cuidado de la salud

En estas fiestas tuve la suerte de poder regresar al Perú, después de un año sin visitar la patria. Junto a mi familia, decidimos pasar unos días en las playas de Tumbes.

Una mañana, un familiar mío salió a caminar, y estando cerca de un muelle fue atacada y mordida por un perro, que le dejó una herida bastante larga en una nalga. Como se deben imaginar, lo primero que pensamos todos fue que tenía que ir a vacunarse contra la rabia. 

Nos encontrábamos cerca al pueblo de Cancas, que no conocíamos pues acabábamos de llegar, y yo pensaba con curiosidad (y preocupación por mi familiar) en cómo sería la experiencia de enfrentarnos al sistema de salud pública peruano, especialmente en un pueblo bastante pequeño. Les cuento nuestra experiencia:

El primer reto fue que el incidente se dio un domingo. Para nuestra sorpresa, ningún centro de salud cercano se encontraba abierto, ni siquiera en Máncora que es bastante turístico. ¿Qué ocurre si un ciudadano de la zona tiene una emergencia un domingo? Nadie nos pudo responder esa pregunta. Felizmente, lo nuestro no era grave, pero se nos indicó que lo único abierto estaba en Tumbes, a una hora y media y por lo menos 150 soles en taxi de donde nos encontrábamos. 

Volvimos entonces el lunes al centro de salud de Cancas, donde nos atendieron amablemente. Allí le pusieron la primera vacuna a mi familiar, y nos indicaron se necesitarían 4 dosis más en los próximos días. En ese mismo lugar se puso sin problema la segunda dosis.

El siguiente reto vino al regresar a Lima. A diferencia de Cancas, en Lima hubo que probar suerte con varios centros de salud. Primero nos acercamos al de San Isidro, donde no tenían la vacuna. Nos dieron el teléfono del Centro Antirrábico, pero no contestaban. Nos dirigimos luego al Hospital Casimiro Ulloa, pero, aunque tenían la vacuna, indicaron que allí solo atienden emergencias (y eso no era considerado una emergencia). Luego, en el centro de salud de Miraflores, donde sí tenían la vacuna, nos dijeron que la fecha para la tercera dosis debía ser unos días después. 

Finalmente, nos acercamos nuevamente al centro de salud de Miraflores el día indicado, pero nos comentaron que no estaban vacunado hasta el 08 de enero porque estaban haciendo obras de construcción justo en la zona de vacunación, y nos enviaron al centro de salud de Surquillo. Nos acercamos entonces allí, y luego de mucho insistir, finalmente logramos la tan ansiada tercera dosis. Sin embargo, nos pidieron que, para la cuarta, no volvamos porque tenían muy pocas vacunas y no nos correspondía por no vivir en dicho distrito, a pesar de que les explicamos que el centro de Miraflores estaba siendo remodelado.

¿Tendremos más suerte con las dos dosis que faltan? No lo sabemos. Lo que queda claro es que se habla mucho de la mercantilización de la salud por parte del sector privado, pero todos los días se pone en evidencia la falta de enfoque en el usuario que tiene nuestro sistema de salud pública. El servicio requerido en este caso no era especialmente complejo, y sí era ofrecido por los centros de atención primaria públicos de manera gratuita. Sin embargo, un sistema de salud que pasea al ciudadano de centro de salud a centro de salud desperdiciando su tiempo y dinero, explica por qué tantas personas prefieren pagar por un servicio privado. La salud es en este momento un derecho constitucional, pero esto da totalmente igual si en la práctica se les da la espalda a los usuarios.  

*Las opiniones expresadas en este documento son de exclusiva responsabilidad del autor y pueden no coincidir con las de las organizaciones a las cuales pertenece.

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Cancas, cuidado de la salud, Fin de año, sector privado

Durante la pandemia, se ha puesto de manifiesto como nunca antes la estrecha relación entre la salud física y mental, y la productividad que los equipos de trabajo requieren para cumplir con sus funciones. En las empresas, la rama que se ocupa de estos temas es la salud ocupacional, pero en un negocio independiente es el emprendedor el que debe garantizar la atención médica regular de sus trabajadores.

Para Karla Mori, gerenta comercial de Sanitas, atender cuanto antes a los trabajadores reduce costos significativos de alguna enfermedad prevenible. “Es necesario que el emprendedor tenga en cuenta que adquirir un seguro es gasto fijo y mensual, por lo que es vital tener de manera clara y ordenada su flujo de caja”, advierte en una columna para Gestión.

También recomienda establecer protocolos de bioseguridad para evitar el contagio de coronavirus e informar permanentemente a los trabajadores sobre chequeos anuales, campañas de despistaje y otras estrategias de prevención.

Enfoques para el cuidado de la salud

Además del cuidado de la salud física, Lucas Melman, CEO de Gympass México, considera que lo que las empresas requieren adoptar es una cultura de bienestar, un enfoque más integral.

“Tendemos a pensar en la salud como el resultado de dos actividades específicas: buena alimentación y ejercicio, cuando el enfoque es más amplio y por eso necesitamos pensar en el bienestar, el cual engloba cuatro dimensiones: salud mental, salud emocional, salud financiera y salud física”, precisa.

Respecto a la salud mental y emocional, están también muy relacionadas a los ingresos de las personas. Fernando González, CEO de la plataforma Coru, señaló que sí existe una correlación directa entre la salud mental y las finanzas personales, que se puede observar cuando los trabajadores sufren en llegar a fin de mes.

“Esta incapacidad para equilibrar los ingresos y gastos ha derivado en problemas como estrés, ansiedad, culpa o tristeza”, señaló. A su vez, estas condiciones permiten la aparición de enfermedades como la depresión, la hipertensión, la obesidad, entre otros.

Para cuidar la salud física durante este periodo de pandemia, el Ministerio de Salud (Minsa) recomienda a la población realizar 30 minutos de actividad física moderada un mínimo de tres veces por semana, hidratarse y tener una dieta saludable, lo cual permitirá mantener el cuerpo saludable y activo para evitar cualquier factor de riesgo ante la presencia de la Covid-19.

“No necesariamente se tiene que ir a un gimnasio o gastar mucho dinero para ser una persona activa. Esta actividad puede ser caminar, jugar, pasear con las mascotas, subir y bajar escaleras, o cualquier otra que demande una práctica en forma continua”, comentó el nutricionista del Instituto Nacional de Salud (INS), Antonio Castillo.

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