Disney

Considerada como una de las películas de dibujos animados más exitosas de la historia del género, Aladdin dio el paso hacia el circuito de musicales de Broadway, con una adaptación que fue estrenada en el año 2011, con las partituras supervisadas por el mismo Alan Menken. La versión teatral de las aventuras románticas de Aladino y Jazmín dio la vuelta por varios teatros de Estados Unidos, Europa y Japón, con elevados niveles de audiencia que se rindieron a la mágica historia de Agrabah, la lámpara maravillosa, el alocado genio azul, la alfombra voladora y sus evocadoras canciones. En el año 2019 se estrenó la versión “live-action” -es decir, actuada por seres humanos- con mucha publicidad de por medio, en especial por la participación de Will Smith en el papel del Genio.

Aunque fue un sorprendente éxito de taquillas -superando a otras en el mismo estilo como El Rey León o Dumbo, lanzadas el mismo año-, los efectos especiales y las coreografías no llegan a producir el mismo impacto de aquella en dibujos animados, con escenas y decorados que la hacen parecer más una película de Bollywood. Por otro lado, la banda sonora, basada en las partituras originales de Alan Menken, tuvo diversas modificaciones, aprobadas por él mismo, que buscan dar un sonido más moderno y actualizado e incluso tratan de hacerlas calzar en el estilo y personalidad de Will Smith, con letras aumentadas por el dúo de autores Benj Pasek y Justin Paul -conocidos por su trabajo en La La Land (Damien Chazelle, 2016), robándoles algo de su encanto original.

Para celebrar el trigésimo aniversario de su estreno, en noviembre del año pasado, el sello discográfico Walt Disney Records lanzó un CD doble con todas las grabaciones que se realizaron entre 1991 y 1992, incluyendo gran cantidad de composiciones que no encontraron su lugar en la película original, como parte de una amplísima serie denominada The Legacy Collection. La variedad de matices que apreciamos en los segmentos instrumentales de esta selección de casi dos horas de música incidental ofrecen una visión más panorámica de todas las imágenes que poblaron la imaginación de Menken al emprender la tarea de escribir esta banda sonora, más allá de los golpes de efecto de temas como Friend like me (en español Un amigo fiel) o incluso Un mundo ideal, versión en español de A whole new world que fuera grabada por la norteamericana Michelle Early con el reconocido baladista argentino/venezolano Ricardo Montaner (para Latinoamérica) y con Enrique de Pozo, del recordado dúo de canciones infantiles Enrique y Ana (para España). Aquí dejamos la versión de la película en nuestro idioma, interpretada por los cantantes españoles Miguel Morant y Angela Aloy.

Uno de los factores del éxito de películas como Aladdin y afines es, precisamente, la exaltación abierta de aquellas cosas que hoy la oficialidad suele despreciar y calificar injustamente de “cursilerías”, como la ilusión de conocer a personas que te cambien la vida para siempre con actitud sincera o que un ladrón pobre sea, en el fondo, “un diamante en bruto”. Claro que, en este último punto, viendo la espantosa e insensible criminalidad rampante en el Perú y en el mundo, la realidad aplasta por completo aquella noción del “maleante bueno”, pero ese es otro tema. Aun así, y sin dejar de lado que todavía deben existir historias de amistades y amores auténticos y positivos, tan humanas como las canalladas que nos muestran a diario la farándula nacional e internacional, en el mundo moderno es mucho más cursi querer parecerse a esos despatarrados y grotescos personajes, que demostrar algo de humanidad o siquiera empatía hacia el prójimo. Eso, hoy por hoy, es tan contracultural como en su momento lo fueron el movimiento hippie en los sesenta o la escena nórdica de black metal en los ochenta. Hoy, aquellos jóvenes -chicos y chicas- que se esfuerzan por ser buenas gentes -confiados, amables, honestos, discretos- son los bichos raros, los freaks del siglo XXI.

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De hecho, la serie apuesta a que Moses, también conocida como la Inquisidora, o la Tercera Hermana, sea el núcleo de la atención de la audiencia. Se trata de una fanática del Imperio, obsesionada con capturar a Kenobi para llamar la atención de Vader y lograr un ascenso en su carrera imperial. Por cuatro capítulos, su ambición es su único hilo conductor, no se sabe de dónde ha salido esta histérica.

Un villano solo malo porque tiene ambición parece demasiado elemental para una saga tan grande como Star Wars. Más aún si la razón de todo este lío recae en ella. Leia y Ben estaban encaminados a vivir en paz hasta que empiece la de 1977 y es el hambre de Moses lo que origina todo. Hacia el final de la saga hay un giro demasiado tardío y poco explicado, confuso y no relevante de mencionar.

Tampoco es claro por qué secuestran a Leia si el objetivo es Kenobi. Si Moses sabe que Leia es importante para Kenobi, también debería saber que Leia es la hija de Anakin (algo que nadie sabe) y por lo tanto Vader lo sabría. La saga cambiaría por completo. Luego, si recuperar a Leia es tan valioso, por qué Obi-Wan no se entrega rápido, y se enfrenta a Vader y a Moses cara a cara con todo su poder Jedi.

La saga original pierde mística al saberse ahora del encuentro entre Obi-Wan y una niña Leia años antes de ser su única esperanza. Yo hubiera apostado por dos diferentes líneas narrativas. La primera es la infancia y adolescencia de Obi-Wan, luego empieza a ser entrenado por Qui-Gon Jinn. Ahí se podría haber explorado los tatuados valores de hermandad y serenidad de Kenobi.

 

La segunda es la infancia de Luke acompañado por Ben Kenobi de lejos, metiéndose en otro tipo de problemas sin entrometerse con Vader pero sí con el Imperio en Tatooine. Porque traer la sinopsis de Star Wars 1977 a una serie de seis capítulos con el formato de The Mandalorian parece un esfuerzo hecho solo para atraer más gente a la plataforma de streaming a cambio de migajas. 

Al final del día Disney estrella un Ferrari. La historia original creada alrededor de Obi-Wan Kenobi, con la participación de Darth Vader, Leia e incluso Luke, se merecía un resultado diferente. Hay una forma de hacer series exitosas, y luego encuentras en las antípodas de ello este pequeño e insufrible pedazo de nada. Cuánto se extraña a George Lucas.



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