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[LA COLUMNA DECA(N)DENTE] La política nacional está plagada de políticos que mienten, manipulan y abusan de su poder para beneficio propio. Este drama de deshonestidad, manipulación y abuso de poder tiene cinco protagonistas:

La presidenta: una líder que miente sin descaro sistemáticamente para preservar su poder.

El primer ministro: un aprendiz de maestro de las artes de la manipulación y la prestidigitación que oculta pruebas para protegerse.

El congreso: una institución que se regodea en las gollerías del poder y traiciona de manera reiterada el mandato ciudadano.

Las máximas instancias judiciales: un pilar fundamental del estado de derecho que se ve amenazado.

Los ciudadanos y ciudadanas: cansados, atemorizados, hartos, desorganizados, pero…

Acto I: La presidente y sus mentiras descaradas

La presidenta, investida con la responsabilidad de liderar una nación, se desdibuja ante la audiencia. Atrás quedan las promesas electorales reemplazadas por mentiras descaradas destinadas a preservar el poder a cualquier costo. La confianza de los ciudadanos y ciudadanas, esencial para la estabilidad de cualquier democracia, se desvanece en el humo de las falsedades tejidas por una presidenta que, parafraseando a su primer ministro, tiene “comando, pero no mando”.

Acto II: El ministro y el ocultamiento de pruebas

En el oscuro trasfondo de esta trama, un primer ministro se erige como un aprendiz de maestro de las artes de la manipulación y de la prestidigitación. Dispone el ocultamiento de pruebas que podrían poner al descubierto sus tejes y manejes reñidos con el buen uso de los recursos públicos. La transparencia, lema y práctica olvidada, es sustituido por una cortina de secretos diseñada para protegerlo.

Acto III: El Congreso y las gollerías del poder

En el Congreso, la moralidad se desvanece ante la voracidad y procacidad de quienes detentan el poder legislativo. Aprovechan y maximizan todas las gollerías que les permite su privilegiada posición, se enriquecen sin rubor alguno y consolidan sus particularísimos intereses. La traición al mandato ciudadano se convierte en moneda corriente en esta grotesca representación de la democracia.

Acto IV: El ataque a las máximas instancias judiciales

El clímax de este drama se desata con un ataque directo de los congresistas a las máximas instancias judiciales, pilar fundamental del estado de derecho cuyos cimientos se resquebrajan mientras se intenta socavar la independencia judicial. La justicia se ve amenazada por la influencia corruptora de quienes buscan proteger sus intereses particulares ajenos al bienestar común.

Epílogo:

¡Ciudadanos y ciudadanas hay muchísimo que hacer…! Pero, ¿por dónde empezar?

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Congreso, Democracia, dictadura, Presidencia, Primer ministro

Sorprende el infantilismo con el que los poderes del Estado utilizan como estrategia la negación de los derechos humanos en nombre de un enemigo imaginario terrorista. Pero sorprende también como amplios sectores del país consideran que es lo correcto y que lo más apropiado, como señala el marino Jorge Montoya, es iniciar “los procedimientos de denuncia de la Convención Americana y el retiro de nuestro país de la Corte Interamericana de Derechos Humanos”.

Cómo no va a ser entonces la precariedad de los derechos humanos a la que hemos llegado en el Perú la razón por la que la población demanda una asamblea constituyente. Porque es indiscutible que tal como estamos, las condiciones y normas básicas de relación entre peruanas, peruanos y la sociedad están rotas, carecemos de protección por parte del Estado. Necesitamos un gobierno que nos devuelva los derechos que son irrenunciables y realmente iguales para todos. Y necesitamos que las docentes, los docentes de todo el país empiecen el año escolar enseñando cuáles son nuestros derechos y por qué no debemos dejar que nos los nieguen. Hoy más que nunca debemos entender que la ciudadanía jamás se debe dejar engañar.


*Fotografía perteneciente a terceros

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