Mauricio Saravia - Sudaca.Pe

Una espiral muy complicada

Una mirada rápida de los programas, noticieros, periódicos y medios tienen un común denominador: los mismos invitados, el mismo discurso, la misma orientación. Este artículo busca analizar el peligro de una mirada hegemónica desde los medios y qué generan.

Dos semanas después de la elección estamos aún sin un presidente formalmente proclamado por el JNE. Sin embargo, es casi ya un problema anecdótico. De no mediar algún suceso extraño Pedro Castillo es el nuevo presidente del Perú y hay que aceptarlo y entendernos a partir de ello.

Sin embargo, estos días hemos apreciado una especie de “guerra argumental” que desde los cuarteles de la candidata Fujimori se ha desatado y que, objetivamente, ha tenido poco éxito desde los fundamentos de base, pero muy efectistas desde la comunicación a la opinión pública. Cada una de las ideas que Fujimori o sus allegados han expresado esta semana, han caído desbaratadas. Pero se siguen levantando, como si al frente nadie les hubiera comentado nada. Como si nadie contrastara sus afirmaciones. Bueno, es que nadie en medios masivos lo ha hecho. Se deja hablar extendidamente y no hay un contrapeso eficiente desde los medios de comunicación.

¿Qué buscan entonces repitiendo argumentos falaces y agregando nuevos cada dos días, cada vez que se anulan desde lo fáctico y desde lo legal los anteriores? Pues generar corrientes de opinión que se instalen en la opinión pública y que hagan aceptables argumentos de duda sobre el proceso. Como Neumann teorizó en La Espiral del Silencio, la opinión hegemónica genera un tejido de aceptación en la que la disidencia genera aislamiento. Ergo, se busca conseguir un discurso único que haga que se quiera invalidar el proceso.

Un ejemplo claro de ello es la participación en estos días de la excandidata Lourdes Flores que ahora se pasea como experta estadística sin que nadie dentro del establishment mediático le haga el contrapeso. No entraré en el fondo de argumentos pero existen una decena de estudios serios que han demostrado lo débil de sus afirmaciones. Pero aparece en todos los canales, dudando de todo, frente a periodistas a los que les falta solamente aplaudir cada sentencia que da. Pensamiento hegemónico que compele y anula las ideas contrarias.

Lo que busca y genera finalmente es categorizar y generalizar. Lograr trascender la discusión y asentar un pensamiento. Cuando en términos cognitivos generalizamos, estructuramos nuestra manera de pensar dirigiendo afirmaciones y conclusiones con lo que hace empate con esa hegemonía de posición.

Pero además, no solo es una lógica cognitiva sino también conativa. Como Jackson señala: “Estas influencias agregan otra capa a la forma en que los humanos se comportan más allá del simple contagio y la formación de opiniones: las personas se preocupan deliberadamente por igualar las acciones de los demás” (Jackson, Matthew, 2019. The Human Network). Otra vez, la hegemonía que nos lleva a una única forma de entender las cosas, pero que también nos lleva a una acción que se justifica por ello.

Lo que se genera entonces es un intento por generar una “verdad inobjetable” desde una sola mirada, que tiene el apoyo masivo de los medios de comunicación y que puede generar incluso comportamientos que se basen en esa verdad instalada. El componente perfecto para el cóctel de inestabilidad que el Perú no necesita. Todo el tiempo, como Jackson señala, nos portamos como los demás y si eso está basado en lo que consideramos “verdad” seguimos adelante con mayor convicción.

Jonathan Haidt en La Mente de los Justos (2012) justamente considera estos temas a través de la psicología moral y señala que una condición que nos caracteriza es la “defensa de los nuestros”, la capacidad que tenemos para optar por posiciones cohesionadas. Específicamente la política y la religión han sido elementos de cohesión y poseen un valor adaptativo. Si contamos con información unidireccional, nos llevamos por la intuición y adaptamos el razonamiento luego. Desde otra perspectiva Damasio (El error de Descartes) también lo señala al considerar que primero sentimos y luego pensamos para actuar. El sentimiento no aparece de la nada, es resultado de los marcos de referencia en el que nos ubicamos.

El problema con ello es que no hay información con contrapeso, lo que hace que en el fondo las decisiones que podemos tomar orientadas a mejorar una situación problemática que percibimos, no terminan siendo productivas porque esa información no contenía elementos razonables que motivaban positivamente dichas decisiones. Sunstein lo dice claramente: “Desafortunadamente, cierta información no mejora la vida de las personas de ninguna manera. No mejora sus decisiones y no los hace más felices. A veces es inútil. A veces les hace sentir miserables. A veces empeora sus decisiones.” (Sunstein, Cass R. (2020) Too Much Information)

El mismo autor trata de esbozar la respuesta a este panorama: debemos lograr como sociedad un compromiso con la divulgación. Existe el derecho a saber pero ese derecho es amplio, no restringido a una sola parte del espectro. Si restringimos parte de las posiciones, las trivializamos y no las incorporamos al debate público, la posibilidad de tomar decisiones se restringe y -en el fondo- tendremos un discurso único.

Hemos pasado por un manejo de la pandemia que ha ido en ese sentido: el gobierno anterior manejó información sesgada, confusa y orientada a la manipulación. Una de las consecuencias de ello fue tener el peor efecto a nivel mundial de las cifras, una vez que se sinceraron. La información es clave, pero tiene que dejar de manipularse.

Las últimas elecciones son una muestra de ello también. En espacios sin mediación y con medios claramente jugados a una sola posición, el efecto se sintió. La lógica del miedo se asentó y se recuperó porciones importantes de votantes. En espacios donde la mediación a través de estructuras comunales es más habitual, ese discurso de miedo no entró y se fue mas capaz de una decisión mejor motivada. Es una hipótesis que puede ser interesante de probar cuando ya contemos con data cerrada.

La discusión sobre el papel que la hegemonía y la distribución de información tiene sobre el sentido que toma la opinión pública, recién empieza. Lo que es evidente es que no puede subestimarse y que se debe ser muy crítico y abierto para poderse estudiar. Una sociedad más libre también implica una información menos maniatada.

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Lourdes Flores, Pedro Castillo, psicología moral

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