Cruella

Cruella de Vil está de vuelta, la villana de los 101 Dálmatas ha regresado a la pantalla grande  en una versión live action dirigida por Craig Gillespie. El mismo realizador de la celebrada película  Yo, Tonya. Esta nueva versión resulta ser una precuela que da forma al malévolo  personaje de Disney inspirado en la novela de Dodie Smith escrita en 1956. 

La esperada cinta tuvo que posponer su estreno a finales del año pasado debido a la pandemia y hoy finalmente se presenta en la plataforma de Disney. Compañía que apuesta por la estrategia segura de reeditar sus clásicos films. Emma Stone interpreta a la joven Cruella y Emma Thompson a la Baronesa Von Hellman en los roles principales. Ambas actrices además asumieron la producción ejecutiva de este film. 

Esta es una película que gira en torno a la moda y deleita también por esa razón. Con diseños originales de alta costura y una elaborada producción artística, en donde cada detalle está orientado a impresionar. Lo que evoca a la película  El Diablo se viste a la moda y al personaje de Miranda, interpretado por Meryl Streep en paralelo también con el de la Baronesa en el reciente film. Grandes aciertos de esta producción. 

La historia nos cuenta el origen del personaje de blanca y negra cabellera desde su infancia.  Desde la propia narrativa, incluso con la voz en off, que resulta innecesaria, se van sucediendo una serie de incoherencias en la historia que reducen la atención que por otro lado logra su puesta en escena. Descuido que no se repite en sus créditos finales y en la oportuna selección de la banda sonora. 

Call me Cruella es el tema musical a cargo de la banda indie Florence and The Machine, que  no solo recoge la esencia oscura de este personaje, sino que resulta ser una verdadera joya. Su productor musical Nicholas Britell (conocido por la película Whiplash) intentó abarcar la estética rock de los 60s y 70s en Londres, grabando todo con equipo vintage y cinta analógica nada más que en los conocidos estudios de Abbey Road y Air Studios. Tema que mantiene un compás de sincronía con el proceso de transformación de Cruella hasta llegar a un notable éxtasis musical con el despertar de su locura. Acompañan canciones como Bloody well right de Supertramp o Feeling good de Nina Simone, entre otras más de la época. Elemento que adquiere especial importancia al intentar retratar el origen cultural del movimiento punk en Inglaterra. 

La pantalla grande y hoy quizás el monitor, han retratado diversas versiones de Cruella de Vil, desde la animada en 1961, pasando por el primer live action con la inolvidable interpretación de Glenn Close y las apariciones televisivas en series como Once upon a time o la película para televisión Descendientes. En todas ellas la esencia de su maldad radica en la obsesión de poseer abrigos con piel animal, en especial de los dálmatas. Si bien es cierto nunca antes existió una explicación por ese comportamiento, se podía suponer que era parte de un evidente desequilibrio. Sin embargo, la Cruella de Emma Stone intenta dar una motivación ante ello y esa misma premisa es la que cambia por completo la esencia del personaje.  

Esta versión que permite reconocer una serie de elementos de sus películas originales, no es consecuente con la perversidad de su personaje. Dibuja una suerte de redención en pleno siglo XXI con la intención de justificar el comportamiento de uno de los iconos más populares de la compañía cinematográfica de Disney. Quitando la propia esencia del personaje caricaturesco.  

Lo que termina por presentar una actuación irregular por parte de Emma Stone, a pesar de algunos momentos brillantes en los monólogos frente a la pileta. La otra Emma, más bien, encarna la potencia maligna de personajes tan icónicos como Meryl Streep en el Diablo viste a la moda o la misma Glenn Close en la versión de los 90s. La Baronesa Von Hellman captura esa atención como predecesora de lo que será en el futuro Cruella de Vil. 

El cuidado extremo de los detalles en la presentación de la villana de los 101 dálmatas, no equivale al de sus hilos narrativos. Lo que podría haberse convertido en una película de culto, por ser una versión femenina de la oscuridad, termina en las capas de la superficialidad. 

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101 Dálmatas, Cruella, Emma Stone
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