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derrame de petróleo

En su única entrevista tras el derrame, el director ejecutivo de Repsol en el Perú, Jaime Fernández-Cuesta, mintió. “En el fondo del mar no hay petróleo, porque el petróleo es más ligero que el agua, está todo en la superficie. El petróleo tiene una densidad menor que la del agua, todo se va a la superficie”, dijo. Y agregó, para la indignación de los especialistas, que no había nada “que no se pueda arreglar ni corregir medioambientalmente”.

Yuri Hooker, reconocido biólogo marino, calificó sus palabras de “mentiras descaradas”, por la abundancia de investigaciones a nivel mundial sobre cómo el petróleo se acumula en el fondo marino. “Hay cientos de investigaciones de acumulación de petróleo en el fondo [marino] y de las consecuencias en varias partes del mundo. Eso se sabe y el señor miente con descaro al decir que el petróleo flota, que no va al fondo del mar”, indicó al programa ‘Si el Río Suena’, de Sudaca.

Y luego añadió: “Derrames más pequeños que este pueden demorar 10 a 15 años en recuperarse, verse más o menos normal, y que los contaminantes en los organismos no sean peligrosos. Pero hay lugares que se han contaminado hace 100 años y siguen igual. Por la dinámica del mar peruano, es de esperar que esto último no ocurra”.

El biólogo Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana Perú, coincide en que algunas áreas tardarán años en recuperarse. Esto, aunque la empresa cumpla con hacer que las playas se “vean limpias” para fines de febrero. “La mayor parte del petróleo ya se deberá haber hundido para esa fecha en el fondo del mar, o estará en la orilla”, comenta a Sudaca.

Hasta el momento, Riveros estima que la parte más afectada ha sido la Zona Reservada de Ancón, en la bahía. Las especies de este lugar todavía estaban en proceso de investigación para su categorización. “Es posible que el tiempo de recuperación de esta zona vaya en el orden de una década”, advierte.

La bióloga marina Joanna Alfaro, directora de ProDelphinus y docente de la Universidad Científica del Sur, también explica por qué el tiempo de recuperación es difícil de estimar: lo que vemos por encima no refleja lo que hay abajo. “La dificultad es que muchas veces pensamos que está limpio porque lo vemos limpio, pero no sabemos lo que está pasando en el fondo del mar. Para eso se tiene que mandar un equipo de buzos y un monitoreo constante de la evolución de esto”, precisa.

En base a los reportes que llegan de la zona, ella considera que los grupos más afectados han sido el de las aves, especialmente los cormoranes que frecuentan estas zonas para reproducirse, y el de las nutrias marinas, que están en la lista roja de las especies amenazadas. Se tenía registro de sólo diez ejemplares en esta zona. Además de lo tóxico que es, el petróleo daña el pelaje de estos animales haciendo que pierdan la capacidad de regular su temperatura. 

“Las plumas o los pelos les ayudan a mantener esta temperatura, si no pueden mantenerla, van a morir porque no pueden flotar y les va a dar hipotermia. Ese es el peligro cuando cae aceite en las plumas o pelos de estos animales”, comenta Alfaro.

EL DIFÍCIL RESCATE ANIMAL

Desde el sábado 15 de enero, el día que se produjo el derrame, la marea negra ha llegado ya a 24 playas, de Ventanilla a Chancay, según el último reporte de la Dirección General de Salud Ambiental (Digesa). En su trayectoria, el petróleo ha afectado a dos ecosistemas sensibles: la Zona Reservada de Ancón y las Islas Grupo de Pescadores, esta última perteneciente a la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras (RNSIIPG). Este sistema agrupa a 22 islas e islotes de todo el litoral peruano, desde Piura hasta Moquegua.

De acuerdo a los reportes de las entidades de fiscalización ambiental -supervisadas por el OEFA-, son nueve las especies afectadas: cormorán (ave), guanay (ave), piquero peruano (ave), pelícano, gaviota peruana, pingüino de Humboldt, lobo chusco, nutria y la chuita (ave).

En la primera semana posterior al derrame, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor) informó que se había rescatado a 51 especímenes que fueron trasladados al Parque de Las Leyendas para su atención. Luego fueron llegando más especies a este lugar y, según informó la Municipalidad de Lima -que administra el parque-, hay 83 aves marinas que ya están en proceso de readaptación. Sin embargo, conforme pasan los días, hay menos rescatados.

En el ámbito de las Islas Grupo de Pescadores, Sernanp ha señalado que se encuentran aproximadamente 10 aves muertas a diario y que han podido avistar a 170 aves con restos de petróleo en sus patrullajes. José Ramírez, jefe de Sernanp, explicó hace unos días que han tomado nota de estos casos, pero que no han podido capturarlos para su evaluación. 

 

Guanay encontrado el último fin de semana en Islotes Grupo de Pescadores de la Reserva Nacional Sistema de Islas, Islotes y Puntas Guaneras-Sernanp.

A pesar de los esfuerzos, el pronóstico para estas especies manchadas con petróleo, o que pueden haberlo inhalado o ingerido, es desfavorable. Si han recibido una dosis letal, mueren rápidamente; y si la dosis es menor, el envenenamiento les produce daños irreversibles en el sistema digestivo.

“A partir del día 10 al día 15 después del accidente, comienzan a aparecer grandes cantidades de animales muertos en las orillas, porque algunos se escapan por el escándalo o el movimiento, pero ya están infectados. Algunos regresan a sus colonias, pueden estar con sus crías y contagiarlos también. En este momento, lo que estamos viendo es solo el principio”, indica Juan Carlos Riveros, director científico de Oceana Perú.

Respecto a las posibilidades de que estas especies puedan encontrar un hábitat similar en otra parte del país, explica que la mayoría de estas especies no tienen la migración por costumbre. “En el caso particular del pingüino o la chuita, son animales que tienen mucha fidelidad al sitio y eso las hace muy vulnerables a estas situaciones. No son animales migratorios, no se les ve moviéndose en grupos grandes. Generalmente son colonias ya establecidas. Esa es la principal preocupación”, señala. 

De los animales rescatados que reciban atención especializada, se calcula que menos de la mitad logrará sobrevivir, porque su organismo no podrá procesar el petróleo. “Podemos tener animales que aparentemente están en buen estado, se paran y están vigorosos, pero por dentro ya están teniendo síntomas de una degradación progresiva”, advierte.

Al respecto, Carlos Calvo, médico veterinario zootecnista de la ONG ConservAcción, comentó durante un evento virtual organizado por la Sociedad Peruana de Derecho Ambiental (SPDA) y Mongabay Latam, que el registro del daño a estas especies será difícil por el desorden de los primeros días y la cantidad de voluntarios sin experiencia que han intervenido. “Cuando la parte gubernamental haga el conteo oficial de la fauna afectada, va a estar muy subestimada porque las playas se mantuvieron abiertas. Eso permitió que gente bienintencionada ingrese, pero también que la información inicial se vea alterada porque mucha gente ha rescatado animales por su cuenta, se los llevó a su casa y se les han muerto. La información que se brinde, probablemente, va a estar muy subestimada”, anotó.

LA PESCA Y EL CONSUMO

Juan Carlos Riveros estima que, en el caso de los pingüinos, al momento del derrame la mayoría de adultos no estaba en el mar porque están en época de “muda”, un período en el que cambian de plumaje. Pero los organismos más pequeños, que están más cerca a la costa y que son alimento de otras especies, no tuvieron la misma suerte. 

“Hay especies como la concha de abanico, el langostino, los choros, chanques (molusco), que, si están en esta zona, no van a ser aptas para consumo humano. Tienen el problema además de que son presa de otros animales, así que van a tener una incidencia que debe ser monitoreada. Es importante que Sanipes [el Organismo Nacional de Sanidad Pesquera] y Digesa [Dirección General de Salud Ambiental] tengan las herramientas para hacer un seguimiento en el corto y mediano plazo”, asegura.

Ante la posibilidad de una contaminación en especies de consumo humano, se dispuso el cierre de las actividades pesqueras en la zona inmediatamente afectada. El Sanipes ya descartó que los productos que están siendo comercializados en los desembarcaderos de Callao, Ancón y Pucusana estén afectados por el derrame petrolero. 

En un comunicado, también explicaron que el 95,5% de las especies ofrecidas en estos desembarcaderos provienen de otras partes del país y el 4,5% restante, se está capturando en alta mar de Ancón y Ventanilla, fuera de las zonas afectadas.

La entidad considera como especies de alta mar al perico, bonito, tiburón azul, tiburón diamante y pota. Mientras que Sanipes visita los muelles para realizar «análisis organolépticos» (una valoración visual y del olor de los productos) a los cargamentos de pesca artesanal, al Instituto del Mar del Perú (Imarpe) le toca recorrer el litoral tomando muestras para identificar los daños ambientales. En una inspección que hicieron entre el 18 y 19 de enero por Ventanilla, desde la playa Cavero hasta Costa Azul, los especialistas de Imarpe informaron que habían identificado daños en la calidad del hábitat marino que “afectarían en la salud del ecosistema y sus componentes a corto y largo plazo, con posibles alteraciones a procesos biológicos naturales”.

Para que los especialistas tengan más claro el nivel de afectación, los biólogos consultados para este informe coinciden en que es importante saber la composición exacta del petróleo derramado. En la última conferencia del Comité de Crisis (un grupo de trabajo creado por el gobierno para atender el desastre) el viceministro de Desarrollo Estratégico de Recursos Naturales del Ministerio del Ambiente, Alfredo Mamani, reveló que la calidad del crudo vertido es de 28° API, una medida que determina su capacidad de flotar en el agua. En esta escala, que varía de 5 a 60 grados, un petróleo de 28 es considerado medio o intermedio. No obstante, todavía se desconocen otros indicadores relevantes para los científicos, como la salinidad y el porcentaje de agua contenido en el crudo.

Sobre el tiempo en el cual los pescadores artesanales podrán volver a ingresar a estas zonas de forma segura, la bióloga Alfaro consideró que todavía es pronto para estimarlo y lamentó que se haya afectado el modo de vida de los pescadores, que es de por sí relativamente sostenible, sin riesgo de sobreexplotación de los recursos.

“El tiempo es muy relativo. Va a depender mucho de qué tan rápido se haga [la contención]. Ahora que ha habido incluso un segundo derrame, es más preocupante. Lo primero sería controlar que ya no haya más derrames”, indica.

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José -el nombre ficticio que usaremos para proteger su identidad- lleva doce días limpiando petróleo en la playa Cavero (Ventanilla), el área más perjudicada por el derrame ocurrido el pasado 15 de enero. Desde que empezó este trabajo, no ha descansado ni un solo día. “Sé que estoy siendo inconsciente conmigo mismo porque arriesgo mi salud, pero también tengo cuentas que pagar”, dice. 

Lo encontramos en “el pozo”, una parte de la playa en forma de herradura de la que emana un olor insoportable. Allí, él y una docena de trabajadores sacan el petróleo del mar con barriles y lo suben a un peñasco a través de un rústico sistema de sogas.

La playa Cavero es una de las áreas más dañadas por el derrame del petróleo de Repsol.

Vestido con un mameluco blanco, botas de jebe, guantes y mascarilla, José mete medio cuerpo dentro del mar para cumplir su misión. A diario, se expone a los peligros de estar en contacto con el hidrocarburo. Y es que, a pesar de contar con los implementos de seguridad, eso no impide que el combustible manche la ropa que lleva debajo del mameluco. Tampoco que inhale el fuerte olor del petróleo, el cual se vuelve más insoportable con el sol.

“El trabajo es totalmente arduo. Es sofocante trabajar con este calor encima, porque, con el sol el petróleo te empieza a quemar la nariz. Pero ¿qué se va a hacer? Es lo que hay”, cuenta José. Cuando llega a su casa, todos los días, tiene que bañarse al menos tres veces para quitar el intenso olor de su cuerpo. 

La multinacional Repsol, responsable de este desastre ecológico, no está contratando directamente a aquellos que se encargan de limpiar los -ahora se sabe- 11.900 barriles de petróleo derramados el pasado 15 de enero. Lo que hace, en cambio, es tercerizar el servicio a través de ocho empresas. Algunas de estas son Ambipar, SEA, Coam, Mecor y Cime Ingenieros.

José, por ejemplo, dice que tiene un acuerdo de palabra con SEA (Servicios Energéticos Ambientales EIRL) para cobrar S/80 por cada jornada de limpieza, pero aún no firma un contrato. Otros de sus compañeros de trabajo -quienes sí han firmado acuerdos laborales- confirman a Sudaca que ese es el pago que realiza esta compañía. Sus turnos empiezan a las 8 am y terminan a las 5 pm. Entre esas horas, tienen momentos de descanso e hidratación. “Es imposible quedarse de corrido con ese olor”, comenta José, que suele trabajar en obras de construcción en Ventanilla.

Como estaba desempleado al momento del desastre, se acercó a ayudar a la playa Cavero como voluntario y encontró que podía obtener ingresos con esta labor. “Desde el primer día me ofrecieron un contrato por un mes y también un seguro de vida, pero aún no me han hecho firmar. Ojalá que en los próximos días me lo den”, apunta. Los trabajadores con los que pudo conversar Sudaca, y que sí tienen contratos, no pueden precisar con qué tipo de seguros cuentan. Aseguran que todo lo firmaron rápido.

Según el abogado Jorge Toyama, aunque el servicio de limpieza sea tercerizado, el seguro debe ser otorgado al trabajador el mismo día que empieza con sus labores o, máximo, un día después. Además, agrega que un seguro de vida no es suficiente. “Más que un seguro de vida (que solo sirve si falleces), se necesita uno de riesgo para cualquier atención médica que necesiten. Si mañana te intoxicas o si alguien tiene un accidente y queda con una lesión vitalicia, el seguro lo va a cubrir”, explica.

Nos comunicamos con SEA para conocer los detalles de estos contratos, pero no obtuvimos respuesta. La tercerización, sin embargo, no exime a la multinacional española de garantizar adecuadas condiciones de trabajo, explica el laboralista Toyama. “Repsol es responsable solidaria de que las condiciones se cumplan. Es decir, si es que las empresas no contratan los seguros, la empresa principal -en este caso Repsol- debe responder”, sostiene Toyama.

De acuerdo a Elizabeth Rojas, jefa de la Dirección de Promoción de la Salud del Ministerio de Salud, “cuando las personas están expuestas a un agente comprobadamente tóxico, como lo es el petróleo, pueden sufrir problemas agudos como irritación en la piel, daños inhalatorios y hasta problemas digestivos”. 

La autora de este informe, por ejemplo, regresó de la playa con el cuello y la espalda irritada luego de permanecer en el lugar seis horas. Otro periodista que fue a la zona el mismo día se descompensó mientras tomaba fotos de las aguas manchadas.

Con rústicas sogas y barriles, los trabajadores deben recoger el petróleo que contamina el mar.

José, sin embargo, lleva ya más de una semana laborando sin pausa. Los domingos -asegura- no descansa. A los que trabajan ese día les pagan el doble. Se “premia” a quien trabaje más, pero se castiga al cuerpo y la salud.

Desde que iniciaron las labores de limpieza, tres o cuatro personas tienen que ser atendidas diariamente por exponerse al combustible, según cifras brindadas a Sudaca por el personal de Defensa Civil que se encuentra en la playa Cavero. “Atendemos a personas que se descompensan por estar en contacto con el hidrocarburo. También hay casos de insolación, fatiga, dolor de cabeza”, nos dice Martín Meza Barriga, coordinador del Sistema de Comando de Incidentes. 

Si bien los problemas de salud suelen aparecer de manera inmediata, la directora de la Dirección de Redes Integradas de Salud de Lima Norte, Judith Falero, dice que algunos daños podrán aparecer recién a los seis meses o al año. Lo más preocupante es que estos podrían ser permanentes, dependiendo de la vulnerabilidad de la persona y del tiempo de exposición. “Algunos tipos de cáncer están relacionados con la exposición a este hidrocarburo”, advierte por su parte la doctora Elizabeth Rojas.

Sudaca le envío un pliego de preguntas a Repsol para conocer cómo garantizan que las empresas contratistas respeten las condiciones laborales y la salud de los trabajadores. Hasta el cierre de este reportaje, no obtuvimos respuesta.

La Superintendencia Nacional de Fiscalización Laboral (Sunafil) ya ha exigido “que los trabajadores laboren en condiciones adecuadas”. Hasta el momento, ha ordenado ocho inspecciones a las services. De detectar casos de empresas que no cumplan con las medidas de seguridad y salud necesarias,  estas podrían recibir una multa de hasta S/241.638.

 

PROMESAS ROTAS 

“Tenemos hambre. Tenemos niños. Queremos indemnización”, gritan los miembros de la Asociación de Pescadores Fundadores, Armadores y Estibadores Artesanales de Ventanilla (ASPEFAEA). Desde el domingo 23, estas personas llegan todos los días a la playa Cavero para solicitar trabajo. Luego de varios días sin poder pescar, ya no tienen qué comer.

Ellos cuentan que las empresas contratadas por Repsol para la limpieza prometieron darles trabajo. Incluso, asistieron a charlas de capacitación y hasta dieron sus tallas de calzado para que les proporcionaran botas de jebe. Pero todo fue mentira. “Se están burlando de nosotros”, dice Lucila Janampa Quispe, pescadora y madre soltera que ya no sabe qué hacer para alimentar a sus cinco hijos.

Por el mismo trance está pasando Luz Pacaya Tamani (60), que dice que llegaba a ganar hasta S/500 soles semanales solo por filetear pescado. Con ese ingreso, podía mantenerse y comprar las medicinas de su hijo, quien padece de esquizofrenia crónica. “Ahora ya no puedo comprar sus medicamentos. Me da miedo que empiece a tener alucinaciones y se haga daño”, dice preocupada la también miembro de esta asociación de pescadores.

Desde el 15 de enero, limpiar el derrame es una alternativa para generar ingresos. Durante varios días, Pacaya salía de su casa a las 6 de la mañana y caminaba durante una hora por una trocha silenciosa y desolada rumbo a la playa Cavero. “Iba con una amiga y llevábamos palos y piedras para protegernos en el camino”, cuenta.

Pero luego de días de espera, ya se ha resignado. En vez de perder el tiempo por un trabajo que parece no llegará nunca, ha empezado a reciclar en las calles. “Hoy [el jueves] ya no fui. Preferí juntarme con una vecina y buscar botellas. Ya las vendí y gané S/3.80. Con eso compré hígado, zanahoria y cebolla para poder comer con mi hijo”, dice Luz Pacaya.

El 20 de enero, Repsol se había comprometido a contratar a los pescadores afectados para las labores de remediación y a entregar canastas con víveres. La empresa señaló recientemente que “mantienen conversaciones avanzadas con pescadores de Santa Rosa y del distrito de Ancón”. Según ellos, “más de 2.000 personas llevan a cabo las acciones de limpieza”.

Luego de adentrarse en el mar teñido de negro, los trabajadores terminan cubiertos de petróleo. Incluso, la ropa que llevan debajo de sus mamelucos blancos también se mancha.

Pero hay muchos más trabajadores que se han visto perjudicados y aún no reciben respuesta. Al menos así lo dice Lucila Janampa, pescadora de esta asociación de pescadores. “Repsol no se puso en contacto con nosotros. Ni un caramelo nos han dado. Somos basura para ellos”, asegura. 

Janampa y sus colegas son conscientes de que no es su responsabilidad limpiar el desastre. Pero están ahogados por la falta de ingresos.

 

*** Fotoportada: Darleen Leonardo

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afectados por el derrame de petróleo, derrame de petróleo, Repsol, Repsol-La Pampilla, Ventanilla

¿Tiene sentido pedirle al presidente Castillo que renuncie? Y las cartas del capitán del Mare Doricum ponen contra las cuerdas a Repsol por irregularidades durante el derrame.

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Lima – Perú

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derrame de petróleo, Mare Doricum, Presidente Castillo, Repsol

 

A más de diez días del derrame producido en el Terminal Multiboyas N° 2 de la Refinería La Pampilla, siguen saliendo a la luz nuevas versiones de cómo llegaron los 6 mil barriles de petróleo al mar peruano. Mientras que Repsol sostiene que un oleaje anómalo causó la ruptura de los cabos de amarre, Giacomo Pisani, capitán del buque Mari Doricum, ha presentado cartas de protesta que dan otra versión de los hechos. Estas indican que la compañía española cometió una serie de irregularidades en el proceso el día de la descarga.

En entrevista con Sudaca, Gonzalo Talavera, ingeniero mecánico y buzo profesional, con 35 años de experiencia en el rubro, considera que el oleaje anómalo producido el sábado 15 de enero, por su velocidad, no es suficiente para explicar el desastre. Asimismo, detalla todos los aspectos técnicos que tendrán que ser materia de investigación. 

¿Conocía el Terminal Multiboyas N° 2 donde se produjo el derrame? 

Sí, trabajé allí hace 25 años [además de su otra experiencia en el sector]. Ahí me especialicé en temas de tuberías submarinas y en amarraderos. El amarradero dos es el original de cuando se hizo la refinería, el más antiguo de todos.

De acuerdo a lo que dice Repsol, el oleaje hizo que el barco tuviera un movimiento brusco, se rompiera el cabo de amarre y la tubería submarina, ¿eso es posible? 

Todo es posible en el mar, pero hay un tema. Cuando el amarradero se diseña, se hace con muchos factores de seguridad para soportar bravezas anómalas. Si dicen que ha sido por la braveza, entonces, tienen que demostrar que las fuerzas que ocasionaron la braveza, rompieron el cabo porque los cabos están diseñados para soportar los esfuerzos. Todo eso está en el plan de maniobras.

En uno de los reportes del buque, hablan de una “ruptura inesperada de la tubería subterránea”, ¿cómo pudo ocurrir? 

Así como un choque vehicular no puede pasar por que sí, tiene que haberse pinchado una llanta o algo diferente; si se rompió un cabo [una de las cuerdas empleadas por el buque para amarrar la embarcación], tiene que haber pasado algo. El cabo es del buque, pero ¿de quién es la obligación de revisarlo? De Repsol. 

¿Que el cabo esté en buen estado depende del terminal? 

Los cabos pertenecen al equipamiento del buque. El buque llega al amarradero como cuando se estaciona un vehículo en el parqueadero, apoyado con remolcadores. Suelta las anclas de proa y empieza a pasar sus cabos, el buque los trae. Las lanchas llevan los cabos hacia las boyas y se templan hasta que el buque queda en posición. Una vez que está posicionado y firme recién empieza la maniobra de subir las mangueras. Las mangueras se conectan con pernos de acero, que son muy difíciles de retirar. Las mangueras sí son del terminal.

¿Alguno de estos elementos pudo estar en mal estado? 

Eso se tiene que investigar, como también tienen que investigar los protocolos previos al amarre, el plan de maniobras y el plan de contingencia. Además, ver quién certificó que los cabos estuvieran en buen estado antes del amarre. 

Para usted, ¿el oleaje no pudo ser la causa? 

Sí hubo un movimiento anómalo, pero no ha sido con una velocidad extraordinaria. Los ingenieros tendrán que calcular que, para que se rompa el cabo en cuestión, tendría que haber habido determinada fuerza y una velocidad de agua que logre esa fuerza, para que ellos puedan sustentar esa afirmación, tienen que demostrarlo con un estudio. Desde mi punto de vista, no ha sido así. 

Dicen que llamaron a capitanía y que les dijeron que procedan nomás, ¿es posible que pase eso con un oleaje anómalo?

Cuando un buque amarra es porque hay condiciones para operaciones marítimas. Cuando el buque navega en el mar, lo hace con las condiciones que haya, pero si al llegar al puerto, en ese puerto hay condiciones anómalas, el buque debe esperar a que Capitanía abra el puerto. Después la empresa manda al práctico [personal que lleva al buque a la zona de descarga], lo amarra al puerto y el buque sigue su operación. Una vez que están amarrados, solo si el mar es de una braveza extrema, se decide que es mejor salir.

Modelo de Repsol

Esquema de la descarga de combustible que terminó en el desastre. Imagen presentada por Repsol en Punto Final (Latina).

SUCESOS POSTERIORES AL DERRAME

¿Hay algún sistema para detectar la fuga rápido, que no sea la inspección visual? 

Hay un elemento que se coloca entre la tubería y la manguera o en la primera manguera, porque es una sarta de mangueras. Este elemento es el ‘break away’ que es precisamente para esto. Si el buque se abre, el flujo se cierra para ambos lados. El derrame resultante son tres galones, que es lo que hay al interior. 

¿Ese sistema viene con el terminal o con el buque? 

No, eso es del terminal. Me parece que no todos los amarraderos lo tienen todavía, había un proceso de adecuación. Osinergmin deberá de evaluar eso, porque es obligación suya y está en la normativa.

Y cuando la fuga ya se dio, ¿cómo estimar lo perdido? 

El buque sabe cuánto bombea y la planta cuánto recibe. El flujo de metros cúbicos por segundo también es importante. Si no me equivoco, estas bombas mueven entre 14 mil y 16 mil barriles por hora. Los 6 mil barriles se han ido en 20 minutos en que nadie se ha dado cuenta. La compañía de buzos que está arriba detecta rápidamente el olor. Los únicos que pueden decir la verdad es la misma refinería o el buque que debe saber cuánto se botó. Además, hay una compañía supervisora que sube al buque. Es una empresa que debe contratar Repsol, como lo hacen otros terminales petroleros, esta empresa sube al buque y revisa el producto, inclusive saca muestras.

¿Qué empresas son las que trabajan en el Perú para hacer esa revisión? 

Hay varias. Generalmente, se hacen contratos anuales. En esas empresas incluso hay un ‘loading master’, que es el que se queda en toda la descarga y ordena todo, contratado por la planta, porque el capitán del buque usualmente descansa una vez que deja el buque en su punto. 

El lunes 24 de enero se informó de un nuevo derrame por una maniobra para retirar la tubería dañada, ¿era necesario esto? 

Lo que entiendo es que el aceite que estaba contenido dentro del elemento que han retirado, al haber desconectado la tubería, se ha derramado. Es un efecto que ha habido de desconectar el elemento que tenía petróleo en su interior, que es el PLEM (mencionado también en el comunicado de la OEFA). 

¿Es válido llamarlo derrame? 

Basta que vaya un litro al mar, es un derrame de hidrocarburo, en este caso, de ocho barriles. Lo han podido prevenir porque se podía succionar petróleo desde la planta, con bombas. Con buzos también se puede meter bombas de succión por el agujero de la fuga o poner un techo con los buzos como si fuera un paracaídas para que el material quede contenido ahí. Hay maneras de contener, es otro error humano más.

 

Fotoportada y gráfico: Darlen Leonardo.

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El presidente responde sobre Cuba, Venezuela y el mar para Bolivia. Repsol no pudo evitar que los residuos del primer derrame terminen en el mar. ¡Y el allanamiento a PBO radio!

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biólogo marino, derrame de petróleo, especies marinas

La empresa petrolera transnacional Repsol ha cometido una cadena de errores y negligencia mayúscula en este desastre ambiental ocasionado por el derrame de crudo en el litoral costero limeño, que ya se extiende, inclusive, hasta la región Áncash.

Desde la incapacidad de percatarse rápidamente de lo que sucedía, sin esperar a que el flujo que se escapaba de control fuera tan grande, hasta la falta de respuesta inmediata para contenerlo; desde la negligencia para remediar rápidamente los daños, hasta la torpe estrategia comunicacional para aclarar el tema; desde la ausencia de una cabal respuesta tecnológica hasta la pueril insistencia en que todo se debió a un oleaje anómalo que muchos entendidos señalan que no es causa suficiente de lo ocurrido. Todo lo que se pudo hacer mal se hizo pésimo.

El daño reputacional de la empresa es gigantesco y el perjuicio legal y penal que va a acarrear este desastre, como corresponde, va a ser inmensamente oneroso, pero lo que hoy corresponde también subrayar es la falta de respuesta del entorno público y privado a lo sucedido, sin desmedro ni soslayo de las responsabilidades propias de la empresa.

Primero, el Estado peruano, que ha demostrado una pasmosa orfandad de respuestas institucionales inmediatas, y aún hoy mismo, a días del desastre, no es capaz de organizar siquiera un operativo de supervisión adecuado del problema.

Segundo, los gremios privados. Han brillado por su silencio. Comunicados tibios y tardíos no remedian la carencia de una enérgica condena a lo sucedido y una exigencia de investigación y sanciones a una de sus asociadas (porque Repsol es parte de la Sociedad Peruana de Hidrocarburos, de la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía, lo es, por tanto de la Confiep, y seguramente de muchos otros gremios). El mutis o el dicho esquivo han sido la norma.

Tercero, la clase política, que no ha sido capaz de actuar con diligencia y seriedad frente a un problema que ha afectado y va a afectar por buen tiempo a miles de ciudadanos peruanos a los que ellos representan y que verán afectados sus negocios o su vida común por culpa de este desastre sin atenuantes. Peor que eso, algunos demagogos oportunistas han tratado de llevar agua a sus molinos ideológicos con un absurdo discurso antiempresarial.

Todo lo que se pudo hacer mal, se hizo pésimo, repetimos. No queremos ni pensar en la eventualidad de un desastre mayor al sucedido, o alguno de otra índole (como un terremoto), que seguramente hallará al Estado peruano y a su sector dirigente presos de la parálisis o atrapados en el despropósito. Una tragedia institucional ha sido puesta de relieve.

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Para empezar, como la enorme mayoría de los peruanos, no tengo conocimientos en petróleo ni en temas de preservación ambiental, más allá de lo que la divulgación periodística ha hecho y de lo que cualquiera pueda haber averiguado de manera general. No digo esto con orgullo, a mi generación eso del medio ambiente no nos vino con la etiqueta de “urgente” y nos ha costado integrarnos en la comprensión de la importancia que esto tiene.

Sin embargo y desde la ignorancia técnica sobre la relevancia de lo que ocurrió la última semana con el derrame de petróleo en Ventanilla, no debemos dejar de lado algunas aristas y algunos temas que sobresalen de esta crisis, que la trascienden y que -otra vez- sirve para comprendernos mejor como país.

1.

Lo primero que hay que decir es que la sensibilidad máxima sobre una tragedia en el país nunca descansa en las autoridades o implicados. Siempre en la gente. La que ve las crisis y desesperada por la inacción trata de hacer algo. Lo vimos en Mesa Redonda, en Pisco, en cuanta necesidad hay, allí se generan cantidad de grupos de interés que genuinamente quieren hacer algo y remediar, desinteresadamente, lo que otros provocaron. Sin política o políticos por medio. 

Pero esto entusiasma tanto como desanima. El voluntariado siempre será aplaudido por lo que representa, el compromiso total, sin esperar recompensas, con el alivio de una situación crítica. Pero desanima por el otro lado, por la pregunta que obligadamente nos hacemos y es ¿por qué sólo podemos esperar algo de la sociedad civil desarticulada? ¿Por qué esos mismos voluntarios no son representantes o participantes en la política real? ¿Por qué es tan relevante que cualquier movimiento cívico para ser relevante tenga que ser apolítico? Esa es una pregunta que ronda y ronda y lo más probable es que la respuesta esté en la política, esa actividad que significa solo malas palabras en el país.

También desanima porque es la constatación de que frente a una ya muy mala oferta general, encima solemos elegir a los peores representantes posibles para cualquier cargo público, desde alcaldes hasta gobernadores, de congresistas a presidentes, lo que genera una distancia enorme entre lo que como ciudadanía podemos “hacer” y lo que nuestros representantes “hacen”. Un divorcio del que estamos advertidos pero que ya consideramos la regla general.

2.

La acción de Repsol como principal responsable nos hace quedar pésimos como país. Sus acciones indolentes, grotescas y falta de toda consideración y respeto con un territorio que les permite generar ganancias es no solo preocupante sino humillante. Ver operaciones de limpieza costera usando recogedores domésticos y baldes afecta la autoestima de cualquier país. Esto es algo que no ha dimensionado bien. Es una mirada alpinchista del problema, el burdo salir del paso, el decir: “pero yo sí hice”, cuando en el fondo no hicieron realmente nada. 

Ver a sus directivos hablando y sus comunicados estos días ha sido igual de ofensivo. Más allá de una revisión de sus políticas de comunicación corporativa, que es problema de ellos, generar la sensación tan general de que mienten descaradamente y que lo van a seguir haciendo sin pudor sigue retumbando nuestro ya magro sentido de país. Anoche, en Punto Final de Latina tuvimos una imagen potente sobre esto: el presidente de Repsol Perú titubeante e inseguro contando una versión que era evidente él mismo no creía e inmediatamente la PCM que consideraba insuficiente la respuesta que daba la empresa. ¡Pero desde la mirada del gobierno que es quien tiene que decir qué se hace, como se hace y quien lo hace!

La entrevistadora los puso al mismo nivel de responsabilidad y la ministra se sintió equidistante. Así no hay forma de generar una real mirada de responsabilidad corporativa. Repsol mintió desde el primer día y nada hace pensar que no seguirá haciéndolo. Eso es dolo y es tratar de guardar el polvo debajo de la alfombra. 

¿Por qué es relevante esto? Porque nos va a poner en evidencia si es que en el fondo vivimos en una democracia corporativista. Repsol -empresa- no puede tener un discurso tan descarado y el gobierno no puede ser tan complaciente con ello. Se comprende que no es el momento de la sanción sino de la acción, pero incluso allí se le debe poner límites a lo que la empresa menciona y lograr generar un permanente fact checking y contraste público de hechos. Y un plan de sanciones no solo por lo ambiental, también por el dolo al mentir.

3.

Le ex ministra del Ambiente, Fabiola Morales, ayer señaló algo que es clave: ¿quién lidera todo esto? Estamos en la peor tragedia ambiental de la historia de la costa peruana y con sinceridad, ¿usted puede señalar quién es la persona, la autoridad, el cargo, que está encargado de coordinar todo lo referente a la crisis? ¿Quiénes son los voceros autorizados? ¿Quiénes encabezan las coordinaciones? Conjunto vacío. Cero. Nadie.

SI tuviéramos un ministro del sector que supiera algo del tema, muy probablemente sería quien tome el liderazgo. Pero sabemos que no es el caso. La PCM es una figura clave pro su conocimiento del tema ambiental pero debe ver ese y muchos otros temas más. ¿Petroperú? Es un chiste.

Si algo pudiese definir a un gobierno de izquierda en este país debería ser la capacidad de enfrentar esta crisis con soberanía e integridad, con firmeza. Con audacia. Representando al “pueblo”. Pero acá parece no existir ni el pueblo ni el gobierno de izquierda.

El presidente del Perú eligió la semana pasada para mostrar su nueva estrategia de comunicación: dos entrevistas nacionales y hoy tendrá la primera internacional por la cadena CNN (con un entrevistador mucho más agudo que los que solemos tener por acá). Interesante que quiera hacerlo, pero ¿tenía que ser la semana pasada? Anoche, mientras escuchábamos al presidente de Repsol en Perú, el presidente del Perú le hacía un tour guiado de Palacio de Gobierno a Nicolás Lúcar. Una de las cosas que la opinión pública no le va a perdonar a su presidente es que cuando las papas queman se distrae con casi todo y no enfrenta lo urgente. El análisis de la entrevista que le dio a Hildebrandt en sus 13 era el tema inicial de este artículo, pero creemos modestamente que no lo es tanto como discutir esta tragedia. El presidente Castillo claramente no lo considera así.

Pero no solo es el gobierno. Para el Congreso el tema no ha existido. La falta de un discurso unificado, sólido, institucional es clamorosa. Ni siquiera los “líderes de opinión” que hablan de todo siempre se manifiestan con claridad sobre este tema. Ni qué decir de los líderes de opinión. Lo único que hacen, de manera descarada, es ver responsabilidad del gobierno. Nada de cuestionamientos, nada de nada. El silencio de personajes como Fujimori o López Aliaga es cuando menos cuestionable. ¿Qué hace que no puedan tomar posición sobre esto?

No hay ningún liderazgo real para enfrentar este tema.

4.

Cualquier conflicto que provoque una empresa va a dejar viudas. Voceros no oficiales que van a tratar de convencernos del rol que la empresa juega, siempre a favor de ésta desde luego. Desde el día 1 de la crisis se ha visto cómo replican argumentos falaces y después tratan de acomodarlos con una retórica bien intrincada y que siempre termina en lo mismo: todas las críticas son de troles de la izquierda.

Sin importarles su imagen pública y sin ningún criterio de realidad estas “viudas” van a tratar de convencernos de que la empresa actúa siempre de buena fe y de que no hay que desconfiar de que remediará el daño con celeridad y honestidad.

En resumen, en esta tragedia ambiental, todos perdemos y nadie gana. Pero el que más pierde, como siempre, es el nadie, el pescador que ahora tiene que conformarse con canastas y vales alimenticios y tendrá que pensar mañana cómo pagar agua y luz,  y cómo pagar matrículas, y cómo pagar el entretenimiento porque vino una empresa que lo despojó de su medio de subsistencia elemental y ahora quiere remediarlo solo con vales de comida y canastas. El que más pierde es ese cormorán que no puede volar porque el petróleo en sus alas no lo deja y tuvo que ver morir a su lado a tantos otros como él. Los que más pierden son esas 10 nutrias muertas, seres únicos que dejan en cero la capacidad de sobrevivir como especie.

Pero todo lo medioambiental es remediable, como dice el presidente de Repsol en Perú. Mientras el presidente del Perú muestra su casa.

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