Asamblea Constituyente

Todo parece indicar que la respuesta al cambio de gabinete ha sido positiva. El dólar bajó, la bolsa de valores subió, Perú le ganó a Chile y Cerrón pataleó. Y si bien al conocer al gabinete completo nos enteramos de que este venía con ciertos elementos muy preocupantes, en líneas generales la designación de Mirtha Vásquez a la cabeza ha dado cierto nivel de tranquilidad. 

Los cambios, sin embargo, no le aseguran una primavera al presidente Castillo. Por un lado, la oposición más férrea no parece identificar matices entre la izquierda radical e improvisada de Guido Bellido, y el perfil más sensato de Mirtha Vásquez, ni reconocer ninguna mejora en las decisiones de Castillo. Por otro lado, al presidente se le abre un nuevo flanco: el del ala radical de su propio partido, que ya se ha manifestado en contra del nuevo gabinete.

Castillo, como todas las personas, se mueve por incentivos: si este ve que haberse alejado de Cerrón y buscado un mejor perfil para el premierato le da buenos resultados, como mayor % de aprobación en las encuestas, mejor relación con el legislativo, calma en los mercados, etc., entonces tendrá incentivos para seguir en la senda de la moderación. La oposición puede, por supuesto, tenderle puentes a medida que este se vaya comprometiendo cada vez más a moderar su discurso y políticas, y bloquear todas las iniciativas no negociables para la mayoría de los partidos, como a Asamblea Constituyente.

Si la oposición, en cambio, no reconoce las mejoras que se han hecho (así sean pequeñas), y Castillo más bien concluye que se está quedando sin soga y sin cabra, y está más cerca de ser vacado, entonces inevitablemente deberá volver, como perro arrepentido, a los brazos de Cerrón, y no tendrá otro camino que el radical. Quien perderá, entonces, será el Perú. 

Por eso, querida oposición, hoy la pelota está en su cancha. 

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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Asamblea Constituyente, Presidente Castillo

Usted ha pedido investigar cómo se financia la campaña por la Asamblea Constituyente que impulsa Perú Libre. Yo le hago una pregunta también importante: ¿cómo se financia la suya?

Solo para que quede claro: no es que yo sea un mastín, un sabueso, que esté pidiendo que se investigue. Eso que dije fue a consecuencia de una pregunta del periodista de Correo, que preguntó qué pensaba del financiamiento de la campaña de Perú Libre para la Asamblea Constituyente, si creía que había dinero público. Yo le dije que no sabía, que eso es algo que se debe investigar, porque es de interés público. No es que me interese que rueden cadenas, ni que sea un inquisidor. Nosotros estábamos haciendo hasta hace poco una campaña basada 100% en el voluntariado. Es decir, todo lo pagaba yo mismo y la gente que me acompañaba de sus bolsillos. Hasta hace dos o tres semanas que hemos empezado a recibir donaciones pequeñas de personas naturales que transfieren dinero a una asociación que es la que impulsa nuestra iniciativa.

¿Cuál es esa asociación?

Se llama Asociación por la Causa de la Libertad. Tiene un RUC, su cuenta, todo hecho legalmente. Y cuando llegue el momento, vamos a transparentar todo. Es una asociación que se ha constituido este año, recientemente.

¿Erasmo Wong es uno de los donantes?

Hasta donde sé, él no ha contribuido. Son otras personas, con donaciones muy pequeñas. Lo que sí ha hecho Erasmo Wong es respaldar la iniciativa permitiéndonos colocar mesas para la recolección de firmas en los exteriores de centros comerciales que pertenecen a sus empresas.

¿No desembolsa nada el estudio Ghersi?

Tampoco. No es que haya dinero en esta campaña.

La inversión de tiempo que usted le dedica a la campaña la podemos entender como una inversión. Me imagino que su padre le habrá dado licencia.

Podría verse de esa manera, quizá.

Ha estado en territorio enemigo: en Cajamarca, ¿cómo lo han recibido?

Muy bien. De hecho, la Plaza de Armas de Cajamarca ha sido el lugar donde más firmas hemos recolectado en un solo lugar. Se ha obtenido más ahí que en los centros comerciales de Lima. Un respaldo masivo de la ciudadanía. A mí me sorprende: siempre que vamos a un lugar que es territorio enemigo, siempre que nos advierten que tengamos cuidado o que nos dicen que nos van a recibir mal, encontramos todo lo contrario. En Chota mismo se ha recolectado firmas a pequeña escala, pero este fin de semana se va a instalar una pequeña mesa en la plaza de armas.

Recientemente se ha sumado a su campaña una organización de ronderos. ¿Qué otros colectivos lo apoyan?

Fue el presidente de la confederación nacional de ronderos, pero a título personal. No es que haya una organización de ronderos que esté institucionalmente comprometida en este movimiento. Hay todo tipo de peruanos que apoyan, individuos y militantes de partidos políticos. Y gente de diferentes ideologías. No hay mucho apoyo institucional ni lo buscamos. El único partido político que ha dado un apoyo institucional ha sido el Partido Popular Cristiano.

Y Lourdes Flores también, a manera personal.

Sí, como ciudadana, ha ayudado a recolectar firmas. Pero no es solo ella, sino muchos militantes del PPC, y de otros partidos y muchísima gente que no tiene filiación a un partido.

¿Y no teme usted que la doctora Flores lo sale?

No, yo no creo en la sal.

Lo digo porque a ella las victorias le son esquivas.

[ríe] Bueno, puede ser, pero yo no creo en la sal. Ella está como ciudadana y agradezco mucho el apoyo de la doctora, así como agradezco a todos los que apoyan esta iniciativa.

Hablemos de su propuesta. Quiere usted “agregar un párrafo al artículo 206 de la Constitución que prohíba de manera expresa una Asamblea Constituyente en el Perú”. ¿Eso no es recortar el derecho de los ciudadanos?

La razón por la que estamos en contra, es porque la Asamblea Constituyente significa poder absoluto y el poder absoluto significa arbitrariedad absoluta. El Congreso puede cambiar la Constitución, pero tienen que respetar límites: los derechos fundamentales y los principios democráticos. La Asamblea Constituyente no reconoce ningún límite y podría cambiar la Constitución eliminando la libertad de prensa o los límites a la reelección presidencial, o la separación de poderes. Mientras una Asamblea Constituyente trabaja, además, la asamblea podría intervenir otras instituciones públicas. Podría decir: ‘si voy a refundar el país, ¿para qué va a haber un Poder Judicial o un Ministerio Público? Mejor los intervengo’. La propuesta de Perú Libre es que los peruanos escojamos con los votos solo a 60% de los constituyentes y el 40% restante de organizaciones de la sociedad civil elegidos por ellos mismos, es decir, un mecanismo corporativista. Esas son declaraciones que dio el presidente Pedro Castillo en una entrevista con Enrique Castillo. Y esa fórmula es idéntica a la que se empleó para la asamblea del 2017 en Venezuela. No es parecida, ni similar. Es idéntica.

La abogada María Teresa Gonzáles-Otoya ha calificado este proyecto como inconstitucional, pues -dice ella- atenta contra el artículo 32°, que señala “que no puede someterse a referéndum la supresión o la disminución de los derechos fundamentales de la persona”.

Bueno, esa es una visión sui generis de los derechos fundamentales porque hasta donde yo recuerde no hay un derecho fundamental al poder absoluto. Y la Asamblea Constituyente es un espacio de poder absoluto. Lo único que decimos nosotros es que debe haber un poder limitado. ¿Existe tal cosa como el derecho fundamental a que haya una asamblea con derechos absolutos? De ninguna manera, ese argumento no tiene ni pies ni cabeza. Es una comprensión autoritaria, anticonstitucional.

¿Pero usted cree que Chile va a convertirse en una sociedad donde el Ejecutivo tenga el poder absoluto o que Ecuador se convirtió en una dictadura luego de su asamblea instalada el 2007?

Yo no estoy diciendo que todas las asambleas constituyentes llevan a una dictadura, sino que las constituyentes pueden llevar a una dictadura. Y que generan poder absoluto. La de Ecuador tenía poder absoluto y seguramente cometió errores. La asamblea de Chile está actuando con poder absoluto. En Venezuela han cometido arbitrariedades tremendas. No es algo que se pueda pasar por agua tibia. Generas la concentración del poder y eso genera el riesgo de la arbitrariedad. Además, la asamblea que se está proponiendo en el Perú no se parece al caso de Chile, sino al de Venezuela por dos motivos importantes: en Chile se hizo en contra de lo que quería el gobierno y la mayoría fue conformada por pequeños partidos independientes. En Perú lo está impulsando el gobierno con una fórmula venezolana. 

Entiendo por lo que me dice que le tiene más temor a lo que Vladimir Cerrón y sus amigos leninistas pueden hacer con una Asamblea Constituyente que a la asamblea en sí. ¿Es así?

Bueno, le tengo temor a las dos cosas. No es que yo esté en contra de la asamblea solo en el caso de Perú Libre. Yo estoy en contra en general. Hay partidos políticos menos malos que Perú Libre, que harían una Asamblea Constituyente menos mala, seguro que sí. Pero eso no significa que yo vaya a estar a favor de la Asamblea Constituyente. Mi oposición es una oposición de principio y no una posición de oportunidad.

Doctor Ghersi, usted viene señalando que hay que proteger a las instituciones democráticas de una Asamblea Constituyente, pero cuando las instituciones democráticas fueron petardeadas con el grito de fraude en mesa usted estaba allí [con los manifestantes]. ¿Qué fraude hubo?

Yo no sé, yo no he investigado ese tema. Yo no tuve ninguna participación en nada del proceso electoral.

Pero usted estuvo en las marchas, al menos según una nota del diario Expreso.

¿En una marcha haciendo qué? Yo en todas las marchas en las que he estado he ido a hablar del tema de la Asamblea Constituyente. No tuve ninguna participación del presunto fraude que hubo o no hubo. Independientemente de eso, no he presentado impugnaciones, no he sido abogado de Fuerza Popular, no conozco los hechos como para darte una opinión jurídica. Sin perjuicio de eso, discrepo radicalmente de lo que has mencionado. Estás equivocado. Denunciar fraude y hacer una denuncia o presentar una impugnación, ¿por qué es petardear una institución democrática? Si los partidos políticos tienen derecho a presentar impugnaciones. Eso no es petardear una institución democrática. Esa es una visión equivocada del estado de derecho.

No le hablaba de las impugnaciones, sino de los que salían a petardear una elección avalada por organismos internacionales que la calificaron como democrática y justa. Y el diario Expreso lo pone a usted en medio de una de estas marchas.

Todas las marchas a las que yo he acudido, he ido a hablar del tema de recolección de firmas. Sin perjuicio de eso, una manifestación pública de ciudadanos que pensaban que la elección tenía algún tipo de vicio es parte de su derecho de reunión, de protesta, de reunión. ¿Por qué eso es petardear las instituciones democráticas? Esa visión de las cosas no es tolerante ni consistente con el estado de derecho. Ahí tengo una discrepancia bien profunda contigo.

Pero el dato de que estuvo en estas marchas es correcto entonces.

En la mayoría de marchas que yo he estado hablando de este tema, hay gente te va a hablar de vacancia, hay gente que te va a hablar de fraude en mesa. Yo no soy responsable por lo que las demás personas dicen. No voy a estar de acuerdo con todo lo que dicen en una marcha. Yo sí creo que la elección tiene vicios graves de legitimidad. No puedo probar fraude, pero, por ejemplo, cuando se presentan impugnaciones, todos los jueces en todo tipo de procesos, incluidos los magistrados del JNE, tienen la obligación de intentar resolver el problema de fondo y adecuar los requisitos de forma a el fondo. Si un juez dice que no puedo resolver tu impugnación porque es extemporánea, fuera de horario de oficina, pero no hay horario de oficina porque es una mesa de partes virtual, eso es sospechoso. Entonces el JNE tuvo un actuar incorrecto. Denunciar eso no es de ninguna manera petardear las instituciones democráticas. Sí me molesta que me hayas dicho lo que me has dicho. Revela una convicción democrática que no me parece sólida.

Lamento que lo haya molestado. Pero, en todo caso, discrepamos.

Todo con buen humor.

Juan Carlos Tafur ha llamado a renovar los cuadros del centro y de la derecha. Uno de los nombres que lanzó fue el suyo. ¿Se va a lanzar usted a “las grandes ligas”, como dice él?

Bueno, yo voy a aclarar que en las elecciones regionales y municipales no voy a participar. Por ahora mi preocupación es sacar adelante la campaña en contra de la Asamblea Constituyente y luego evaluaré si tengo alguna otra participación. Evidentemente tengo un interés en los temas públicos, no lo niego. Tengo interés en defender el estado de derecho. Pero por ahora no tengo interés en el mediano plazo ni en el corto en la política partidaria.

¿No lo ha llamado ningún partido?

He tenido conversaciones con varios partidos, pero yo he expresado que no tengo interés en postular o afiliarme.

Esta campaña que usted está haciendo puede ser un trampolín.

No lo veo como un trampolín. Para mí esto no es un medio para lograr otro objetivo. No es un medio, sino un fin. Estoy abocado en el cumplimiento del objetivo que, desde mi punto de vista es resguardar el estado de derecho e impedir el establecimiento de la dictadura en el Perú. Porque la Asamblea Constituyente abre la puerta al establecimiento de una dictadura.

Como futuro político también es blanco de críticas. Una de ellas es que, pese a su poca experiencia, usted fue invitado por la Comisión de Constitución del Congreso de la República para ser parte del Consejo Consultivo. ¿Aceptó?

He aceptado. Como abogado, desde hace tiempo vengo respondiendo consultas al Congreso en distintos temas. Es parte de mi ámbito profesional. A mí me llama la atención la crítica que se me hace, que estaba relacionada con mi edad. Pero esa crítica yo la rechazo, porque cuando una persona de mucha experiencia, de mucha edad asume un encargo, se le dice dinosaurio. Cuando una persona que es joven asume un encargo, se le dice que no tiene experiencia. Entonces, con ese argumento se puede cuestionar a todos. Con toda humildad y respeto, considero que tengo la suficiencia profesional para absolver ese tipo de consultas. Por el trabajo académico que he hecho, por la maestría que tengo, por la experiencia en el Tribunal Constitucional.

Pero la crítica además fue que su experiencia se reducía al estudio de su padre.

Eso es falso. Yo tengo una experiencia de varios años en el TC antes de estar en el estudio y además tengo la maestría de la universidad de Chicago. Entonces, hay medios de prensa que faltaron a la verdad, además sin llamarme, sin buscar mis descargos.

¿Se siente usted “el hijo de”?

Yo tengo una gran admiración y aprecio por mi padre. Pero además de ser su hijo, soy una persona con una carrera propia. Yo no me siento el hijo de, me siento Lucas Ghersi.

 

(*) Foto de portada: Diario La República.

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Asamblea Constituyente, Lucas Ghersi

Pocas veces se ha visto un gabinete ministerial tan mediocre como el que ha conformado la coalición de izquierdas que hoy nos gobierna y que no excluye a ninguno de los segmentos ideológicos de ese sector político.

Durante muchos años, la izquierda disfrutó a placer burlándose de los cuadros tecnocráticos de la derecha, cuestionando su idoneidad profesional e inclusive moral para ejercer los distintos cargos para los que eran nombrados en los últimos lustros.

Pues bien, hoy la izquierda tiene el encargo de gobernar y están todos: hay castillistas, filosenderistas, cerronistas, mendocistas, aranistas, caviares e independientes de izquierda en una amalgama indigesta, de la que se salvan apenas cuatro o cinco ministros. El resto es para llorar.

¿Tanto tiempo se pasó la izquierda preparando cuadros, gastando en ONGs que nutrieran expertos en diversas políticas públicas para que a la hora de asumir el desafío real de gobernar, produzca el resultado nefasto que hoy se aprecia?

Desde la izquierda suelden regodearse diciendo que la derecha tiene tecnócratas, pero no intelectuales. La izquierda celebra su abundancia académica, pero, en contraposición, es una lágrima a la hora de ejercer y desplegar políticas concretas desde el aparato estatal.

Desde hace poco más de 50 días tiene el poder entre manos y no hay, ni siquiera desde su propia perspectiva ideológica, nada que pueda ser al menos controversial o merecedor de discusión. Lo suyo es piloto automático con un mapa de navegación errado.

Hoy la izquierda, en todas sus variantes, se refugia en la idea de que solo con una Asamblea Constituyente podrá ejercer el tipo de poder socialista y revolucionario al que aspira. La verdad, como bien lo dijo uno de los pocos ministros que se salva, como es Pedro Francke, se pueden hacer políticas públicas disidentes del por ellos llamado modelo liberal, sin necesidad de cambiar la Carta Magna. Si no lo hacen, es por pura medianía y falta de perspectiva gubernativa.

Hizo bien, por lo que se ve, dicho sea de paso, Ollanta Humala en desprenderse rápidamente de la izquierda cuando fue gobierno. Con ella a bordo, el suyo hubiera sido un desastre de inacción y de indecisiones, o discusiones estériles. La izquierda lo acusa de traidor. El país le debería agradecer su perspicacia para darse cuenta prontamente de que la izquierda era un desastre ejecutivo.

Las pruebas están al tanto. El gobierno de Castillo, el candidato de las izquierdas, no da ni para adelante ni para atrás. Y no es solo responsabilidad de un Presidente diletante o incompetente. Es la izquierda en su conjunto, la responsable del desastre.

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Asamblea Constituyente, Izquierda, Ministros, Perú

Queda más que claro que el shock capitalista que el Perú requería para salir de la crisis recesiva de la pandemia y que hubiera permitido remontar las adversidades en las cifras de empleo y pobreza rápidamente, solo va a ser una quimera en manos del menjunje de gobierno que tenemos.

Inclusive, los esfuerzos de responsabilidad fiscal de Pedro Francke al mando del MEF chocarán con la absoluta falta de confianza de los inversionistas empresariales de todo tamaño, quienes, mientras dure el desmadre y además penda como espada de Damocles la posibilidad de una refundacional Asamblea Constituyente, no van a meter la mano al bolsillo para arriesgar sus capitales.

El propio Francke, quien ha pedido facultades legislativas en materia tributaria, chocará con una realidad fiscal en el sector minero distinta a la que él seguramente esperaba. Si pensaba que allí estaba la vaca lechera para todos sus males, se equivocó de cabo a rabo. Ya el sector minero, según un estudio del IPE, tiene una carga tributaria del orden del 47%, muy por encima de Canadá, Australia y Chile, directos competidores en el sector, siendo solo superados por México.

Quiere decir que casi la mitad de la utilidad minera se va al Estado. Es como si el gobierno fuera accionista, sin riesgo alguno, de la mitad de las acciones de las empresas mineras. Mucho más no les puede sacar, sin correr el riesgo de espantar a los potenciales inversionistas que hoy están a la espera de empezar a operar, en proyectos valorizados en varios miles de millones de dólares.

Antes que pensar en sobrecargar el sector minero, a lo que el gobierno debiera abocarse es a destrabar los proyectos entrampados o acelerar los que ya están en fase pronta de operaciones. Con ese aumento considerable de inversiones, obtendría mucho más que con una facilista sobrecarga impositiva.

Pero esto que vemos en el sector minero lo apreciamos en todos los ámbitos del Estado. Se ha extendido un ánimo antiprivado fatal para la economía. Una empresa privada ha ofrecido hace semanas toda su plataforma logística para desplegar un proceso de vacunación masivo a través de las farmacias y, pues, el presidente de EsSalud y el titular de Salud, ni bola. Seguramente, llenos de prejuicios contra el sector privado, se conducen a la parálisis.

Serán cinco años perdidos. El gobierno de Castillo será peor que la pandemia. Ni con Francke en el MEF o Velarde en el BCR se logrará mucho si se alberga senderistas en Palacio junto a radicales cerronistas, además en guerra cruenta entre ellos, y todo ello bajo la sombra del desgobierno de un Presidente incapaz.

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Asamblea Constituyente, Pedro Castillo, Pedro Francke, Perú

No se trata de una cacería de brujas ni de una persecución política la que se aprecia respecto del gabinete Bellido, sino de una saludable práctica de vigilancia opositora debida a la falta de idoneidad de buena parte del consejo de ministros convocado por el Presidente y el Premier (y, por supuesto, por Vladimir Cerrón).

Nadie puede poner en cuestión que Castillo decida conformar un gabinete de personajes de izquierda, inclusive radicales. Una parte de su votación obedece a ese ánimo y otra a un sentimiento antiestablishment cuyo mandato está obligado a expresar y recoger.

Pero la ausencia de solvencia técnica o profesional de varios de los ministros convocados (se acaba de conocer en El Foco, por ejemplo, que el titular de Cultura, Ciro Gálvez, está denunciado hasta por sicariato), es un tema político inadmisible, sobre el cual el Congreso está obligado a ejercer control político, interpelando y eventualmente censurando a aquellos que no cumplan con los estándares éticos y laborales mínimos para ejercer el cargo para el que han sido designados.

La crisis política por la que pasa el régimen es obra y gracia de su propia torpeza. Nombrar un gabinete mediocre, admitir la preeminencia política de Vladimir Cerrón e insistir tercamente en una materia que no cuenta con aprobación ciudadana, como es el tema de la Asamblea Constituyente, es lo que explica que, por primera vez desde que las encuestas miden los niveles de aceptación de los gobiernos recién estrenados, éste muestre tan baja aprobación, inferior a su desaprobación.

A este paso, ni siquiera el plan moderado de izquierda que impulsa el sector tecnocrático del gobierno que encabeza Pedro Francke, va a poder ser desplegado (las nuevas reglas tributarias necesitan aprobación del Congreso). El encrespamiento de la oposición congresal ha hecho que el gobierno pierda aliados iniciales -como lo fueron los morados y Somos Perú- y la única manera de reconstruir puentes con el Legislativo y establecer una atmósfera de gobernabilidad pasa porque el Ejecutivo dé marcha atrás en los tres puntos señalados (gabinete, Cerrón y Constituyente).

Está a tiempo de hacerlo. Tiene que actuar rápidamente y sentar las bases de un horizonte de cinco años. Hoy, esa perspectiva está acotada a una relación inestable y tumultuosa con el Congreso, que promete más desencuentros que conciliación.

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Asamblea Constituyente, Héctor Bejar, Vladimir Cerrón

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Asamblea Constituyente

El régimen va a insistir con la Asamblea Constituyente. Si no es por angas será por mangas. Ya lo ha dicho el factótum partidario del gobierno, Vladimir Cerrón: se intentará, primero, por el Congreso, mediante una propuesta de reforma del artículo 206; si no prospera, Perú Libre ya junta firmas con la pretensión de que el Ejecutivo convoque directamente a un referéndum que instale la Asamblea referida.

Lo cierto es que el segundo camino es inviable. La inmensa mayoría de constitucionalistas señala que el artículo 206 es taxativo y que “toda” reforma constitucional requiere dos legislaturas de 87 votos o una de 66 que dé pase luego a un referéndum validatorio. Así se junten diez millones de firmas. No hay otra. Y si Castillo, estimulado por Cerrón, se atreve a convocar de facto un referéndum sin pasar por el Congreso lo más probable es que, previo recurso, el Tribunal Constitucional lo rechace, o que, por ese acto, se abra el camino de la vacancia por incapacidad moral.

El gran problema, sin embargo, es que en medio ya de una situación de incertidumbre de la inversión privada -motor de la economía nacional, de la generación de empleo y la disminución de la pobreza-, ésta se hallará ahora en mayor suspenso a la espera de ver qué rumbo político-legal tomará el gobierno.

Una posibilidad que se abría es de que conviviera una fraseología populista radical con un gobierno económicamente tecnocrático (Francke-Velarde) que, mal que bien, asegurase estabilidad macroeconómica y algún resquicio para animarse a relanzar proyectos de inversión de toda magnitud. Sería un gobierno mediocre, por la medianía del aspecto político, pero siquiera albergaría la posibilidad de seguir manteniendo en movimiento esa espiral virtuosa de la inversión privada.

Pero la advertencia política de Cerrón, de querer llevar a cabo a toda costa la Constituyente (no hacerlo sería, en sus palabras humalizar o caviarizar a Castillo), penderá como una espada de Damocles sobre la sociedad inversora conformada por millones de micro, pequeños, medianos y grandes empresarios. Peor aun si se tiene en cuenta la naturaleza corporativista de la Asamblea que Castillo y Cerrón pretenden instalar, conformada solo en parte por el voto directo de la ciudadanía (lo que de por sí también ameritaría un recurso de inconstitucionalidad).

En mala hora el país votó por quienes aseguran una mezcla explosiva de impericia e improvisación, con rigidez ideológica y prejuicios políticos. En el mejor de los casos, nos esperan cinco años de zozobra política, parálisis económica y probable convulsión social.

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Asamblea Constituyente, Tribunal Constitucional, Vladimir Cerrón

Desde la elección como presidente a Pedro Castillo, hemos sido testigos de los claros oscuros que encierra su entorno cercano. Comenzando por la designación del presidente del Consejo de Ministros -Guido Bellido- de clara simpatía por el grupo terrorista Sendero Luminoso, hasta designaciones de ministros y asesores que desdibujan la confianza ciudadana por un gobierno que recién empieza.

Siendo así el panorama inicial, ¿qué proyecta este nuevo gobierno? Pues claramente nos presenta una línea gubernamental que va en búsqueda de llevar adelante una asamblea constituyente, sea como sea, para que cambie las reglas de juego mediante una nueva Constitución. Eso es lo más evidente que se puede apreciar de las declaraciones de los miembros del Ejecutivo. Pero detrás de este objetivo advertimos que -producto de las puyas internas (léase maniobras de Perú Libre por tener agenda vía Guido Bellido) y por los vaivenes del contexto- la línea de acción política de Pedro Castillo girará en torno a medidas ideológicas e improvisaciones que el contexto de urgencia le exigirá.

Ante esa situación, que no es más que jugar políticamente a la moderación y radicalización en torno a ese objetivo planteado por el presidente, la ciudadanía advierte que podría afectar severamente sus bolsillos y la mesa de sus hogares. Y no es producto únicamente de las denuncias que viene haciendo la oposición política y social; este es producto, también, de los silencios prolongados que Pedro Castillo está generando y que se llena a través de apariciones de Vladimir Cerrón en medios de comunicación. Eso podemos apreciar en los resultados de la encuesta de esta semana que pasó de Ipsos Perú, en la que dan 38% de respaldo al actual presidente y un 45% de desaprobación. En 20 años de democracia en el país, es el primer presidente que inicia con un rechazo tan alto.

Los peruanos sienten preocupación (50% según la encuesta) debido a que el gobierno no ha impulsado un gabinete de unidad nacional, que es lo que se esperaba. Si es realista Pedro Castillo, un avance hacia una asamblea constituyente no sería viable, teniendo un contexto de popularidad desfavorable. Es necesario, para ello, que se busque impulsos de reformas que vayan a lo medular de nuestra urgencia: economía y salud mediante la reactivación del Acuerdo Nacional, porque así lo exige la ciudadanía.

La oposición política y social, movilizados desde la asunción de mando del presidente electo, debe ir en búsqueda de este espacio para abrir un diálogo nacional sobre la reconstrucción económica y sanitaria de nuestro país. Necesitamos, en un contexto de super ciclo del precio de cobre (que nos favorece económicamente), enrumbar la política doméstica hacia lo que demanda el mundo y aprovechar de ella para reimpulsar la pequeña, mediana y gran empresa para la generación de empleo y desarrollo de infraestructura social y productiva.

Y necesitamos, también, emprender un diálogo sobre las medidas constitucionales para proteger el Estado de Derecho y las libertades de cualquier intento extremista que vulnere nuestra joven democracia.

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Asamblea Constituyente, Pedro Castillo
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