Apra

Las posturas ideológicas de Haya de la Torre han generado un interminable debate, que deviene inútil cuando se sugiere que por abrazar el marxismo al comenzar su trayectoria, debió mantenerse siempre dentro de sus cauces. En el Perú estamos llenos de pregoneros del dogma inamovible, de guardianes celosos de doctrinas pasadas, de relojeros del ayer intentando que las manecillas de la historia giren en sentido inverso para retornar a utopías que jamás existieron

A todos ellos se los llevó la fábula, se los llevó rápido o se los llevará pronto. A Haya no, porque Haya comprendió al tiempo, comprendió al espacio y comprendió la historicidad. Cuando el leninismo se convirtió en estalinismo -léase la dictadura más larga, sangrienta y represiva de la historia- Víctor Raúl buscó mejores rumbos para América Latina, felizmente. Y no tuvo que esperar a que Karl Popper publicara La Sociedad Abierta en 1945. Víctor Raúl se le adelantó una década con su Sinopsis filosófica del aprismo. Pero no importa: si la academia no lo valida entonces no existe, como no existe la realidad española cuando no aparece publicada en la edición matutina del diario El País.

Pero sí hubo un Haya marxista, que coincidió casi exactamente con la trayectoria socialista de José Carlos Mariátegui. Ambos tuvieron una feliz y valiente coincidencia: a los dos les parecía que el marxismo debía adaptarse a la realidad local. Por eso la Internacional Comunista los botó a patadas a ambos. Primero a Haya en 1927 y después a Mariátegui en 1929, aunque luego Rabines limó asperezas entre el Partido Socialista del amauta y la Internacional a cambio de cambiarle el nombre a Comunista y someterlo sumisamente a sus designios.  

Un marxista en formación 

Perú hablemos del Haya marxista. A diferencia de su palpable desinterés por los bienes materiales, sus planes no eran para nada austeros. Sus viajes al interior del país, en 1917 y 1920, y a Argentina, Uruguay y Chile en 1922 lo convencieron de que había nacido para liderar la revolución latinoamericana. Víctor Raúl era demasiado líder, demasiado magnético, demasiado convincente y estas demasías resultaron a la postre un arma de doble filo. Un hombre, un ser humano y un líder pueden lograr muchas cosas, pero no basta la mera voluntad para cambiar los destinos de un continente.

Haya estudió la revolución mexicana, estudió la revolución rusa, estudió la teoría marxista en las mejores escuelas de Londres; se tomó muy en serio su formación para convertirse en ese líder cuyo destino manifiesto era la unidad de América Latina. Víctor Raúl miró a la Comintern, entendió que nadie podía ofrecerle mayores apoyos que los rusos. Ese fue el objetivo principal de su viaje a la Meca del comunismo y entonces las cosas comenzaron a complicarse. Viejos y duchos revolucionarios, los jerarcas soviéticos se admiraron del talento del impetuoso joven peruano pero notaron también su voluntarismo. Aprobaron sus planteamientos sobre América Latina pero apuntaron que aún no existía el partido para pasar de inmediato de la teoría a la praxis.  

Pero Haya no quería esperar. Sentía que ya estaba listo. Era el jinete sobre un veloz caballo de carrera que se desplazaba a todo galope con rumbo a la revolución. Nada ni nadie lo iba a parar y así decidió continuar su camino sin los rusos. 

El marxismo de Haya y sus enemigos

Los planteamientos de Haya no fueron menos marxistas que los de la Comintern. Su ímpetu revolucionario lo llevó a superar en radicalidad a los moscovitas. La Comintern creía en la revolución en dos etapas: la primera demo-burguesa y recién la segunda socialista. 

En cambio, en 1928, Haya lanzó el Esquema del Plan de México, proyecto revolucionario para derrocar al dictador Leguía y que prácticamente postula la dictadura del proletariado. ¿Y por qué Haya no lo llamó socialismo entonces? Porque pensaba que la revolución debía exportarse al resto de América Latina pues al imperialismo yanqui solo se le podía derrotar en bloque. Mientras tanto, había que actuar a la defensiva, nacionalizar y socializar la producción, gobernar el país verticalmente. Es el Estado Antimperialista modelo que Haya explica en el sétimo capítulo de El Antimperialismo y el APRA.

Y el caballo de Haya seguía cabalgando en dirección de la revolución pero al margen de la Comintern. Ese fue el pecado original, la imperdonable herejía que lo convirtió en blanco del comunismo internacional y de sus lugartenientes latinoamericanos. Entonces lo acusaron de nacionalista, de desviacionista demo-burgués,  de apóstata por incluir a las clases medias en la revolución. Curioso, una somera mirada a las conclusiones del V y el VI Congreso de la Internacional* (1924 y 1928) demuestran que dichas alianzas las proponía la propia Comintern. El problema era político: lo que estaba en juego no era Marx sino el control de la izquierda continental. 

Esta encarnizada confrontación, de la que forma parte la polémica con Mariátegui, casi destruye al APRA y al propio Víctor Raúl. Exiliado a Berlín a fines de 1928, Haya está a miles de millas del escenario de las hostilidades. El terreno queda a merced de sus enemigos. La Comintern, con Julio Antonio Mella en México y José Carlos Mariátegui en el Perú, como disciplinados portaestandartes, golpean una y otra vez al APRA, reclutan a sus cuadros, confunden a sus bases. La meta: la total destrucción de la organización cuyo líder languidecía al otro lado del Atlántico. En Lima, el dictador Leguía se frotaba las manos. Divide et impera. 

Haya tras Stalin

En su segundo periplo europeo, Haya comprendió que no había socialismo soviético y menos socialismo latinoamericano digitado desde Moscú. Sólo había estalinismo, “bolchevización”, absoluta verticalidad, obsecuente sumisión y mecánica repetición de fórmulas importadas.  Entonces tornó su mirada hacia la socialdemocracia, la de Eduard Bernstein, esa que planteaba un socialismo sin marxismo, en democracia. La que sostenía que las organizaciones obreras y campesinas podían alcanzar la “utopía comunista” sin acabar con el capitalismo sino negociando con él, presionándolo, invadiéndolo,  interviniéndolo para elevar el nivel de vida de obreros y campesinos como nunca pudieron ni la URSS de Stalin, ni mucho menos la China de Mao. 

Víctor Raúl, visionario, le atinó una vez más a la hora de la historia. Desde 1931 le planteó a la militancia del Partido Aprista Peruano conceptos como el de Democracia Funcional en la línea de la internacional socialdemócrata (llamada también socialista). Al mismo tiempo, siguió teorizando acerca de la unión latinoamericana, desde su original mirada aprista. 

Conclusión: el legado marxista de Haya de la Torre

Hubo un Haya marxista que se gestó el 7 de mayo de 1924, cuando compartió con las juventudes mexicanas la bandera de un enorme y emancipador movimiento continental que nunca llegó a realizarse. Este Víctor Raúl dejó una literatura inestimable, cuyas máximas expresiones las constituyen Wath is the APRA (1926), Por la emancipación de América Latina (1927), El Antimperialismo y el APRA (1928) y el Esquema del Plan de México (1928). 

Aunque no mantuvo estas posturas hasta el final de su trayectoria, Víctor Raúl Haya de la Torre es el primer marxista de América. Nadie como él nos legó una doctrina, un modelo de Estado y un plan insurreccional marxistas, basados en sus rigurosos estudios de los textos fundamentales de Karl Marx, Friedrich Engels y Vladimir Lenin, los que adaptó de manera brillante a la realidad continental. 

Una trayectoria política de 60 años necesariamente se divide en etapas. Lástima que algunos no lo entiendan y quieran encerrar a los grandes ideólogos en campos de concentración intelectual, que aprisionan la libertad de pensamiento como aprisionaron y apagaron la vida de millones de seres humanos aquellos Gulags en los que José Stalin purgó a todo aquel que, en su imaginación, amenazaba su ilimitado poder. 

A 100 años de la fundación del APRA, no olvidemos al Haya marxista, y a su obra, que constituye un aporte fundamental a la filosofía política latinoamericana. 

* El V Congreso de la Internacional Comunista apoyó abiertamente la conformación de frentes multiclasistas para derrotar al enemigo imperialistas en las colonias, bajo la estrategia denominada “a las masas” la que se difundió desde el III Congreso realizado en 1921. A su turno, el VI Congreso lanzó la estrategia “clase contra clase” impulsó el liderazgo del proletariado en la revolución y advirtió que las alianzas con las clases medias debían ser supervisadas pues sus miembros podían a convertirse en cuadros revolucionarios o contrarrevolucionarios. En todo caso, no descartó de plano la participación de estos sectores en la revolución. 

Foto de centro: Haya vestido a la usanza de un militante bolchevique, Moscú 1924

Foto de fondo: Portada de revista aprista Indoamérica, publicada en México, 1928

Bibliografía:

ARICÓ, José (Dir.), V Congreso de la Internacional Comunista, 17 de junio-8 de julio 1924, Informes, Segunda Parte, Buenos Aires, Siglo XXI Editores, 1975

BERGEL, Martín, La travesía iniciática: Haya de la Torre en el cono Sur. en BERGEL, Martín. La desmesura revolucionaria. Cultura y política en los orígenes del APRA. Lima, La siniestra, 2019. 

BERSTEIN. Eduard, las premisas del socialismo y las tareas de la socialdemocracia. México, siglo XXI, 1982. 

COMINTERN. Sexto Congreso de la Internacional Comunista. Primera Parte. Tesis, manifestaciones, resoluciones. Cuadernos de pasado y presente 66, México, ediciones pasado y presente, 1977. 

FLORES GALINDO, Alberto, La Agonía de Mariátegui, La Polémica con la Komintern. Lima, DESCO, 1980. 

HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl. El Antimperialismo y el APRA, Santiago, editorial Ercillas, 1936. 2da ed. 

HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “What is the APRA”, en The Labour Monthly, (Diciembre,1926).

HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, “Sobre el papel de las clases medias en la lucha por la independencia económica de América Latina”, en Revista Amauta, 9 (Mayo,1927).

HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl. Espacio Tiempo Histórico. Lima, Ediciones La Tribuna, 1948. 

HAYA DE LA TORRE, Víctor Raúl, Por la emancipación de América Latina. Artículos, mensajes, discursos (1923-1927), Buenos Aires, M. Gleizer Editor, 1932 

INTERNACIONAL COMUNISTA. VI congreso de la Internacional Comunista, primera parte, tesis, manifiestos y resoluciones, México, ediciones pasado y presente, 1975

JEIFETS, Lazar; JEIFETS, Víctor, “Haya de la Torre, la Comintern y el Perú: Acercamientos y desencuentros”, en Pacarina del Sur [En línea], año 4, núm. 16, julio-septiembre, 2013.

MANRIQUE, Nelson. Usted fue aprista. Bases para una historia crítica del APRA. Clacso, PUCP, 2009.

MARTÍNEZ DE LA TORRE, Ricardo. Apuntes para una interpretación marxista de historia social del Perú. T.II, Lima, Empresa Editora Peruana S.A. 1948. 

MELGAR BAO, Ricardo. Haya de la Torre y Julio Antonio Mella en México. El exilio y sus querellas. Buenos Aires, ediciones del CCC, 2013

MELLA, Julio Antonio. Qué es el ARPA. Lima, Editorial Educación, 1975.

PARODI REVOREDO, Daniel, “Lima no respondía. El fracaso del plan insurreccional planteado en México explicado en carta de Víctor Raúl Haya de la Torre a Wilfredo Rozas, fechada 22 de septiembre de 1929”. En Revista Investigaciones Históricas, dic. 2022. 

PLANAS, Pedro. Los orígenes del APRA, el joven Haya. Mito y Realidad de Haya de la Torre, Lima, Okura editores S.A. 1986.  

PLANAS, pedro y VALLENAS, Hugo. Haya de la Torre en su espacio y en su tiempo. Aportes para una contextualización del pensamiento de Haya de la Torre. Lima, Ediciones HV, 2010. 

ROJAS, Rafael. Haya, Mella y la división originaria. Telar 20 (enero-junio, 2018), pp. 45-67. 

VALLENAS, Hugo, “Haya de la Torre: político de realidades” en Concurso Latinoamericano de Ensayo Vida y Obra de Haya de la Torre, Lima, Instituto Víctor Raúl Haya de la Torre, 2006. T.II. 

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Apra, haya marxista

Va a ser difícil que el aprismo resucite, peor aún luego del zafarrancho interno que lo atraviesa ya desde antes, inclusive, de la muerte de Alan García. En esa batalla cruenta se van todas las energías que difícilmente harán que de tales canteras pueda surgir una opción política potable, capaz de encaramarse sobre los evidentes éxitos obtenidos en su segunda gestión gubernativa.

Algunos apristas amigos me señalan que ellos confían en que armar una buena plancha o constituir parte de una buena alianza los puede volver a hacer tener el protagonismo político de antaño. Veo difícil que ése sea el camino.

Primero van a tener que efectuar una purga ideológica capaz de hacer entrar en vereda a quienes quieren todavía ver en el APRA a un partido de izquierda populista, a la usanza del periodo 85-90.

Alan García cambió eso de un plumazo y quienes denostan ese periodo como el causante de la implosión del aprismo se equivocan garrafalmente. García no hizo en su segundo gobierno que la inmensa ola de inversión privada, crecimiento económico y reducción de la pobreza que se produjo, fuera acompañada de reformas institucionales en sectores claves como salud y educación públicas, regionalización, seguridad ciudadana, etc.

Si lo hubiera hecho habría sido el mejor gobierno de la historia del Perú, sin lugar a dudas, pero se conformó con la inercia del capitalismo liberado y de allí el rechazo popular a su gestión (con las justas pasó la valla en la siguiente elección a la que se presentó, el 2016).

El APRA debe reinstalarse ideológicamente en las orillas de una centroizquierda liberal, que complemente la agenda alanista. Tiene pueblo, tiene organización partidaria, tiene generaciones nuevas activas e inteligentes, muy preparadas. Debe basar en esa generación, y ya no en los achicharrados sesentones o setentones, las vías de su refundación. Se necesita un partido como el APRA en el Perú.

Pero si su resurrección pasa por las rutas equivocadas le sucederá lo mismo que a Acción Popular, partido que pareció reverdecer laureles y hoy es un antro político donde predominan los corruptos y sinvergüenzas, ya sin descaro. La historia del APRA lo conmina a algo mejor.

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Apra, Partido Aprista Peruano

Alan García se suicidó hace cinco años y aún seguirá en discusión el balance de su historia política. Si acaso, qué pesará más en la balanza, su desastroso primer gobierno o su eficiente segundo gobierno, con superlativo éxito económico.

Me inclino a pensar que más allá de las controversias sobre su moralidad personal, que es lo que finalmente lo convierte en un personaje que despierta tantos odios como afiliaciones, el término del balance se tendrá que inclinar favorablemente. Lo que logró en su segunda gestión en términos de reducción de la pobreza (y no fue solo por los altos precios de las materias primas, como mezquinamente se señala) fue extraordinario, pero al mismo tiempo sembró el terreno para su desgracia política posterior.

Porque un clasemediero emergente, como los millones que surgieron gracias a su buena gestión, elevaron sus exigencias exponencialmente, como suele suceder. El pobre puede resignarse a su desgracia, el ciudadano de ingresos crecientes exige buena educación, mejor salud, seguridad, calidad de vida.

Y es ese ciudadano el que, al parecer, no le perdonó a García que en su segunda gestión no emprendiese reforma alguna en materia institucional. Su maníaca disposición a alentar inversiones privadas no fue acompañada de una dinámica similar para lograr una mejora de la paupérrima salud pública, la abandonada educación estatal, etc.

Apristas cercanos a él con los que he conversado me señalan que nunca se pudo explicar por qué, a pesar de su buen segundo gobierno, el pueblo lo rechazó de la manera tan brutal como lo hizo en las elecciones del 2016, las últimas en las que participó, aliado torpemente al PPC y a una figura tan poco carismática como Lourdes Flores (apenas pasó la valla electoral con 5.83% de los votos válidos).

La razón de ello es mencionada líneas arriba y, por lo mismo, debiera servir de lección futura para quienes aspiren a ocupar el poder el 2026. La pandemia arrojó a la pobreza a millones de peruanos y eso explica el voto airado del 2021 por alguien como Castillo. Hoy que empieza la recuperación económica, lo más probable es que el 2026 la agenda de necesidades ciudadanas vuelva a ser la de mejor salud, educación, seguridad, transparencia gubernativa, etc. Quien quiera ganar, desde la centroderecha, tendrá que poner especial relieve en ello, si quiere enfrentar con éxito a las fuerzas centrífugas que el inmenso malestar ciudadano hará que muchos se inclinen por opciones radicales. Que el caso de un animal político inédito, como Alan García, sirva de espejo a los nuevos liderazgos.

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Alan García, Apra, apristas, clase media, Partido Aprista Peruano

Me volví un apasionado de la política cuando era un púber de doce años de edad y cursaba primero de secundaria, allá por 1980. El contexto eran las elecciones generales y la recuperación de la democracia 12 años después del golpe del general Juan Velasco Alvarado, del 3 de octubre de 1968. ¿Qué me volvió un apasionado de la política? Escuchar hablar a los políticos. Había, sin embargo, un problema, todos, o casi todos, eran hombres, los tiempos de la participación política de la mujer habían comenzado pero no se habían consolidado todavía. 

Recuerdo, sin embargo, una entrevista a la intelectual y literata Magda Portal, contando su separación del APRA: “Haya de la Torre dio un carpetazo en la mesa como diciendo no hay discusión y yo de allí deduje que ese era un partido machista”. Pero luego escuché al propio Haya levantar por primera vez los derechos de la mujer como un objetivo inaplazable para la nueva Carta Magna de 1979, en su discurso de instalación de la Asamblea Constituyente de 1978. 

Podían diferir, diferían, pero vaya cómo diferían, algunos de esos testimonios han quedado grabados en entrevistas subidas a la plataforma youtube, otros están publicados en libros de memorias, los más no dejaron registro. Hay uno en el que Hildebrandt logra reunir, en el mismo programa, a Luis Alberto Sánchez, Ramiro Prialé, Armando Villanueva y Andrés Townsend. Aquella vez se usó un recurso técnico poco conocido entonces: Villanueva participó virtualmente, desde casa, los demás asistieron presencialmente. Pero lo central es que Villanueva y Townsend eran antagonistas en una pugna intestina al interior del APRA que nunca se había visto hasta entonces en la historia del viejo partido de Alfonso Ugarte. ¡Y vaya conversación! la confrontación convertida en placer estético. 

Queda también en youtube, la entrevista de Alfonso Baella Tuesta, un incisivo periodista “de derechas”, a la plancha de Izquierda Unida, encabezada por Alfonso Barrantes Lingán, esto ya en 1985. Vaya nivel de entrevistador y entrevistado, se dijeron de todo pero sonaba a poesía, con todos sus efectos, el ritmo, la metáfora y el símil, la exquisita ironía, el humor fino, la puya elegante y, por supuesto, la pasión por el país, por la propia cosmovisión del mundo enfrentada con otra pero con lealtad.

Los cuadros del PPC eran docentes de la política, además de Luis Bedoya Reyes, allí estaban Roberto Ramírez del Villar, Mario Polar, Ernesto Alayza Grundy. En AP, además de la oratoria cadenciosa de Fernando Belaúnde, destacaba la tenacidad de Manuel Ulloa, defendiéndose como una fiera enjaulada, en el Congreso, en su rol de primer ministro interpelado. Uno a uno derrotó a sus contrincantes; su arma principal: el argumento, pero también, la entonación, la gestualidad, la seguridad en si mismo. Las mujeres fueron apareciendo, recuerdo a Hilda Urizar en el APRA, una intelectual sin duda, daba gusto escucharla intervenir en los fueros parlamentarios, y más encendida y popular a Mercedes Gonzáles, del mismo partido, con su discurso antimperialista. 

En todo lo dicho hay algo importante, en la mayoría de los casos el motivo del debate era el país en general, o sectorialmente. Se discutía cómo solucionar sus grandes problemas y sacarlo adelante a través de una visión de país determinada. No faltaban los escándalos, ni la corrupción, pero lo central en esa generación de políticos era encontrar el mejor modelo de desarrollo para nuestra sociedad.

Desde 2006, la última vez que resultó elegido congresista por el Partido Aprista Peruano, el magistral constitucionalista Javier Valle Riestra dedicó su labor a buscar infructuosamente sacar adelante una ley que permitiese a los congresistas renunciar a su cargo. El tribuno se aburría con la representación parlamentaria 2006-2011 y lo digo sin alusiones, ni ofensas personales hacia nadie. Quería invertir el tiempo de sus entonces pasados setenta años en algo que pudiese resultar más productivo y útil que perder el tiempo en aquella cháchara. 

Resulta que el 2001 recuperamos la democracia pero no la política, no la aristotélica ciertamente. Y desde 2016 en adelante terminamos de destruir los ya ruinosos restos de lo que fue una clase política brillante. Alguna vez me constituí en defensor de los políticos ochenteros, de la generación que brilló desde 1978 en adelante, algunos de los cuales habían iniciado sus carreras políticas ya tiempos atrás. 

Señalé que el terrorismo, la aguda crisis económica, el déficit fiscal, la deuda externa,  el fenómeno del niño de 1983 y una transición demográfica que desbordaba absolutamente la capacidad del Estado hubiesen resultado imposibles para cualquiera. Qué pena que no se presentaron otras condiciones históricas como las que se advinieron desde 1990 con la caída del socialismo real. Así pues, como gran paradoja, vemos que los sindicados como responsables de una debacle fueron, en varios casos, parte de una clase política a la que hoy no alcanzamos ni en un sueño de opio.

Hoy nos peleamos por los dichos de un colaborador eficaz, con destemplados gritos que avalan o refutan sus declaraciones.  A su alrededor se enfrentan dos bandos avezados e irreconciliables, en una encarnizada pelea callejera que los tiempos de la virtualidad han trasladado a la jungla de las redes sociales. Mañana serán los dichos de otro, el nuevo destape, y así sucesivamente, hasta olvidarnos por completo de que nuestra política alguna vez se trató del país y de cómo sacarlo adelante. ¿Es que no podemos ofrecerle más que esto al Perú? Pensar que un día me gustó la política porque me sonaba a poesía.  

  1. Debate entre Armando Villanueva y Andrés Townsend, programa de César Hildebrandt, participan Luis Alberto Sánchez y Ramiro Prialé. Se debate la doctrina aprista. 1980

https://www.youtube.com/watch?v=aglRIiHkISs

  1. Alfonso Baella Tuesta entrevista a Alfonso Barrantes Lingan, el modelo socialista de izquierda Unida. 1985 

https://www.youtube.com/watch?v=tUdO9mAsf18

  1. Luis Bedoya Reyes, defiende sus tesis liberales en mitin en el Callao. 1979

https://www.youtube.com/watch?v=V5WbdxBEiek

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Apra, Barrantes, Velasco Alvarado

[EN EL PUNTO DE MIRA] Fue muy gratificante, porque salieron excelentes reflexiones sobre el tema. Había escrito, hace algunos meses para la opinión pública, una propuesta de partido político para estos tiempos en los que –aparte de la clásica organización territorial (bases) y funcional (sindicatos, colegios profesionales, entre otros)– se tomara en cuenta también a la organización virtual, así como al trabajo de los colectivos para que complementen el trabajo político que debe realizar toda organización que tenga como fin llegar al gobierno y formar ciudadanos.

Pero, en un tiempo como el que vivimos, el cual es catalogado ahora como la posverdad, donde el titular de un periódico importa más que el contenido y donde los grandes relatos se han fragmentado, ¿qué rol cumpliría un partido político para representar demandas sociales aún insatisfechas?

Esta pregunta nos invita a pensar el sentido que le debemos otorgar a la acción política. Teniendo el contexto mencionado líneas arriba, es importante apostar por un partido ‘light’, que esté entre el gran relato y el fragmento. Vale decir, que tenga como fundamento no el gran programa de transformación de la sociedad, sino algo parecido a un manual de autosuperación personal, pero en colectivo. Porque, hoy por hoy, la gente no quiere racionalizar el cambio en abstracto, quiere expresar el cambio social desde su autosuperación.

Actualmente, los partidos políticos han perdido la capacidad de aglutinar emociones a favor. Lo que podemos apreciar -por ahora- son sentimientos antipartidos. Esto se debe -en parte- a esa capacidad de burocratizar las ideas políticas. En un mundo donde la forma cómo lo dices tiene mucha más importancia que el propio contenido, se debe emocionalizar palabras políticas claves.

¿Qué quiero decir con esto? Se me viene a la cabeza el spot publicitario “Chile, la alegría ya viene”, de la campaña de la ahora Concertación chilena con el que ganó el plebiscito para saber si Pinochet seguía gobernando o no.

Hace tiempo que los partidos han dejado de apelar a valores universales positivos, como la alegría y el amor. Repensémoslo nuevamente.

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Apra, La posverdad, Partido morado, Partidos políticos

Ya no existe una izquierda socialista claramente consolidada (después de verla de cómplice del castillismo, queda claro que lo suyo no tiene a la ideología como parámetro de conducta). El centro está vacío de contenido y desolado por la atracción que ejercen los movimientos polarizantes que vienen creciendo en el Perú y en el mundo. La derecha ha perdido su identidad liberal y se ha convertido paulatinamente en un amasijo de intereses mercantilistas, autoritarios y conservadores. Ya no hay un PPC o un Movimiento Libertad en el horizonte, salvo dos o tres esfuerzos, aún nacientes, en perspectiva. Y el APRA, que era el partido históricamente doctrinario, hoy no se sabe lo que es.

Así, no hay forma de que los partidos políticos se consoliden, se vuelvan a convertir en fajas de transmisión de intereses colectivos y en canales de representación de aglomeraciones cívicas. El 2026, al menos, volveremos a ver más de lo mismo que hemos sufrido en los últimos procesos electorales.

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Apra, Castillo, elecciones peruanas, Partidos políticos

5. Cuando el gobierno de Fujimori disuelve el Congreso y declara en reorganización el sistema de justicia, muchos deciden dejar el país, en esa época usted viaja a Chile e ingresa a la universidad, donde gira sus inquietudes políticas hacia la izquierda, ¿cuándo regresa hacia la moderación, a la izquierda democrática, al Apra?

Cuando me fui a Chile obligada por el golpe de Alberto Fujimori, fue un momento de los más difíciles de mi vida porque tuve que dejar todo lo que conocía, la familia y amigos, para empezar de cero con la ayuda amorosa y esforzada de mi madre. En esos tiempos la comunicación era complicada y lo cierto es que casi no hablaba con mi papá. La edad y la circunstancia me alejaron mucho de él, a quien le echaba la culpa de mi soledad y esta suerte de empezar de cero que se me impuso. Estudié en la Universidad de Chile, que era una universidad pública en un país que hacía poco había recuperado la democracia después del largo período dictatorial y fascista de Pinochet, así que en reacción evidente todo el Chile que yo conocí, era de izquierda. Tiene alguna lógica. Recordemos que el primer gobierno del Apra tuvo también mucho de izquierda, en la búsqueda -con errores y aciertos- de reivindicar el proyecto de Víctor Raúl. A pesar de haberme rebelado contra la autoridad paterna, no me sentía ajena a lucha por recuperar los derechos y la dignidad de los chilenos, porque hay que entender que no todo es economía y crecer, sino hay que crecer bien y en un contexto que respete la vida de todos. De hecho hoy todavía me siento cercana a mis compañeros de escuela y a la búsqueda de un país de Pan con Libertad, pero es bobo quien no entiende que el mundo cambia y se aferra con uñas y dientes a una ideología desfasada que como hemos visto recientemente, solo genera hambre y división. Una política que busca eliminar el mérito y quitarle a los que ganaron cosas con esfuerzo, no sirve. Tampoco sirve gobernar para los ricos y afanarse solo en que los números suban. El estado no puede ser intervencionista pero si regulador y fomentar las inversiones privadas y obras públicas para tener más puestos de trabajo asegurando que hayan condiciones adecuadas y justas para los trabajadores que se traduzcan en mejoras en sus vidas y en su felicidad. Los tiempos cambian y las ideas cambian, lo que tiene que mantenerse siempre es el amor a la causa.

6. En una entrevista con Milagros Leiva usted asegura que el operativo policial que terminó con la muerte de su padre estaba planificado para que acabara así. Es más, la ministra de Salud Zulema Tomás postergó el anuncio del deceso hasta casi el mediodía en coordinación con los fiscales para poder seguir rebuscando en la casa del presidente quién sabe qué cosas, mientras Vizcarra le decía al país que Alan García había muerto a los pocos minutos de su llegada al Casimiro Ulloa, cerca de las ocho de la mañana. Sigue afirmando lo mismo.

Todo ese momento yo lo viví desde México donde me encontraba por breves días, pero antes de eso fui testigo de excepción de demasiadas irregularidades en el proceso, desde el cambio el impedimento de salida hasta la orden sorpresa de detención a un hombre que había ido a declarar decenas de veces. En el mes de diciembre un camión de escuchas fue detenido por mis valientes compañeros afuera de la casa paterna, ese día yo estaba adentro. Desaparecieron las pruebas y las mochilas y por supuesto, enjuiciaron a los apristas que los habían descubierto. Si bien la decisión que tomó mi padre fue personal y reflexionada largamente, los que entraron a la casa sabían al respecto. Como detalle cabe ver que suben la escalera de la casa detrás suyo y jamás tratan de abrir la puerta de la habitación (que además tenía la chapa rota hacía un tiempo), solo esperan. A eso se suma lo que mencionas de cómo se manejaba la información desde el gobierno de Vizcarra ese mismo día. El lagarto pensó que eliminaba a un enemigo político y no se dio cuenta de que su espíritu quedaba en sus hijos y compañeros. En fin, ya las cosas se van poniendo en su lugar en el caso Vizcarra y Alan sigue en la memoria del pueblo y en sus obras.

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Alan García, Apra, Carla García

Por eso es importante escribir sobre su legado, para que se sepa que no solo fueron 151 mil obras realizadas por todo el Perú lo que hizo el aprismo durante su segundo gobierno; fueron también aportes vinculados a las conquistas sociales y a comprender filosóficamente nuestro mundo, que es latinoamérica.

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Apra, Víctor Raúl Haya de la Torre

Mucho se dice, y se piensa, que en todo este ajetreo quien perdió fue el APRA, que Haya de la Torre vio frustrada su vida pues no llegó a ser presidente del Perú. Más allá de esto, durante el siglo XX debimos aprender a ser democráticos, debimos construir un orden institucional sólido y debimos incorporar la costumbre de defender y vivir en la normalidad de ese orden institucional y constitucional sólido sin que nadie lo ponga en duda y fue precisamente eso lo que nos arrebató la alianza-oligárquica militar primero, el Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada -Velasco y Morales Bermúdez- luego, y finalmente, como corruptísimo broche de oro castrense de la vigésima centuria, la dictadura de Alberto Fujimori.

Han pasado 22 años desde que Fujimori nos dejó, pues literalmente nuestro último dictador huyó al Japón, y, sin embargo, nuestra democracia no echa raíces, estas no germinan, se pudren. En lugar de clase política tenemos bandoleros camuflados bajo todo tipo de ideologías y propuestas disparatadas, cuando lo que buscan en realidad es el tesoro público, es el dinero de todos, son nuestros impuestos, para repartírselos, entre ellos, como Pizarro y los suyos cuando buscaban El Dorado, la legendaria ciudad de oro perdida, al punto que quebraron a golpe de cincel las piedras del Templo del Sol en el Cusco a ver si el oro se escondía dentro de sus rocas.

Aquí la república no ha comenzado todavía, 201 años después de su fundación formal por José de San Martín, y parte de la explicación, nos la deben los militares que le robaron la democracia a nuestro siglo XX, no se la robaron solo al APRA, nos la robaron a todos. Ténganlo presente.

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Apra, dictafuras, Militares
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