Pie Derecho

¿Política en punto muerto?

“No es momento para que los políticos descansen. Por el contrario, es ocasión para que trabajen rápidamente en darle solución a los problemas de fondo (conflicto social, reforma del Estado, reformas políticas y electoral, cambios en la descentralización, informalidad, etc.)”

El conflicto social ha amainado en gran medida. Solo está acotado a algunas zonas de la región Puno y son cada vez más decrecientes. Hoy surgen algunas nuevas, por razones distintas, como el caso de Piura, por la desatención del gobierno respecto de las inundaciones, pero parece difícil que vuelva a asomarse un escenario beligerante como el de diciembre y enero.

El Congreso languidece entre denuncias de parlamentarios comechados, el procesamiento a los llamados “Niños”, algunas acusaciones constitucionales, y ya el tema grande del adelanto de elecciones ha sido archivado o enviado a los depósitos del poder de la plaza Bolívar. A pocos les sigue interesando el tema y parece haber consenso tácito en quedarse todos hasta el 2026.

Por su parte, el Ejecutivo anda sufriendo las de Caín para lograr responder, con un Estado ineficiente o inexistente, a los desafíos que representa resolver los graves problemas de las inundaciones en el norte del país, y ya parece haber remontado la ola de la oposición de izquierda, aunque no logre disminuir los bajísimos niveles de aprobación que exhibe.

El problema que subsiste, sin embargo, es que este remanso político ocurre en medio de una crisis económica, política y social que no ha sido resuelta y más parece por ello, el ojo del huracán que aparenta calma chicha, pero en el que se avecina pronto un nuevo temporal.

La política en punto muerto en un país en crisis es un terreno peligroso, donde las tensiones contenidas pueden llegar a niveles insostenibles. En estas circunstancias, los riesgos de recaer en la tentación autoritaria, la violencia y el desorden son altos.

En esta situación de paz temporal, es crucial que los líderes políticos muestren su capacidad para encontrar soluciones y llegar a acuerdos que permitan salir de la crisis. La falta de diálogo y de compromiso con el bien común puede llevar a un callejón sin salida, donde las consecuencias serían desastrosas.

Por otro lado, la polarización extrema y la falta de tolerancia pueden llevar a la confrontación, lo que podría llevar a una espiral de violencia difícil de detener. En estos momentos, es importante que los líderes políticos se esfuercen por fomentar el diálogo, el respeto y la búsqueda de soluciones pacíficas a los problemas.

No es momento para que los políticos descansen. Por el contrario, es ocasión para que trabajen rápidamente en darle solución a los problemas de fondo (conflicto social, reforma del Estado, reformas políticas y electoral, cambios en la descentralización, informalidad, etc.), más aún cuando el horizonte de gobierno se ha extendido por lo menos tres años más.

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Crísis, Perú

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