economía peruana

[PIE DERECHO] Hace un par de días escribí una columna señalando que la única manera de que el país recupere la confianza perdida en su mejoría, pasaba porque adviniese un régimen de derecha o de centroderecha y que la eventualidad de un triunfo de la izquierda nos llevaría a un hundimiento mayor en la crisis multisectorial que transitamos.

Varios amigos de izquierda que mantengo desde hace décadas me llamaron a recriminarme mi sectarismo y a mostrarme decenas de ejemplos de administraciones de izquierda que habían logrado prosperidad y desarrollo para sus países (muy puntualmente, fue mentada la experiencia de la Concertación en Chile).

De hecho, sí es factible admitir que puede haber gobiernos de izquierda económicamente exitosos, pero en todos los casos que ello ha ocurrido, ha sido porque han admitido previamente la vigencia de una economía de mercado, matizada, en el caso de los gobiernos de izquierda, por políticas institucionales y sociales más progresistas o liberales, pero que la mantenían como lecho rocoso.

Eso, lamentablemente no sucede en el Perú. Acá, un sector de la izquierda fue evolucionando favorablemente cuando, primero, abandonaron las tesis revolucionarias referidas a la captura violenta del poder, y reconocieron a la democracia como la única vía de ascenso al poder. Ello aconteció hace ya décadas. Pero ese proceso político no ha venido acompañado de un proceso equivalente en lo económico, donde superviven posturas populistas o estatistas, sin rubor ni empacho.

Ni siquiera el sector moderado de la izquierda peruanas admite políticas de mercado, pro inversión privada, pro empresa, pro libertades económicas. Y ello saltó más a la vista cuando esa izquierda se prestó, dócil y solícita, a los devaneos gubernativos del nefasto régimen de Pedro Castillo. Allí se le vio el verdadero calzón a la izquierda peruana.

Y junto a ello se aprecia también una involución de su progreso político, cuando se llena de remilgos para condenar las tropelías antidemocráticas de regímenes como el cubano, el venezolano y el nicaraguense. Se cimbran hasta el paroxismo para no llamar a las dictaduras en esos países como lo que son, poniendo de manifiesto -y ese es el problema- que no le harían ascos a la eventualidad de seguir los mismos rumbos en el Perú de acceder al poder.

Por todo ello es que la posibilidad de que la izquierda realmente existente en el país vuelva al poder el 2026, constituye una seria amenaza a la viabilidad política, económica y social del Perú.

Tags:

Crisis Multisectorial, economía peruana, izquierda peruana

La irracionalidad política antifujimorista ha intentado menoscabar un logro geopolítico histórico para el Perú como la firma del acuerdo de paz con Ecuador, que acaba de cumplir 25 años, la misma que se logró en base a la tozudez bienvenida del expresidente Alberto Fujimori y la sapiencia e inteligencia del entonces canciller Fernando de Trazegnies.

Antes de ello, todos los eneros se producían escaramuzas en la frontera norte y a veces escalaban en conflictos, como en el caso del segundo gobierno de Belaunde, con el incidente del llamado “falso Paquisha”, en 1981, o más intensamente durante el régimen fujimorista en el conflicto del Cenepa, en 1995, guerra que, crudamente, debemos admitir que perdimos y que solo se suspendió luego de una jugada psicosocial brillante, la de exponer la flotilla de los MIG 29 comprada -hoy se sabe corruptamente- a Bielorrusia, que asustó a los militares ecuatorianos.

Difíciles negociaciones diplomáticas condujeron al acuerdo de Itamaraty, que mantuvo a salvo las fronteras originales, cediéndose tan solo el espacio simbólico de Tiwinza, que tanta alharaca “nacionalista” despertó en la izquierda tradicional peruana, la misma que hoy saliva por una desmembración del sur andino y la constitución de una república aymara.

La salida del horror inflacionario, la reinserción del Perú al mundo, la destrucción del Estado paquidérmico que sufríamos, la derrota del terrorismo de Sendero Luminoso y del MRTA y la paz con el Ecuador, son los grandes logros nacionales conquistados durante la década de los 90, que el Perú hace mal en no rememorar con orgullo. Y no lo hace por los odios antifumoristas que ya hace rato dejaron de ser un síntoma de vitalidad democrática para convertirse en un lastre que atrapa al país en el estancamiento político.

Sumando exportaciones e importaciones, el comercio con el Ecuador se ha multiplicado por 11 veces desde la firma del acuerdo (las exportaciones han pasado de 80 a 1304 millones de dólares y las importaciones de 118 a 934). Indudablemente, el crecimiento de la economía peruana (que exporta nuevos productos e importa más) tiene mucho que ver, pero entre países que se detestan la posibilidad de que el comercio crezca es menor que entre países que tienen excelentes relaciones. Nuestras exportaciones pesaban 1.2%, ahora pesan 2.0% (y eso es importante considerando cómo han crecido las exportaciones mineras a China y otros países).

Ha hecho muy bien la presidenta Boluarte en resaltar el hecho invitando y condecorando al mandatario ecuatoriano, Guillermo Lasso. Desprendida de prejuicios, reconoce un triunfo diplomático bilateral, pero que tiene una connotación política que suma a los activos fujimoristas y que la historia no puede esconder bajo tierra.

Tags:

acuerdo de Itamaraty, economía peruana, Ecuador, negociaciones diplomáticas

En efecto, el capitalismo popular existente en el Perú es una bendición desde el punto de vista económico, y también desde el punto de vista social, porque también opera como otra poderosa vacuna contra la maldita demagogia de izquierda que ha invadido – con malas artes – a la mayoría de países latinoamericanos. Como sabemos, nuestro Perú está siendo atacado por enemigos internos y externos que se han aprovechado de la precariedad del Estado Peruano, y de nuestra carencia de una clase política cabal. Hace poco y de manera inesperada – como suele suceder en nuestro Perú – el aparato estatal fue secuestrado por una banda de delincuentes disfrazados de políticos de izquierda que nos puso al borde de la anarquía y la guerra civil… y otra vez quedó demostrado lo que ya sabemos. Hasta el momento es claro que DIOS HA TENIDO PIEDAD y PACIENCIA con nosotros… pero esa paciencia se puede acabar en cualquier momento si esta vez no aprendemos – de una vez por todas – y si no reaccionamos positivamente. Esta vez debemos corregir, y superar; no hay otra.

Y aquí me quedo, por el momento… esperando contar con vuestra participación y debate, porque nuestro Perú es tarea para todos los peruanos de buena leche.

Tags:

economía peruana, Informalidad, Perú

Una economía es como un avión que tiene cuatro motores: consumo privado, gasto público, inversión privada y exportaciones. Cuando los cuatro están prendidos, el avión avanza sin problemas. Inclusive podría estar apagado uno y tampoco existirían dificultades. Para que se desplace más rápido necesitamos que los cuatro estén encendidos. En ese caso la economía crece cerca de su potencial, es decir, lo máximo que puede crecer sin sobrecalentarse. En 2020 el avión retrocedió 11.1% porque los cuatro motores estuvieron apagados. Ahora se están prendiendo, pero todavía no lo suficiente como para que crezca el empleo, como todos esperamos.

Cuando una empresa pequeña, mediana o grande, señala que “no le va bien porque no le están comprando”, se está refiriendo a que alguno de los motores señalados está apagado. Imaginemos que usted tiene un pequeño restaurante; mejorar sus ventas significa que las personas aumentan sus gastos de consumo en su negocio; si tiene, por ejemplo, una pequeña distribuidora de cemento, dirá que le va bien si le compran más cemento; en ese caso quien le compra no será un consumidor, sino un inversionista. Por último, si usted tiene como mercado el exterior, digamos que vende cacao a Suiza, la evolución de su empresa dependerá de que los compradores suizos mantengan y/o eleven sus compras. Desde luego que los aforos tienen que aumentar para que se pueda producir más, pero ello depende del avance en el control de la pandemia.

Cada motor es un gasto de alguien, interno o externo.  Cuanto más se gaste, mayor incentivo a producir más y por ende a generar empleo. Veamos cómo se están moviendo los componentes del gasto en la economía peruana.

Comencemos por el consumo privado, es decir, nuestros gastos diarios. En las últimas décadas, creció 3% anual. El consumo privado aumenta con el ingreso que los ciudadanos obtienen de más empleos. Y para que ello ocurra debe elevarse la inversión, privada y pública. En el Perú, la primera representa el 80% del total de la inversión y la pública, el 20%.

Para este año se espera que la inversión privada crezca alrededor de 15% para luego estabilizarse en 5% en 2022; todo depende de la postura económica del presidente.  Aquí importa, tanto la gran inversión como la micro y pequeña. Por el lado del sector público, el gasto del gobierno (en sus tres niveles) está limitado, pues depende del dinero con el que cuenta el gobierno, el que a su vez proviene los impuestos que pagamos. Cualquier exceso de gasto sobre ingresos se llama déficit fiscal y tendrá que financiarse con deuda. La deuda se paga con impuestos futuros.

Por último, el cuarto motor, las exportaciones dependen de la evolución de la economía mundial. Ahí será clave el desempeño de Estados Unidos, China y la eurozona, que juntas explican cerca del 50% de la producción mundial. Son los motores de la economía mundial.

Necesitamos prender los motores. El consumo privado se eleva con mayor inversión privada. El gasto público estará limitado, mientras que las exportaciones dependen de factores que no controlamos. Esa es nuestra realidad ahora. El resto son buenos deseos.

Tags:

Carlos Parodi, economía peruana, Entendiendo de Economía
x