castillismo

Por supuesto, las Fuerzas Armadas tendrían que desempeñar un papel preponderante si Castillo recorre la ruta del golpismo. Solo en ese único caso. En tales circunstancias, estarían obligadas, por mandato constitucional, a intervenir e impedir el atentado jurídico y disponer la restauración democrática que correspondería en tales circunstancias.

Castillo no es un personaje valiente. Más bien peca de huidizo y taimado. En principio, no parece capaz de acometer semejante tropelía, pero el pánico que lo embarga lo puede imbuir de la sinrazón suficiente para creer que puede cometer un autogolpe y salir indemne, con apenas un 23% de respaldo de la opinión pública, sin calles movilizadas a su favor, sin el respaldo de la mayoría congresal, sin la rendición moral de los institutos castrenses. No hay nada más peligroso que un culpable de delitos probados, con poder para hacer daño, como es el caso del inquilino que nos tocó en mala suerte tener sentado en Palacio.

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