Manuel Barrantes

Votar por Castillo desde la incertidumbre

"Hasta ahora no ha llegado el hambre (en el sentido de la predicción de RMP), ni nos hemos vuelto Venezuela, ni somos un país comunista, ni tenemos un gobierno autoritario. Más bien tenemos un presidente tan débil y torpe que es posible que lo vaquen antes de su primer año de gobierno."

Hasta un par de semanas antes de las elecciones de segunda vuelta, yo no había decidido cuál de los dos candidatos quería que gane. Descontando a López Aliaga, Fujimori y Castillo me parecían las peores opciones para el país. ¿Pero cuál era peor? A mí me costó mucho decidirme. Y a pesar de que era muy difícil encontrar un espacio para discutir este tema sin apasionamientos, pude recopilar argumentos interesantes en favor de uno u otro candidato. En ese momento decidí analizar la situación dividiéndola por temas, y clasifiqué los diferentes argumentos de acuerdo con cada tema. Aquí les cuento cuál fue mi razonamiento, y en qué medida se ha modificado a la luz de los primeros meses de gobierno. Como verán no es nada muy sofisticado, pero es lo que me ayudó a decidir. 

Economía. Respecto al tema económico, un amigo economista me explicó clarito cómo el ideario programa era un tremendo despropósito. El hambre, como señaló RMP. El plan de Fujimori implicaba más estabilidad. El asunto clave era si Castillo iba a poder aplicar el plan de Cerrón. Aquí pensé que con un congreso en contra esto iba a ser difícil. Entonces decidí que en este punto Fujimori sería mejor, pero dada la oposición que enfrentaría Castillo, esto no sería un argumento decisivo contra él. 

Corrupción. Respecto a Fujimori, darle una oportunidad para que nos gobierne, con tremendo prontuario a cuestas, me parecía que iba a favorecer la impunidad. Por otro lado, Cerrón era un tremendo ladrón (con condena y todo), y era bien probable que la intención suya y de su partido (incluyendo a Castillo) fuera entrar a robar también. Por esa razón, se trataba de una decisión difícil. (¿Es mejor dejar que el mismo ladrón te robe de nuevo, o es preferible dejar entrar a un nuevo ladrón?) El apoyo descarado de la prensa a Fujimori me hizo pensar que Castillo recibiría un escrutinio mucho mayor, así que en este punto pensé que, a pesar de todo, sería mejor si ganara él. 

Salud. En plena pandemia, y con el proceso de vacunación en marcha, era claro que del nuevo gobernante dependería la vida de muchas personas. Fujimori y su equipo tienen experiencia de gobierno, pensé. Por lo tanto, no van a perder tiempo adaptándose, y van a continuar con el proceso de vacunación de manera relativamente competente. Castillo, por otro lado, era un total improvisado, y seguramente sería incapaz de realizar esa vital tarea con éxito. Durante varias semanas pensé que obviamente la mejor opción respecto a este punto crucial sería Fujimori. Pero luego me puse a pensar en cómo el sector político al que ella representa había cometido barbaridades tales como promover la ivermectina, o rechazar la vacuna de sinopharm, tomando ventaja de la pasividad mental de sus seguidores, quienes estaban dispuestos a seguirlos con los ojos vendados al abismo. Dos o tres intercambios de terror que tuve en diferentes redes sociales me alertaron del peligro que se vendría, y tenía que sopesar ese riesgo contra una posible iluminación del equipo de Castillo. Pero la verdad es que tomé la decisión sin mucha convicción. Y a pesar de que este era tal vez el factor más importante que considerar al momento de elegir, nunca llegué a decidirme del todo. Si este hubiera sido el único factor, creo que hubiera terminado decidiéndome por Fujimori (a pesar de que yo mismo he escrito a favor de la vacuna sinopharm, y en contra de la ivermectina). 

Autoritarismo. Otra preocupación era quién sería más autoritario. En este punto claramente Fujimori era el peligro mayor. Lo de convertirnos en Venezuela o en “un país terrorista” siempre me pareció absurdo (a pesar de que, efectivamente, había personas filosenderistas en Perú Libre). Fujimori tendría el apoyo de los militares, de la prensa, de los grupos de poder económico, y de la clase política. Castillo iba a tener todo en contra. Si bien había indicios autoritarios en su partido que pronosticaban que sí buscarían perpetuarse en el poder, pensé que sería mucho más fácil deshacerse de él que de Fujimori. Desde Toledo, hemos tenido presidentes que gobernaron cinco años y luego tuvieron que enfrentar a la justicia. Fujimori no cometería ese error. Aquí habría que escoger al más débil e incompetente, es decir, a Castillo. Además, faltando una semana para la elección, mi malestar frente a la campaña descarada del grupo El Comercio contra Castillo reafirmó mi idea de que Castillo iba a tener todo en contra. El Comercio no es Willax, pero no duda en willaxearse cuando lo considera necesario. En mi círculo cercano éramos muchísimos indecisos, y pude ver claramente cómo todos razonamos de manera similar: Fujimori tiene todo a favor, por lo tanto, es el peligro mayor (si esta evidencia anecdótica fuera representativa de un porcentaje significativo de indecisos (digamos, de unos 60mil), el grupo El Comercio habría sido la causa directa del triunfo de Castillo).

¿Cómo se han dado las cosas, a cuatro meses de la elección? Respecto a economía, se cumplió que el congreso y la prensa están de alguna forma conteniendo la realización de las ideas más absurdas de Castillo, al punto de haberlo hecho tomar distancia de Cerrón. En el tema de la corrupción, no puedo decir que los fuertes indicios de corrupción del gobierno de Castillo me hayan agarrado por sorpresa, pues en el Perú la premisa de partida es que los gobernantes van a robar. Pero de todas maneras es un triste espectáculo. A pesar de que se cumplió mi pronóstico de que habría un fuerte escrutinio de la prensa, confieso que no esperaba ver algo así (las reuniones en la casa, la plata en el baño) tan pronto. En el plano de la salud el gobierno de Castillo me ha sorprendido gratamente. No digo que todo esté bien, pero mis expectativas eran muy pero muy bajas. Haber continuado con éxito el proceso de vacunación ha salvado muchísimas vidas. Respecto a lo del autoritarismo y afines, al igual que todo el mundo yo también sabía de la presencia de filosenderistas en el partido, pero no me imaginé que Castillo sería tan descarado de poner a alguien como Maraví de ministro (de quien según varios medios habría indicios de no ser simplemente filosenderista sino de haber sido un terruco hecho y derecho). Sin embargo, sí se ha cumplido, hasta ahora, mi expectativa de que la presión política y mediática lo harían deshacerse de gente así. La campaña del fraude dejó en clara evidencia que a un buen sector de la prensa no le interesa tirar su prestigio, su cerebro, y su dignidad al inodoro con tal de favorecer a Fujimori, lo cual corrobora la idea de que, de gobernar, ella tendría demasiado poder.  

Hasta ahora no ha llegado el hambre (en el sentido de la predicción de RMP), ni nos hemos vuelto Venezuela, ni somos un país comunista, ni tenemos un gobierno autoritario. Más bien tenemos un presidente tan débil y torpe que es posible que lo vaquen antes de su primer año de gobierno. Esto, de por sí, se tira abajo más de la mitad de los argumentos que en su momento fueron los más populares para no votar por él. Aquí tiene que quedar algo claro: si terminan vacando a Castillo esto le daría la razón a las personas que lo eligieron como mal menor, como el más débil. 

“Pero Manuel, si sabías todo esto ¿por qué no lo publicaste antes? ¡Qué fácil es hacerse al analítico calculador cuando escribes después de los hechos!” 

Sí pues. Pero la verdad es que aquí simplemente estoy compartiendo el proceso de razonamiento que llevé a cabo para decidir quién prefería que gané. Yo no soy ni politólogo ni sociólogo, y la verdad es que nunca pensé que mis opiniones sobre este tema fueran muy relevantes. Además, todo esto lo dijeron otras personas en su momento, y muy poco de lo dicho arriba se me ocurrió a mí. 

Quisiera terminar señalando un par de pequeños puntos filosóficamente interesantes respecto a este tipo de razonamiento. Lo primero es que, al momento de hacer una predicción, uno tiene que establecer de antemano tanto las posibles condiciones futuras que nos darían la razón, como aquellas que nos refutarían (si vacan a Castillo, ¿esto le da la razón a los que votaron por Fujimori, o por Castillo?). Lo segundo es que debemos buscar comunidades de diálogo con gente que esté dispuesta a hacer este ejercicio, y luego analizar objetivamente si las predicciones se cumplieron o no. Esto nos ayuda a tener una brújula. Sin esto, andamos sin rumbo, guiados por nuestros prejuicios y emociones, cual gallinas sin cabeza que no aprenden de sus errores. 


* Manuel Barrantes es profesor de filosofía en California State University Sacramento. Su área de especialización es la filosofía de la ciencia, y sus áreas de competencia incluyen la ética de la tecnología y la filosofía de las matemáticas. 

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Gobierno peruano, Pedro Castillo

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