasero se apodera de esa facción política que siempre está viendo la piedra en el ojo ajeno, pero no quiere analizar la roca que tienen en el suyo.

Los únicos responsables de la baja calidad de parlamentarios son los partidos políticos, los mismos que nos han impuesto a personajes como Esther Saavedra, Bienvenido Ramirez, Tamar Arimborgo, Karina Beteta, todos de Fuerza Popular; María Elena Foronda, del Frente Amplio; Luciana Leon, Apra; Maria Cabrera Vega, de Podemos Perú y, por último, la presentación de la figura más reciente de Juntos por el Perú, la congresista Isabel Cortez, conocida como «Chabelita».

Cuando se trata de Fuerza Popular, del APRA o de cualquier otro partido cuyos congresistas demuestran sus limitaciones argumentativas, el doble discurso, defensa de lo indefendible y el doble rasero; cuando mienten o realizan cualquier acción que genere una mínima indignación colectiva, los primeros que están alistando las mejores burlas y críticas son ese sector de izquierda «posera» que se cree la reserva moral del país. Pero esconden la cabeza y la piedra cuando son sus amigos los que generan la tendencia de vergüenza ajena.

Primer acto. Esa misma izquierda nos ha presentado a Isabel Cortez, una parlamentaria que hasta ahora ha basado su posición política y discurso en símbolos y narrativas básicas para alegrar y entretener a su elector. Hasta el momento no se ve ninguna acción concreta, ningún proyecto de ley que tenga una base realista de la situación actual del país. Los proyectos que ha presentado han sido calificados como inconstitucionales o mamarrachos, como el proyecto de «Ley de muerte cruzada», que sólo ayudó a conocer las evidentes deficiencias y limitaciones de esta congresista, que ni siquiera pudo explicar ni defender su proyecto ante los medios. ¿Cómo es posible que una congresista no pueda argumentar la defensa de su propio proyecto de ley?

Segundo acto. Más de veinte congresistas de Lima y Callao cobraron los jugosos S/15,600 para gastos de instalación. Entre esos parlamentarios estaba Isabel Cortez, que usó el dinero para, según ella, amoblar la «casa del trabajador»; pero resulta que esa casa es para ella y, efectivamente, compró una serie artefactos y muebles para el mencionado lugar. Si esto lo hubiese hecho cualquier congresista del lado «oscuro», la izquierda posera que logró el 6,6% de la votación nacional ya habría pedido una investigación en la Comisión de Ética y habrían llenado las redes de insultos y memes contra ese congresista. Pero como se trata de Isabel Cortez, ka amiga «luchadora», las ganas de criticar y hacer memes se esfuman hasta nuevo aviso.

Tercer acto. No es culpa de Isabel Cortez verse en el Congreso y no tener idea de dónde está parada. Lo siento, congresista: esa es la imagen que está proyectando y creo que hasta ahora no se da cuenta. La culpa de esta deficiente presentación es de su partido, Juntos por el Perú, por no capacitar a sus candidatos o a sus «mejores» cuadros. No es culpa de Isabel Cortez; es culpa de Juntos por el Perú por no entender que al Congreso no se ingresa a jugar a la política anodina. Y lo que es peor, no sentir la mínima preocupación y vergüenza por no saber exponer claramente tus ideas.

En el Congreso, según mi apreciado profesor, hay tres tipos de congresistas: los que hablan, los que no hablan y hacen lobby, y los que hablan tonterías. Le pregunto a la Congresista Isabel Cortez, ¿en qué grupo desea estar?

Y no me responda «el grupo de los que luchan por el pueblo». Dejemos la demagogia y seamos serios.

Tags:

Comisión de Ética, congresistas

Mas artículos del autor:

"La asistente emerretista de María Elena Foronda"
"El gobierno de Castillo duerme con su mayor enemigo"
"El presidente Castillo habla y luego piensa"
x